Capítulo 3

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Caminé para liberar tensión, a la par que buscaba a Stephanie. Entré al gimnasio y efectivamente se encontraba practicando un número de porristas con sus amigas. Es divertido ver como discutían por decidir quien tuvo la culpa de que algo salió mal. Algunas veces hasta dejaban que alguien hiciera un salto para dejarla caer a propósito con tal hacerle una "broma". Pero a fin de cuentas eran amigas. Nunca entendí su sentido del humor.

Algunas de ellas eran de los primeros grados. Mi filosofía me decía que sería un poco abusador acercarme a una menor para hablarle como si quisiera algo cuando yo tenía 17, casi 18. No era tanta la diferencia de edad, de hecho es uno o dos años, pero no me sentía a gusto. Limitarme a esto no significa que tampoco puedo tener amigas ahí.

De entre todas ellas destacaba una chica rubia de ojos azules. Demasiado "cliché". No era el tipo de chica con "grandes atributos" ni una reputación al estilo "soy la más popular: mírame", pero sí la que tiene un hermoso rostro y que te da ternura con solo verla. Pero claro, sí tiene lo suyo. Con estas características cualquiera se imaginaría a una presumida egocéntrica "hija de papi", pero no. Era la persona más amable que jamás conocí y además, venía de una familia adinerada. Pero esto no le quitaba su gentileza. ¿Su nombre? Ashley Brooke Harper.

Una de las cosas que juré que debía hacer era conocer a una chica llamada Ashley y que fuera encantadora en cualquier sentido. Al menos podré morir sabiendo que conocí a una rubia americana con un nombre hermoso.

Siempre hubo solo un inconveniente para no poder establecer otro tipo de relación con ella y era aún más importante que la edad: Bryan estaba eternamente enamorado de ella. Hasta los pervertidos tienen su corazoncillo. Cada vez que estaba con ella se inspiraba y se le venían a la mente palabras que ni él sabía que existían, pero nunca se las dijo. No lo culpo, no creo que haya un tipo que no se quede sin palabras al ver a una rubia angelical merodeando por la calle. Aun así, ese no había sido obstáculo para iniciar una amistad con ella. Si bien se me cerró una puerta, una más grande se abrió para darme la bienvenida. Era amiga íntima de Kaitlyn, así que sabía más cosas de ella que nadie más. Algunas veces hablábamos de sus gustos y ella era la cara opuesta de la moneda en cuanto a Stephanie. Mientras que Stephanie solo se encargaba de contarme cosas malas de Kaitlyn que envenenaran mi sentimiento (nunca me molestó, sabía que ella siempre encontraba lo bueno a las adversidades, y a pesar de todo lo que decía, me sacaba muchas sonrisas. Era mi mejor amiga, lo último que quisiera es hacerme sentir mal...creo), Ashley me contaba maravillas de ella. Me apoyaba, me daba ánimos y revivía mi esperanza. La forma en la que lo comentaba era muy dulce, y eso sin hablar de su voz ligera y cautivadora. Si quieres encontrar a alguien como Ashley Brooke Harper (me encanta decir su nombre) debes tener la suficiente suerte como para ganar la lotería 3 veces seguidas y caer águila en un volado 20 tiempos. Suerte con eso, Bryan.

Creo que llegué tarde, y apenas me puse cómodo en el asiento cuando todas se despidieron y se desearon suerte para que les saliera bien en la noche. Me duele la cabeza de escuchar cada 5 minutos "te veo en la noche". ¿Es acaso un complot para hacer de mi último día de clases un infierno?

Todas las animadoras salieron corriendo del gimnasio. Al parecer iban a tener un almuerzo especial de despedida. No lograba ver donde estaba Stephanie, así que tuve una de las mejores pero peores ideas de la historia.

— ¡Fanny!—grité estruendosamente. Acaparé la atención de todas, pero no de la mejor forma. No importa cuán ridículo sea el plan, si al final consigues lo deseado no tienes por qué arrepentirse.

Stephanie dejó de hacer lo que sea que estaba haciendo y se acercó seguida por la vista de sus amigas, acompañada de una risa burlesca.

—Déjame adivinar—sopló el cabello que caía sobre su frente—. ¿Te enteraste de lo de Kaitlyn y David?

—Este... no, cómo crees—froté mi cuello y apenado le dije—. Está bien, sí, me enteré que David se la quiere...

— ¡Sí!—me interrumpió—. No tienes que decirlo. Ni siquiera quiero asistir. Siento que todo se verá muy forzado. Lo que sea que David tiene planeado hacer para desviar nuestra atención no lucirá lo suficientemente natural, o a menos que quiera hacerlo en frente de todos. No faltará quien se cuele en la escena y lo grabe todo. Solo iré porque todo el equipo de porristas lo hará y no quiero ser la única aguafiestas que se quede en su casa toda la noche comiendo palomitas viendo Netflix a las 12:00 de la madrugada.

—Haré precisamente eso esta noche—le contesté.

— ¿Te escurrirás para grabarlo? Eres un "loquillo".

— No es mala idea. Pero me quedaré toda la noche viendo la TV.

— ¿Qué dices?, ¿Cómo qué no veras a tu amor platónico por última vez? ¿Cómo sabes que esta no es la última oportunidad que tendrás de verla? Toda tu vida te estarás lamentando por no haber querido gastar 4 horas de tu tiempo solo por no dejar de ver la TV un rato. Verás sus fotos y dirás "Recuerdo el día en que preferí quedarme de perezoso en mi casa en lugar de ir y despedirme de mi 'crush' tan 'legendariamente' como siempre lo había soñado y dejé que alguien más triunfara en ello solo porque mi flojera fue mayor a mi amor".

—Querida, ¿Es en serio?

— ¡Obvio no!—exclamó—. Nunca entendiste el peculiar sentido del humor de tu amiga. Ya lo sé, todo el equipo de porristas se enteró. Nadie sabe porque no fuiste invitado pero no le des mucha importancia.

—Tienes razón, puedo encontrar la forma para colarme en la fiesta y así mantenerme informado de lo que pase.

—No será tan sencillo.

— ¿Por qué lo dices?

—Porque David entregó una especie de "llave" a los invitados, y tal parece que ha contratado un equipo de guardias para que se paren en la entrada de su casa y cerciorarse que toda la gente que entre haya sido invitada, SIN INTRUSOS.

— ¡Demonios!—golpeé al aire—. Entonces... ¿Me ayudarías una última vez en el año? Ya se lo encargué a Bryan, pero conociéndolo no dudo que se emborrache a tal punto de no recordar nada, además de que cambiaría la historia a su conveniencia. O simplemente se le olvidará hacerlo.

— ¿Es una favor o una ayuda?

—No lo sé. Un poco de ambas—reí. En cierto punto, me considero un tipo que "no sabe nada". Es involuntario. Al inicio de muchas palabras es inevitable no usar el término "no lo sé" sin motivo aparente. No significa que no lo sepa, solo significa... no lo sé, supongamos que significa algo—. Quiero que mañana me des el recuento de los hechos que sucederán en la noche. Y aprovechando que eres amiga de Ashley y ella de Kaitlyn, quiero que te mantengas cerca de ella para conseguir información fundamental. ¿Está bien?

— ¡Rayos! Si no fuera tu amiga te mandaría al demonio, pero debo admitir que suena interesante.

— ¿Es en serio?—pregunté.

—La verdad, no— suspiró y torció la boca. Su rostro me decía su inconformidad—. Ah, está bien, lo haré, ¿Qué más da?

—Reafirmo lo grandiosa que eres—la estruje.

—Lo sé, soy perfecta—alardeó—. Entonces, como no me podré dar el lujo de disfrutar la velada, te advierto que llamaré en cualquier momento para contártelo y no te estaré rogando, por lo que si no me contestas al primer intento, lo siento.

—Pero habías dicho que ni siquiera querías ir.

— Lo sé, por eso ahora TENDRÉ que ir.

— ¡Dios, eres grandiosa!

—No es necesario que lo digas—sonrió y alzó una ceja.

—Presumida—le dije. Salió del salón fingiendo prepotencia, burlándose de lo dicho. Su caminar era algo provocativo. Tenía esa "chispa" que las mujeres latinas poseen para mover las caderas.

— ¡Oye Daniel!—gritó mientras iba de salida.

— ¿Quieres otra misión?

—CLARO CAMPEÓN—rió desmesuradamente—. La próxima vez que le quieras contar algo a alguien, asegúrate de que no sea a Billy "EL SOPLÓN" Waters.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora