Una forma de enloquecer.

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Miré a Josh con asombro luego de haber mencionado aquella oración tan inesperada para mí, aunque sabía que en parte era lo que yo le había demostrado a él. Con la actitud que había tomado ante todo lo que estaba ocurriendo, el hecho de que seguí a Jessica luego de que esta comenzó a burlarse de lo que ocurrió con Thomas, haber pasado todo el día tanto con mis amigos como con Thomas en nuestra cabaña, todo esto le daba a él una clara idea de que me había olvidado de su existencia. 

Lo cierto es que estaba preocupada por lo que podría pasar al día siguiente, ahora ya era de noche por lo que no me quedaba mucho tiempo para explicar lo que realmente necesitaba y hacer que entienda todo lo que le trataría de decir. Pero no sabía de qué manera podía empezar a conversar con él, no sabía si él quería hablarme de todos modos, no tenía idea de cómo persuadirlo para que lograra entender lo que estaba tratando de hacer con las decisiones que había tomado últimamente.

Lo miré en silencio hasta que él logró notar que no tenía palabras para expresarle lo que deseaba decir. Colocó una de sus manos en mi hombro y comenzó a acariciarlo, viajando desde allí hasta mi codo en un suave toque. Cerré los ojos al sentir que la suavidad de sus dedos se intensificaba con el paso de los minutos y comenzaba a acercarme a él con morosidad. No era lo que yo estaba esperando hacer de todos modos, pero tampoco iba en contra de lo que sentía urgencias de realizar cuanto antes.

Necesitaba sentir sus labios pegados a los míos sin importar todo lo que había ocurrido, tenía el requisito de probar el delicioso sabor de sus besos de nuevo, tan desesperadamente como lo había hecho en alguna otra ocasión. Mis ojos se abrieron por un reducido tiempo, tratando de saber de qué manera él se encontraba, y pude verlo en la misma posición que yo había tomado.

Sus ojos estaban cerrados y su rostro estaba casi tocando el mío, pero yo no conseguía las fuerzas para avanzar y me daba cuenta de que él tampoco podía moverse un centímetro más hasta mí. Nuestros labios aún no se rozaban siquiera, pero podía sentir que su aroma invadía mi espacio, casi chocando con mi rostro y haciéndome sentir de una extraña manera. Lo necesitaba más que nunca pero al arecer él no sentía lo mismo, por lo que decidí no insistir más.

-No te olvidé, Josh.

Él abrió los ojos instantáneamente, soltó un pequeño suspiro y dejó ver por sólo una milésima de segundo una casi indetectable sonrisa. Miró la mano que acariciaba mi brazo y luego la movió de nuevo, rozando mi piel como tratando de disculparse por haber pensado de ese modo hace rato. También yo dirigí la vista hacia su danzante mano, para seguidamente disponerme a mirar sus ojos con atención. Llevé mi mano hasta su mejilla y lo acerqué hasta que nuestras narices se tocaran.

Mi rostro se tornó de un rosa intenso luego de ver su expresión de confusión y asombro a la vez  por haber tomado aquella iniciativa. Me arrepentí de haberlo hecho, pero no hice nada a cambio, me limité a verlo de cerca sin decir una palabra que pudiese dejarme a la defensiva o que lo haga cambiar de opinión, logrando con eso que él ya no quiera estar conmigo por un minuto más. Miré sus labios y al notarlo él los relamió.

Parpadeé  tres veces cuando mucho, sintiendo que la sangre se acumulaba en mis mejillas y que los latidos de mi corazón se aceleraban con cada respiración suya. Cerré los ojos y los apreté con fuerza para no ver la tentación que tenía en frente y no hacer tan evidente lo que tenía ganas de hacer con él. Acaricié su rostro pero no con delicadeza precisamente, sino con aspereza  y descuido, provocando que él se exaltara con el toque que le había proporcionado a su cuerpo.

Abrí los ojos. Mi respiración se agitaba.

-¿Pasa algo, Jacklyn?
-Lo siento.- me alejé de él, quité la mano de su mejilla y logré que él soltara mi brazo.- No puedo hablar ahora.

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