Luna

96 18 5
                                    

—En este mundo de sueños no hay luna, no hay sol... —dije, más para mí misma.

¿Quieres que cree un par para ti? —Preguntó él, mi delirio.

—¿Puedes hacer eso? —me miró incrédulo— bien lo siento, pregunta estúpida.

Veamos, algo así —tapó mi vista con una de sus manos— dime como los prefieres.

¿Sabes? Ponte creativo. —Se rió.

Típico —dijo divertido, un segundo después suspiró, se quedó callado y quitó su mano, —ya puedes mirar.

Abrí mis ojos. Uao.

La luna era tan blanca y brillante, suele dar compañía y nos da nostalgia su soledad, pero esta vibraba de energía y calidez. Tenía un leve color morado, sus manchas, sus lunares, eran visibles completamente, casi pulidos. Era tan poderosa como el sol.

¿Qué tal? —Preguntó.
Cuando lo miré me enamoré aún más... La luna se reflejó en sus ojos, un espectáculo, un hechizo total. Sus pupilas parecían dos profundos pozos mágicos, llenos de tesoros inexorables, y con la luna, aquel brillo le daba sensualidad y dulzura.

Este hombre no puede ser tan bello.

¿Qué tanto me ves? —Sonrió.

—Solo veo un poco de tu perfección.

Puedo ser un Dios, pero eso no implica qué.

—Deja la modestia, me importa un comino, eres hermoso.

Gracias, me halagas.

Dijo, hasta noté un poco de pudor. Al parecer mi Morfeo se puede intimidar.

Oniros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora