Capítulo 39

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Si tuviera que contar las metidas de pata de Bryan, escribiría un capítulo entero sólo para enlistarlas, y un libro si tuviese que describir cada una de ellas. Pero debo admitir que me divierte salvarle el trasero una y otra vez. Como en quinto año, cuando olvidó llevar ropa interior a la escuela y justamente ese día teníamos clase de deportes. El short flojo no jugaba a su favor, y en cada salto se producía un "campaneo" en sus partes nobles. Literalmente, todos le veían el bulto sin disimular, y él ni siquiera le importaba.

Sentí pena ajena, esa que te da cuando ves una película familiar y se ponen a cantar y no sabes si seguir la letra, ver los dibujitos o verse unos a otros respirando incomodidad. O como cuando una chica simpática sufre alguna caída o carece de técnica para caminar en tacones. O como platicar con un tipo con un cilantro en el diente.

El punto es que lo lleve a los vestidores y le dije que se cambiara. Busqué un short arrumbado que fuera dos tallas más chicos que el suyo. Lo encontré, pero me arrepiento de haberlo hecho. Era un micro-short, y no dudo que a un tipo de 30 kilos le quedaré como pantalón entubado. Se bajó el que ya traía frente a mí sin mostrar una pizca de vergüenza. Se puso el short debajo del suyo como si fuese calzón, era incómodo, pero a él le agradaba. "Tengo estilo", decía. Claro, estilo obsceno y enfermo.

¡Demonios! Reíamos. Su risa era de alegría y la mía de vergüenza. Maldito Bryan, me ha hecho pasar muchos dolores de cabeza pero agradezco cada ridículo minuto.

— ¿Puede ser peor?—replicó Ashley.

—Sólo está perdido, ¿Cómo? No lo sé.

—Una palabra es lo que estás buscando: KAITLYN.

—Todo tiene un motivo—le dije—. ¿Qué tal si sólo se lo llevó con ella para que al encontrarlo encontremos a ambos ahí? Sería como un "2x1"

Siempre positivo era lo que me decía mi maestra de Legislación. Decía que yo era un tipo optimista, y ahora más que nunca debo demostrarlo. ¿Muerto? Para nada. ¿Sano? Quizás. ¿Desaparecido? Por supuesto.

Si combinamos a Bryan y Kaityln hay tantos escenarios posibles como estrellas en el cielo. No tienen mucho en común, pero lo que uno puede llegar a hacer con el otro sí es realmente enfermo. Que uno secuestre al que se le asemeja en locura nos induce a pensar lo mismo, o hasta algo peor. Kaitlyn tiene desparecidos a ambos, Karen y Bryan, y puede jugar con ambos a lo que ella quiera, los obligará a hacer lo que le plazca aunque el resultado afecte su integridad y salud.

Literalmente, habíamos visto cada cuarto, pero no aseguro que algo se nos haya pasado por alto. La carencia de iluminación y del servicio de luz en sí no nos ayudaba en lo más mínimo (excepto por el aire acondicionado. Si Kaityln iba a trabajar, obviamente lo haría bajo su comodidad. Me da risa pensarlo).

Nos sentamos en el rincón menos oscuro, que seguía siendo oscuro. Hasta el suelo de esta casa es más cómodo que cualquiera que haya pisado antes, tanto que me haría mendigo con tal de dormir en este piso.

—Ya consultamos cada habitación y sólo encontramos faldas, blusas, fotos con varones y perfumes—le dije a Ashley.

—Micro-faldas, blusas escotadas, fotos con hombres sexys y perfumes con feromonas es lo que quisiste decir—rió Ashley—. Me agrada, pero nada mejor que mi guardarropa.

— ¿Alardeas?

—Lo necesario—jaloneó mi ropa—. Tú lo has hecho muchas veces más.

—No soy un tipo presumido.

— ¡Claro que no lo eres!—golpeó mi frente y dijo con sarcasmo—. Pero me duele decir que es todo lo contrario.

—Dime alguna vez que lo haya sido.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora