Capítulo 1

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—"El límite de todos nosotros, es dejar de creer que podemos lograr algo".

El timbre que anunciaba la hora del receso había sonado justo cuando la anciana profesora de literatura había terminado de leer el párrafo del libro que sostenía en sus frías y viejas manos. El inquietante ruido de la silla arrastrándose por el cerámico llamó la atención de todos los presentes en el salón haciendo voltear sus miradas al último asiento de la fila izquierda pegada a la ventana; cierto chico de pelos plateados se había levantado de improviso de su asiento para salir corriendo en busca de su pequeño cerdito.

La clase de literatura había tratado sobre leer un libro que estaba enfocado en la vida de un anciano que, en sus últimos minutos de vida, había evocado a sus recuerdos de adolescencia donde se había forzado a cumplir todas sus metas y eso, para Victor, había sido como una clase de motivación. Se había sentido identificado con ese escritor o, por lo menos, él deseaba lograr lo que ese joven consiguió.

La única meta clara de Victor se basaba en querer conquistar a un chico de un año y un curso inferior al suyo. Yuuri Katsuki es un joven de 16 años de hermosa cabellera negra, con unos ojos chocolates cubierto por los cristales de sus lentes de marco azul; originario de Japón que, hace dos años atrás, se ganó una beca por sus excelentes calificaciones, como, también, obtuvo un reconocimiento por ser un buen patinador gracias a los entrenamientos de Celestino Cialdini.

Yuuri se había ganado el apodo de "Cerdito sobre Hielo" ya qué, cuando había llegado a la escuela, él no tenía la delgada figura que comúnmente tienen los patinadores porque estaba un poco pasado de peso causando que, por prejuicios, muchos no creyeran el que Yuuri era buen patinador. Pero, esa opinión había cambiado al momento en que se presentó frente a todos con una excelente rutina que Victor hubiera deseado presenciar. Desde ese día, Yuuri había sido marcado con tal dulce nombre, como solía pensar Nikiforov al respecto.

Pero, aunque Victor creía que el muchacho japonés tenía enamorado a todos en la escuela, la verdad que él desconocía era que, siendo que era más nuevo, muchas personas (de ambos sexos) se le han declarado como fan o simplemente enamorados, a diferencia de Yuuri quien jamás obtuvo alguna confesión de tal clase. Pero, el ruso decidió ignorar a estas declaraciones, porque, lo único que le interesaba, era que el hermoso chico de orbes chocolate se le acercara para confesarle su amor.

Tal vez eso era pedir mucho, pero soñar no costaba nada. Aún así, si eso jamás llegaba a suceder, Victor tenía un as bajo la manga y todo recaía en el objeto mejor cuidado que tenía, un cuaderno.

Fue orgullo lo que sintió Victor al leer su cuaderno universitario de espirales con hojas cuadriculadas de tapa color azul donde tenía escrito toda la información que logró conseguir del chico de pelos azabache al conseguir ayuda de Yuri Plisetsky quien tenía un amigo quien compartía curso con Yuuri, su cerdito japonés.

En un inicio le costó mucho convencer al rubio para que aceptara ayudarlo, pero finalmente había aceptado con la condición de que Victor le creara una rutina exclusivamente para él, a lo que el mayor terminó aceptando.

Plisetsky era un ex compañero de práctica de Victor. Era un chico guapo, pero su único defecto, era su actitud arisca. A consecuencia de ello, le costaba admitir que sentía cierto grado de admiración por la gran capacidad que tenía Nikiforov de crear rutinas de patinaje que terminaban sorprendiendo en exceso a su entrenador, Yakov. Así que siempre quiso pedirle que le hiciera una para él, pero, como no había podido hacerlo antes, iba a utilizar esta oportunidad para usarlo como un tipo de soborno o chantaje.

Y la suerte estaba del lado de Yuri, porque, un antiguo compañero de la clase de ballet y actualmente su mejor amigo, Otabek Altin, no se negó en conseguirle la información que le pedía, aunque él jamás había intercambiado algunas palabras con el Yuuri japonés y su actitud tampoco le era demasiado amigable al contrario. Pero, aún con lo poco que lograba conseguir, Victor estaba conforme con ello.

Aún así, con el paso de los días, Victor sentía que la falta de información lo estaba matando de apoco, por lo que recurrió a una segunda opción. Él iba a seguir a Yuuri a todas partes (dentro de lo posible), aunque no le importaba lo que pasara o en qué situación se metiera, él solo necesitaba saber sobre el chico que le gusta.

Los primeros días se estuvo debatiendo si debía ir y hablarle, pero no lo quiso hacerlo porque, en una de sus persecuciones, había escuchado en una conversación que tuvo su cerdito con su amigo (el mismo chico que lo estaba buscando cuando andaba ebrio en la fiesta), que no se acordaba de nada de lo que hizo esa noche y, aún con eso, Phichit le recomendó que no intentara recordarlo ya que había hecho el ridículo y había terminado en brazos del chico nuevo, o sea, Victor.

Al inicio, el ruso se había sentido mal porque el chico que le gustaba no recodaba su primer encuentro, pero tal vez era mejor, un buen inicio para ambos. Así que, tomando todo del lado positivo, empezó a seguir al japonés todos los recesos para conocerlo de a poco, aunque igual habló con muchas personas de la escuela quien tenían leve conocimiento sobre la vida de su querido Yuuri. Todo le servía.

Hoy, como era de costumbre de los días martes, Yuuri se saltó la siguiente clase para irse a la biblioteca a relajarse un poco. El chico de hebras negras tenía muy buenas notas porque no gastaba su tiempo en otra cosa que no fuese estudiar y patinar, así que su mente siempre estaba llena de conocimiento, algo que en sus inicios sorprendió al ruso quien había conocido la parte fiestera del chico.

La biblioteca de la escuela era gigante. Había más de 10 estantes de aproximadamente dos a tres metros de alto con un mínimo de ocho repisas donde encontrabas una infinidad de libros de toda clase; en la entrada se encontraba el escritorio de la bibliotecaria que siempre te recibía con una sonrisa y un dulce "buenos días" o "buenas tardes" y, por último, en una parte del gran lugar, se encontraban unas seis mesas rectangulares donde podían sentarse hasta ocho personas.

Las mesas se encontraban una frente a la otra, pegadas a la muralla donde se encuentran los ventanales que daban una vista al gran patio donde se practicaba beisbol. Aunque eso no era realmente conveniente para cuando la pelota golpeara uno de los vidrios, pero bueno, hasta el día de hoy no ha sucedido esta clase de accidentes.

Y justamente, en la última mesa visible, sentado en la última silla pegada a la muralla, se encontraba Yuuri con sus cabellos alborotados, con sus lentes cayendo por su nariz y su mano izquierda mantenía apoyada su cabeza mientras que la derecha sujetaba el libro que lo tenía tan inmerso en su propio mundo.

Victor, emocionado de haberlo encontrando, se sentó justamente en la mesa frente a la de Yuuri y tomó el asiento que le dejaría la vista perfecta para observarlo con dedicación. Puso su cuaderno sobre la mesa y, del pequeño bolsillo de su camisa, sacó un bolígrafo de tinta negra. Él estaba listo para empezar a escribir todo lo que necesitaba saber de su querido cerdito.

Abrió su cuaderno con desesperación intentando buscar la última página donde había anotado algo acerca del chico de lentes y en ella anotó en grande: "Leer el libro 'Un universo lleno de constelaciones'. Comentarlo futuramente con Yuuri❤". Si su querido japonés estaba leyendo ese texto era porque le interesaba y, mientras más intereses en común tengan, más sencillo será acercarse a él.

Victor continuo escribiendo, incluso dejaba un registro de las muletillas o de las expresiones que realizaba Yuuri al momento de leer; era adorable, no existía otra palabra que describiera mejor la hermosa imagen que tenía del muchacho de los ojos marrones. Lo adoraba tanto que no se aguantó más y, del bolsillo de su pantalón gris, sacó su celular para tomarle una fotografía.

—Oye...—aunque hubiera deseado haber sacado la foto, un chico de pelo rubio y de ojos verdes se puso a su lado con una cara de muy pocos amigos—Me podrías decir, ¿Qué haces espiando a mi novio?

-🌸-

Y aquí estoy nuevamente subiendo todo de nuevo, arreglando todo el desastre que hice en el 2016! Ha pasado casi 3 años desde que publiqué por primera vez esta historia y eso me causa mucha sorpresa, jamás esperé que hubiera pasado tanto tiempo.

Pensé que YOI había terminado el año pasado. Aún espero la película que me vienen prometiendo desde que se terminó la serie.

Para los que son nuevos, quiero que sepan que este fic esta terminado desde el 2017 y desde ahí en adelante me he dedicado a publicarlo una y otra vez xD Espero que esta sea la definitiva.

-Xiado-

i'm Your Stalker [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora