Capítulo 43

15 5 0
                                    

—Todo es una mierda—me dice una voz de al lado. Es Bryan.

— ¡Dios!, ¿Qué haces aquí?

—Tienes un GPS en tu tennis, olvidaste quitarlo. Wade te lo puso el día en que nos visitaste.

¿Un GPS? ¡¿Y si también hay una cámara?!

—Cuando...

—Sí, cuando me di cuenta que Ashley tenía intenciones de invitarte—palmeó mi espalda—, pero eso ya es historia.

No lo recordaba. Dios, tantas barrabasadas en tan pocos días. Debe ser un record.

—Viejo, parece que le gustas.

—No diría lo mismo. Es algo dramática—dijo él—. No de las que les gusta ser el centro de atención, sino de las que toman todo personal.

— ¿Y eso es malo?— ¿dónde está el maldito localizador? No dejo de buscarlo.

—No lo es. La verdad, es una buena excusa para sentarme a su lado y ser el caballero que la proteja. Siempre y cuando el adversario no sea mayor que yo.

—Pero temes perder tu "carisma" por obtener esa pizca de delicadeza y sensatez que una chica te da.

— ¡SOY BRYAN! ¿Sabes la carga que eso implica?

— ¿Ninguna?

— ¡EXACTO! ¿Mi presencia significa algo? ¡CLARO QUE NO!—ahora gritaba y escupía mucho. Estaba tan cerca que olía su camiseta. Por primera vez olía a limpio.

—Kaitlyn me dijo aquella noche que Ashley estaba enamorada de mí. No importa si era cierto, porque ahora estoy casi seguro que eres tú el tipo de sus sueños.

Permanecía callado y me observaba muy de cerca. Su cercanía ponía en duda aquel postulado de "olía a limpio". En zonas permanecía el olor a ropa sin lavar. Era incomodo, parecía como si quisiera besarme, pero es obvio que no lo haría...creo.

— ¿Dakota, cómo haces eso?

— ¿Hacer qué?

—Ayer te diste cuenta que la chica que amas falleció, hoy amaneces en un lugar como un marginado de mierda y te veo sentado en una banca hablando solo como un demente.

— ¿AYER?, ¿Qué día es hoy?

—Miércoles—mostró la pantalla de su celular—. Tu mamá llamó desesperada porque nunca llegaste. Me encomendó la tarea de dar contigo. No fuiste fácil de encontrar, pero sabiendo que no tienes auto propio, es fácil deducir que estarías por ahí vagando. Si no es Wade, es a mí con quien acudirías. Y no dormiste conmigo.

—Buena deducción. Aunque hubieses errado de no tener el rastreador.

—Deja de buscarlo. No puedo creer que te lo creyeras—arrojó un poco de tierra del suelo hacia mi cara—. No sabes cuánta gasolina y tiempo gasté para dar contigo. Pero no importa, creo que lo vale. Ahora dime, ¿Cómo haces para estar "bien"?

—No me siento bien. Es imposible no estar en un estado de confusión e incredulidad ante todo esto. Estoy fatal, destruido y vacío en casi su totalidad. Pero si me encuentro devastado, si mi día va mal, si estoy a punto de morir o sueño con hacerlo, sólo yo debo saberlo—repliqué—. Con dar lastima o mostrar una cara clamando por ayuda no se solucionará el maleficio. Ya está hecho. No puede cambiarse. Sólo resta asimilarlo e intentar superar toda esta desgracia.

— ¿Puedes creerlo? Un día nos estás diciendo que Kaitlyn es la maldita "elegida". Al otro, nos dices que pensaste buscar a esa persona en nuevos horizontes. Después, cuentas una historia increíble con Kaitlyn Margot Danvers y Daniel Dakota Frías como protagonistas teniendo la noche de su vida, sólo para darte cuenta la semana siguiente que esa fue la última vez que la viste.

Hay cosas raras, como ser golpeado por un rayo, o sufrir una pérdida, o ser alcanzado por una pelota de faul en un partido de baseball. Pero sin dudas, lo más raro que existe es que Bryan Joseph Morgan te haga entrar en razón. Maldita sea, tenía sentido. Tu vida puede ser fantástica el viernes, y para el lunes siguiente ya está ella un asco. El destino no conoce de tiempos. Si algo debe suceder, sucederá, así sea en el momento más inesperado. Y así fue Kaitlyn. Un destello. Un eclipse. Un relámpago golpeando mi ser de forma inesperada Tan inesperada como su llegada a mi vida. Y tan inesperada como su partida de ella.

— ¿Sabes? Mis padres tenían planeando para mí un viaje a París con un acompañante. Debía elegir a quién llevar.

— ¿Y ya tomaste esta decisión?

—En ese entonces era difícil. Ahora, me es casi imposible pensar en aviones.

—Imagina que Kaitlyn va en ese avión, quizás eso te haga sentir mejor, o peor...

— ¡Bryan, eso es...es...raro...!

Es impresionante. Quizás si él hubiese sido el afectado, su mentalidad sería diferente, pero lo dudo. En definitiva, sus bromas indebidas me hacen sentir mejor, aun cuando estas jueguen con la integridad o algo sensible.

— ¿Y sabes qué más es fantástico? ¡La fiesta de despedida en casa de Ashley!

MALDICIÓN, lo había olvidado.

— ¿Qué? ¡Dios, no lo recordaba! Espera, ¿Casa de Ashley?

—La primera opción había sido Ángela, pero su casa dice que fue saboteada. La siguiente casa, la más ostentosa era la de Karen Dempsey, pero bueno, digamos que tampoco está en buenas condiciones.

—Concuerdo—le dije.

—Y ahora, Ashley se ofreció con su casa para hacerlo. Será en honor a Kaitlyn, su "mejor amiga".

—Y eso es a las...

—A las 8 de la noche—guiñó el ojo. Era malísimo guiñando ojos, que se volvía perturbador verlo. Era como " Marshall Eriksen" de la serie "How I Met Your Mother". Si no la han visto, deben verla—. Es la hora perfecta para asestar un "69" con la anfitriona.

—No hablas en serio—reí.

—Lo haré, e incluso haré que ella sea quien me lo pida.

—HAHAHAH, Dios, eres un asqueroso.

— ¿Tener sexo es asqueroso?, ¿O es asquerosa tu teoría del sexo hasta el matrimonio?

—Ambas lo son, lo admito—reí—. Suerte con ello.

— ¿Quieres sumarle adrenalina? Cuando estemos en pleno acto, puedes entrar a la recámara, desnudo y sumarte para un trío. ¡ESO SERÍA ÉPICO!

—Y asqueroso, no lo dudo.

— ¿Como tu vida tras la muerte de Kaitlyn? No creo.

Tenía 8 horas para despejar mi mente. No logro asimilar que pasé un día entero en la acera dormido. Quiero sacar mi celular, pero al introducir mi mano al bolsillo, noto algo extraño. Un ardor, una molestia que me impide flexionar mi mano ¡Dios, mi muñeca, tiene cortadas! No se ven muy profundas, pero están ahí. Ahora me duele la cabeza, todo es tan complejo. No consumo drogas, ni pienso hacerlo en algún momento. Pero esto de las cortadas, comienzo a recordar. ¡Demonios!, no puedo creer que haya sucumbido.

La tristeza y estado anímico pueden influir en nuestro estado físico, o en cómo nos queremos ver. O cómo queremos fortalecerlo, o dañarlo. Pero esto, no es un escape a mis problemas ni una solución a ellos, y lo hice. Y en el momento se sintió bien. La adrenalina de romper las barreras a la zona de peligro. El placer de provocar dolor a tu ser y tener la sensación de que todo está perdido. Desvanecerse en un mundo de desahogo extremo, sintiendo la cascada brotando en caída libre de entre la grieta, tiñendo de rojo todo lo que se le cruza en su camino. Pero la melodía culmina con un sabor amargo. Aseguras que será la última vez que lo hagas, pero vuelves, tomas ese filo y rompes el silencio de nuevo. Te haces más vulnerable conforme se vuelve más usual en tu vida, y crees que esa debilidad es sinónimo de valentía, pero es algo erróneo. Me equivoco, y continúo haciéndolo, y me arrepiento de hacerlo.

He tenido fortuna de que sólo sea una leve incisión, y que aún no llega el diluvio que desborde el río, y con ello, seque el mundo entero. Mi mundo. Mi realidad. Mi fin.

No quiero abordar estos temas. Resultan más complicados de lo que parece. No es algo que me aterre, o que quiera evitar. Sólo es algo que unas cuantas palabras no se puede explicar.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora