Capítulo 26

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(Voz de Ashley)

Escuchaba todo lo que Daniel y Wade platicaban, se veían muy adentrados a su investigación, aunque en algunas cosas no coincido con él. Por algún motivo no quiere que sepan de quién estamos hablando. Es un impedimento para que la búsqueda continúe, yo también quiero saber que está pasando y detenerla. Kaitlyn es mi amiga y no quiero que se meta en problemas, pero la mejor forma de ayudarla es obteniendo detalles concretos, no superficiales. Expresé estar de acuerdo con Wade, puesto que pienso que sería lo mejor para profundizar la investigación, a lo que Bryan pensó de la misma manera que yo. No lo sé, lo dijo de una forma chistosa, tanto que no contuve reír con ligereza en ese momento, misma que no le causó mucha gracia a Daniel. Nos tomó a ambos y nos llevó hacia la planta baja para sentarnos en el sillón de hace unos minutos. Dany se despidió con cierto nivel de antipatía, tal vez producto de su preocupación. Él lo niega pero cada vez que se siente preocupado o incomodo esta es su forma de liberar tensión. Cuando anda de buen humor comienza a bromear con la situación, pero cuando no, se torna prepotente y se vanagloria, como esta mañana en mí casa. Me parece agradable, lindo, como el estereotipo del sujeto grande que es capaz de dar la cara por alguien hasta la muerte combinado con una pizca de delicadeza, estilo e ingenio para idear una movida "legendaria" (como las llama él).

Una vez Daniel dejó la sala, Bryan se levantó para tomar una silla. Tenía escrita en la parte frontal del respaldo la leyenda "Mi silla favorita", que si estuviera en mi casa pensaría lo mismo. Lucía cómoda, de color azul marino y con superficie suave por todas partes. Cruzó sus piernas y apoyando su codo en su rodilla descansó su barbilla sobre su puño, me miró fijamente con aparente seriedad, una de la cual sin explicación no pude contener la risa.

— ¿De qué te ríes?—dijo Bryan manoteando por todos lados.

—De nada—traté de disimular la risa.

— Es por mi uniforme, ¿Cierto?—tomó un plumón de la mesa, estiró su camiseta y escribió en ella "El mejor jugador"—. Desearía serlo de verdad pero me conformo con serlo en los videojuegos.

Una vez más reí. Con Bryan cerca no podía ni durar 5 minutos seria, lo que cumplía con el acomedido de olvidar lo sucedido unas horas atrás. Realmente no lo recordaba de dicha forma, es como si su verdadero ser saliera a flote. Me había dejado llevar por los comentarios de las demás que me privé de mi opinión.

—De hecho, es por tus canas—le dije.

— ¿Estás?—palmeó su cabeza—. En mi otra vida fui zorrillo, así que agradezco conservar el cabello negro y blanco en lugar del apestoso olor.

—Te creo—estaba por ocurrir una vez más pero con un poco de calma y respiración tranquila evite la incómoda risa.

—La forma es rara, como la de un...

—Ya lo sé—puse mi dedo índice en sus labios—. No creo que sea lo mejor hablar de eso ahora.

— ¿Lo sabes?—ocultó su rostro con ambas manos, se inclinó demasiado y dijo con voz entorpecida. Levantó el rostro y sus ojos se veían llorosos, como si tuviera un pasado trágico con esa reacción. Quizas no era del todo malo la forma que decía, pero la respuesta de las mujeres hacia dicho comentario les causaba repudio, según había escuchado—. No quiero que pienses eso de mí.

—Bray, ¿Puedo llamarte así?—me acerqué a él y lo abracé—. No te preocupes, unas palabras no harán algo malo.

En ese momento me di cuenta que el tipo al que muchas catalogan como un pervertido es mucho más que eso. Es un tipo como nosotros, con sentimientos igual que uno, sentimientos que a diferencia de muchos sabe cómo expresarlos con naturaleza sin caer el burdo. No teme a hacer un mal chiste ni bromear con él mismo, es simpático, extrovertido diría yo, y lleno de energía. Esa mala imagen que tenía grabada en mi cabeza de él se ha borrado, sustituida por una nueva. He cometido muchos errores antes y sin duda este es uno de los más grandes. No sé por qué no lo había tratado anteriormente, tal vez porque me dejé llevar por las voces ajenas o los rumores que escuchaba, pero hoy he despertado de eso y estoy lista para empezar. Cuando Daniel me dijo que conocía a los expertos en alegrar el día jamás pensé que fueran profesionales. Dany, te debo una.

Cuando amanezca ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora