Capítulo 16

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Llegamos a las instalaciones. Saltamos la valla que limitaba los verdes campos y nos sentamos en una banca. Es hermoso el lugar. Los jardines frente a la "mansión" dan un ambiente de película.

Nos relajamos y dejamos que el tiempo corriera. El viento en verano movía los árboles, al mismo tiempo que los patos dormían en sus hogares. Los jardines floreados eran hermosos, ideales para ambientar una preciosa velada. Finas gotas caían sobre nosotros, como el sereno de una fresca noche de verano.

De la nada Kaitlyn sacó la caja de huevos y comenzó a arrojarlos sin blanco alguno, uno tras otro sin motivo aparente.

—Disculpa pero, ¿Qué haces?

—Arrojando blanquillos a la intemperie—rió—. ¿No es obvio?

—Me refiero a por qué lo haces.

—Me gusta, es como una metáfora de la vida—colocó un huevo en mi mano—. Mira, lánzalo a donde quieras.

—Está bien, creo...—arrojé el huevo. Se estrelló contra el suelo y se quebró. El relleno se esparció por el pasto—. No quiero sonar grosero pero, todavía no entiendo.

—Imagina que este eres tú—tomó uno—. No importa desde que tan alto caigas, aun cuando sea una altura mínima siempre obtendrás una rotura en tu ser, pero el interior queda intacto. Imagina que estás aburrido de tu vida y te pones a buscar aventuras que involucran problemas. Un huevo puede estar tranquilo en su cajita, pero cuando decide salir y por cualquier motivo cae o alguien lo arroja tan lejos como puede, el resultado no es agradable. No hay problemas grandes ni pequeños, simplemente existen problemas y ya. No importa cuán preparado vayas, si cometes el más mínimo error, puede ser el último. Pero no todo es desgracia, también existen aquellos huevos que tienen la fortuna ser atrapados antes de impactar o caen en un suave colchón de pasto. Todo depende del cristal con el que lo midas.

Si algo aprendí de Kaitlyn en estos años fue su filosofía. No era optimista ni pesimista, más bien mantenía un equilibrio entre ambas. Sus pensamientos siempre fueron profundos, íntimos y en muchos casos, confusos. Influyó en mí de forma significativa. Crecí escuchando sus frases y comentarios elocuentes. Nunca callaba, siempre expresaba su sentir de una manera perspicaz, ÚNICA, de la forma que solo ella sabe hacer.

—No lo había visto de ese modo—la miré.

—Cada persona ve la vida de una perspectiva diferente—me miró—. Hay quienes la miran como su patio de juegos y desperdician cada maldito día de su maldita vida buscando arruinar la de los demás. Otros simplemente la ven como una aburrida relación con la ciencia; y también están los que pasan toda su vida estresados tratando de descifrarla. En mi caso, prefiero solo disfrutarla. Las respuestas te las da la vida misma cuando tú menos lo esperes.

Cada palabra tenía mayor impacto en mí. No podía dejar de pensar que quizás serían las últimas palabras que escucharía antes de que partiera fuera de la ciudad.

—Realmente eres encantadora—le dije—. Nunca he dejado de pensar en tantos buenos momentos que pasamos.

—Es casi como si fuese ayer.

Ambos sonreímos, fue hermoso. No puedo pensar en un futuro que no la incluya. Todos los caminos me llevan a ella y es un destino al cual añoro llegar.

—Sin que te enojes—le pregunté—, ¿Qué pasó entre tú y Ashley?

—Imagina que le das a cuidar a alguien un cajoncito con algo preciado dentro y que regara las cosas por doquier—recogió su cabello—. Es todo lo que puedo decir.

— ¿A qué te refieres con "cajoncito"?

—ES TODO LO QUE PUEDO DECIR.

—Ok, vale, no te molestes—el tono de lo anterior fue algo molesto. Quizás la magnitud de lo que sea que Ashley le hizo estaba fuera del alcance de mi comprensión—. Bueno, dime, ¿Qué ha sido de ti?

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora