Capítulo 30

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Llegué a casa de Ángela y por el exterior se veía normal, supongo que el maleficio está adentro. Era una casa grande, con un jardín espacioso y decoraciones por todos lados. Es la cuarta casa grande que visito en estos días. Avancé hasta la puerta y toqué el timbre. Mi visita le será extraña, si me visitara alguien con quien en contadas ocasiones he sostenido una conversación preocupándose por mí me desconcertaría en lo absoluto, así que estoy preparado para cualquier tipo de reacción. Lo poco que sabía de ella era que sus padres trabajan fuera de la ciudad cinco días y solo pasan el fin de semana en casa, ¿Qué hacen? No tengo ni la menor idea.

Toqué el timbre de nuevo y al cabo de unos segundos Ángela, una chica de estatura media con cabello café ondulado y ojos grandes. No los ojos saltones que incomodan, sino los ojos grandes que no puedes dejar de ver, te atrapan y por una extraña razón te llevan a otro mundo. Vestida en pijama y con el cabello despeinado, abrió la puerta.

— ¿Qué se te ofrece?—frotó sus ojos con sus manos. Había llegado en mal momento. Su voz con cansancio delataba el hecho que la había interrumpido de un profundo sueño.

—Soy Daniel Frías—dije con un ademán ridículo para tratar animarla pero obtuve todo lo contario.

—Creo haber escuchado de ti—comentó con fatiga—. Eres el amigo de Stephanie, ¿Cierto?

—Sí—extendí mi mano hacia ella—. Necesito tu ayuda.

—Si es cuanto a lo de ayer, no sé nada—estaba a punto de cerrar la puerta pero lo impedí.

— ¡Espera!—grité—. Por favor, necesito tu ayuda, es muy importante.

Volteó con desgano y se puso a pensar por un tiempo, con ansias esperaba por una respuesta positiva. Cada pieza del rompecabezas es importante y esta era esencial para continuar.

—Te ayudaré—me cedió el paso—. No sé a qué quieres que te ayude pero vamos, charlemos adentro.

No puse mucha atención a lo que me rodeaba, simplemente me llevó hacia el sofá de la sala frente a la mesita de centro y me dijo que esperara ahí, no tardaba en bajar y que NO tocara nada.

No sé si ella sabe que yo sé quién es (o al menos el más sospechoso) el causante de lo que sea que le haya sucedido, así que haré unas preguntas breves para saber qué rumbo tomar en mi cuestionario.

Cuando Ángela dijo que no tardaba en bajar no creí que iba en serio. Lucía diferente, no solo había cambiado de ropa sino que también su cara se veía más iluminada, activa y con alegría en ella.

—No sé si fue ella—fue lo primero que dijo al sentarse frente a mí—. Lo comenté con Stephanie y apoya mi teoría.

— ¿Cuál es tu teoría?—le pregunté.

—Desde que se ausentó cosas malas están pasando, como si se estuviera vengando.

— ¿Estamos hablando de la misma persona?

—Si sus iniciales son KMD, sí—rió. Bien se puede tratar de una "Katy Michelle Danell", pero que va, sí era ella—. Ayer no vi nada, solo llegué a mi casa y vi una nota en la puerta de mis padres diciendo que habían salido un poco más temprano de lo usual porque había surgido un imprevisto, lo tomé con calma. Sentía un poco de hambre, abrí el refrigerador para buscar algo que comer y...—el silencio hizo presencia, desvió su mirada hacia la hielera como si este ocultara algo.

— ¿Qué sucedió?

—Abrí el refrigerador y encontré una nota, solo decía "Me encanta"—señaló el refrigerador, el papel estaba pegado en frente de él. Es raro considerando que nadie quisiera recordar algo trágico cada vez que siente hambre, como sea, cada cabeza es un mundo.

—No es tan malo—le dije. Desató una serie de reacciones confusas en ella. Por una parte me veía con ojos de "demonios, ¿hablas en serio?", combinada con una risa como "no sabes lo que dices" y un pesar en su voz.

—No acaba ahí—dijo entre nudos—. Dime qué pensarías si sales, vas a tu patio trasero y lo primero que miras tu piscina llena de asquerosos gusanos brotando de todas partes con otra hoja pegada en ella.

Maybe you think that you can hide/ I can smell your scent for miles (Tal vez pienses que puedes esconderte / Puedo oler tu aroma a kilómetros) de Maroon 5 en la canción Animals era lo que decía esa última nota. La canción se llama literalmente "animales", y muchos pensaran que se está comportando como tal. Yo lo veo como si me estuviese tratando de decir algo. No es una necesidad de atención, es una necesidad de comunicar un mensaje descomunal que no se puede decir en unas palabras.

—Solo por curiosidad, ¿Ocurrió algo entre ustedes dos?

Claro, CURIOSIDAD.

—No...—titubeó.

— ¿Ángela?—insistí. La notaba preocupada, pensativa; su silencio decía más que un "'No" inseguro. Apenas si podía hablar, las palabras se le entrecortaban y no se decidía entre hablar o callar. Finalmente, optó por lo primero.

—Kaitlyn nunca fue de nuestro agrado—retiró el cabello que caía sobre su rostro—. En segundo año las chicas—por "chicas" se refieren a las animadoras—, decidimos jugarle una broma para divertirnos un rato, sin embargo no salió como esperábamos.

— ¿Qué tipo de broma fue?

—Era el segundo semestre. Llenamos su casillero con insectos y rallamos sus libretas con frases obscenas. La broma era algo subida de tono—replicó apenada—. Sin embargo, su respuesta fue inesperada.

— ¿Les regreso la jugada?

—Esperábamos eso, pero fue todo lo contrario—expresó—. Era como si no le hubiéramos hecho nada, no le importó, solo sacó sus cosas y siguió su camino; nos desconcertó por completó. Alguien ordinario se asustaría o se molestaría con algo así, pero ella no lo tomó mal, solo nos volteó a ver y sonrió.

— ¿Quiénes planearon la broma?

—Stephanie y yo, pero te juro que solo fue una travesura, no fue con malicia.

—Lo comprendo—le contesté—. Por desgracia ella no.

No estaba haciendo una simple travesura o elegía sus víctimas al azar, se estaba vengando por cosas del pasado, cosas que aparentaban estar en olvido. De una forma todos estaban conectados, la incógnita era descubrir su relación. Había escuchado suficiente para formar una pieza más, solo me restaba encontrar el lugar donde encajaba.

—Te lo agradezco—me levanté y extendí mi mano hacia ella—. Me has ayudado con tus respuestas.

—Espera—tomó mi mano y me indicó que tomara asiento de nuevo—. ¿Te vas sin decir algo?

—Tengo cosas...

—Anda, no seas tímido—dijo con una sonrisa maliciosa. No me lo esperaba aunque debí haberlo hecho. Todos ofrecemos algo por un precio, lo olvide por completo. Tomé asiento, su mirada se había tornado avariciosa como si tuviera la oportunidad de descubrir algo frente a ella.

—Si es en cuanto a lo de aquella noche...

—Ya me contaron eso—rió—. Tardaré mucho en limpiar la piscina, y sabes, tengo una fiesta esta semana...

— ¿Quieres que te ayude a limpiar?

—No, gracias—se levantó y comenzó a pasearse por la sala sin plan alguno, solo caminaba—. Lo quiero que es tu ayuda para encontrar a alguien que preste su casa para hacerla.

—Conozco a alguien—me incorporé y al seguí. Era raro pero gracioso platicar mientras caminábamos sin idea, como un tren descarriado—. Haría lo que sea con tal de incrementar su popularidad.

— ¡Eso es genial!—me tomó por los hombros y me sacudió—. ¿Crees que acepte?

—Si eso le da fama, estoy casi seguro que lo hará.

Me despedí de ella, agradecí sus grandes aportaciones y salí de la casa con más energía que cuando llegué. Tomé los apuntes en mi libreta y guardé la nota en medio de ella.


Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora