Un verdadero premio.

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Me sorprendí bastante al escuchar la respuesta de Emma a mi pregunta improvisada. La verdad aquella respuesta cuestionaba toda mi teoría sobre el hecho de que los hombres son los que piensan en aquello sin antes pensar en la persona con quien lo hacen, pero a juzgar por lo que ella había dicho, creo que ambos géneros pueden llegar a ser iguales en aquel tema.

-Qué lo disfrutes, querida amiga.- le sonreí, pues la sorpresa era bastante como para actuar de otra manera.
-Lo haré.

* * *

Luego de hablar con Emma sobre el tema que había mencionado antes, me despedí de ella con un abrazo y continué mi camino hacia la cabaña que me correspondía. Estaba cansada y no estaba muy segura del porqué, pues a parte de la competencia no se había presentado ninguna otra situación que involucre el esfuerzo físico. De lo único que estaba segura es de que no podía esperar para ver mi cama.

Al llegar a mi cabaña, entré y me dispuse a ir hacia mi habitación, pero unos gritos llamaron mi atención. Me tranquilicé al saber que no se trataba de un posible asesinato, como antes había mencionado, pues los gritos que se podían oír a kilómetros eran de una mujer con los nervios algo alterados.

Los insultos que pude oír provenían del pasillo cercano a la habitación de los chicos, por lo que me vi obligada a acercarme un poco más para poder presenciar tal acto con mis propios ojos. Caminé lentamente hasta la esquina de la pared y allí asomé la cabeza para poder observar lo que estaba ocurriendo. 

Andrew y Stella.

Debí suponerlo desde el principio. Desde que nos encontrábamos en el comedor pude darme cuenta de que Stella no se encontraba con ganas de pasar el tiempo con Andrew y mucho menos solos, en una misma habitación, durante todo el día. Los reclamos continuaron cerca de media hora más, y me refiero a reclamos porque ella sólo pedía explicaciones sobre lo que Andrew se encontraba haciendo con Jessica minutos antes.

-¡¿Por qué no la elegiste a ella entonces?!
-No la conocía en ese entonces.

No podía creer lo que estaba escuchando. A él le atrae Jessica Ewers. De otro modo no hubiera estado con ella y tampoco contestaría a Stella de esa manera. Es realmente un idiota y no pienso volver a verlo del mismo modo en que antes lo hacía. Y, aunque antes ya había dicho esto y no lo había cumplido, no lo conocía en esta faceta, no sabía que aquella indiferencia pudiera llenarlo de tal manera. Esta vez ya no podía ser tan idiota y volver a creer.

Y con aquella escena que había presenciado, supe que ya no necesitaba estar más tiempo en ese lugar. Me duele saber que el primer chico que me atrajo en este campamento haya resultado de esta manera. Entiendo que pueda preferir a otras mujeres, nadie lo culpa, pero el hecho de haberme tratado tan bien, estar conmigo y haberme hecho sentir de una manera distinta me hicieron pensar de otra manera.

De nuevo pasó. Me ilusioné. Dije que no volvería a sentir eso por un chico que no conocía lo suficiente. Pero llegué aquí.

Esta vez ya no pensé en caminar hasta la puerta, pues quería abandonar la cabaña lo antes posible y encargarme de que sepan que alguien estuvo allí. Fue por eso que corrí hasta llegar a la entrada, abrí la puerta con lentitud como antes lo había hecho, pero en cambio la cerré dando un portazo. Y ellos se enteraron de mi presencia, pues nadie más se sentiría mal al presenciar aquello.

No sabía a dónde iría luego de salir de allí, así que no tuve mejor opción que el sauce de la laguna. Un bonito lugar, con recuerdos tanto buenos como algo desagradables. Me senté a la sombra de aquel bello árbol y cerré los ojos para que el resto del mundo desapareciera por un instante, pues no quería verlo. Se había vuelto a burlar de mí.

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