Al salir de la cabaña principal, Thomas me tomó de la mano y comenzó a correr hacia un sitio que al principio no pude reconocer, hasta notar que sólo seguía una misma dirección, la misma que yo había seguido tanto tiempo este verano. Nos dirigíamos hacia el lago, el cual luciría perfecto esta noche de luna llena. Y pudimos admirar el paisaje a penas al llegar al lugar, quedando totalmente encantados con la imagen.
Me dispuse a sentarme y apoyar la cabeza en el árbol, pero sentí que Thomas volvía a tomar mi mano, estirando la suavemente para impedir que me sentara en el suelo. Lo miré confundida, pero cuando lo hice pude ver que en su rostro se hizo presente una sonrisa traviesa, como quien sabe que cometerá un gran crimen.
-¿Quieres bailar conmigo?
Bueno, ese podría ser mi crimen de la noche.
-Por supuesto.
De nuevo hizo aquel repetido proceso de colocar una mano en mi cintura y que yo coloque la mía en su hombro. Y así comenzó el baile, al igual que la noche en que habíamos dormido en una misma habitación; la noche en que todo este delirio comenzó. La noche en la que murió la niña de amargos pensamientos y de mente tan cerrada; en la que nació la Jacklyn que comenzaba a amar el hecho de correr riesgos con la persona equivocada.
A pesar de que en momentos como este Thomas no parecía la persona errónea, no lo identificaba como el chico equivocado para mí. Era sólo un chico, una persona normal que bailaba conmigo a altas horas de la noche, cuando quizá ya todos se encuentren cenando. Pero los demás no importaban desde que ambos habíamos abandonado la cabaña, sólo nosotros dos éramos los protagonistas de aquel vals en nuestra imaginación.
Dábamos pasos lentos y suaves, con giros repentinos que él me hacía dar. Él también giraba, lo que resultaba realmente gracioso para mí. Reíamos, conversábamos y cantábamos, hacíamos cosas que nunca había pasado por nuestras mentes hacer, cosas que por la mañana serán sólo recuerdos de una noche maravillosa a su lado. Pero hablando en serio, si quiero que esta noche termine siendo nada más que un recuerdo, quería que terminase ya mismo, mientras aún podía estar con él.
Lo abracé y él bajó sus brazos lentamente, correspondiendo mi gesto. Y en aquella misma posición nos mantuvimos por el resto de la noche, sin siquiera sentir que probablemente Josh ya haya solucionado sus diferencias con Andrew, o que Jessica finalmente haya regresado y cambiado su estropeado vestido blanco. Mas nada importaba en ese corto instante en que estábamos juntos en un sincero abrazo, que al menos de mi parte era así.
Percibía su perfume, el cual le daba una tierna caricia a mis sentidos cuando llegaba a disfrutarlo, y sentía su calor del mismo modo, el cual me hacía tanta falta desde que comencé a sentir el frío de la noche, o madrugada, habíamos perdido la noción del tiempo, por aquella cuestión es aue no tenía idea de la hora que era. Él continuaba con sus movimientos relajantes de lado a lado, y esa por esa misma razón que me resultaba increíblemente difícil decirle que ya era suficiente, pues nos podrían encontrar.
Él seguía, y yo no quería que se detenga, quería que siguiéramos estando allí, a la luz de aquella hermosa luna que se reflejaba en el lago, bailando entre sus brazos, con la suave tela de su saco en mi rostro; simplemente quería tenerlo cerca hasta cansarme de todos estos pasos de baile. Tomó mi mano y me hizo dar un pequeño giro, para luego acercarme a su rostro y presionar sus labios contra los míos.
Y en ese preciso instante supe que nunca me arrepentiría de haber corrido el riesgo con él. Lo haría mil veces más si fuera posible, por el simple hecho de que se trataba de él; Thomas Parker, mi primo. Aunque al pensar en eso se me haya revuelto el estómago, teniendo que alejarme de él en seguida. No sabía si se trataba de lo extraño que resultaba lo que ambos hacíamos, o sólo era el hambre que ya hacía retumbar mi interior con furia por haber olvidado cenar.
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Are You The One? ©
Teen FictionEstamos atrapados. Atrapados en un condenado campamento de verano en el cual no estaría de no haber sido por culpa suya. Thomas Parker. Sus tonterías, su comportamiento y su poco sentido común fueron los que nos causaron este gran castigo. Aunque t...