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Eloísa bajó de su auto con un enorme oso de felpa. Bueno, no era un oso, más bien un perro, y era casi tan grande como ella. Esperaba que a Alex le gustara. Miró en derredor y vio varios autos estacionados en el jardín, entre ellos un Jaguar. No sabía mucho de los modelos de los Jaguar, pero reconocía ese emblema, así que aquí debía haber visitantes.

Caminó hacia la puerta de entrada de la casa de Ángela y Juan José y llamó al timbre.

Pasaron unos segundos y entonces cayó en cuenta de algo: no se escuchaban los ruidos propios de una fiesta de cumpleaños. Aquí debería haber música, gritos y risas, ¿no?

¿Se habría equivocado de fecha?

Sacó su celular y verificó. No, no, imposible. Ella tenía esa fecha más que grabada en su mente y en todos los calendarios... Hoy era el primer cumpleaños de Alexander Soler.

Revisó las últimas conversaciones en su teléfono entre ella y Ángela, y entonces se dio cuenta de que su amiga no le había dicho nada de una fiesta de cumpleaños para su hijo. No creía que no la hubiese invitado, más bien, parecía que ni siquiera la había programado.

Ángela no había hecho fiesta de cumpleaños y ahora ella estaba aquí con un enorme perro de felpa. Diablos.

Debió preguntarle. A pesar de que estaba fuera del país, debió preguntar: A propósito, ¿le harás fiesta a Alex? Estaré allí para la fecha. Y entonces ella habría contestado: Sí, obviamente estás invitada, o: No, lo dejaremos para su cumpleaños dos o tres... Pero a ella no se le había ocurrido siquiera mencionarlo, lo había dado por sentado y ahora estaba aquí como una tonta.

La puerta se abrió, y tras ella apareció Ángela, que le sonrió al verla, pero al darse cuenta del perro de felpa, hizo una cara de sorpresa.

—¿Para Alex?

—¿Ese es tu saludo? —le reclamó Eloísa mirándola con cara de pocos amigos—. Llevo fuera del país casi un mes, ¿y así me recibes? —Ángela se echó a reír y la rodeó con sus brazos.

—¿Para Alex? —volvió a preguntar Ángela señalando el peluche. Eloísa miró al techo haciendo rodar sus ojos.

—Sí, es para Alex, claro; en su cumpleaños.

—Ah, gracias —dijo Ángela recibiéndolo, y entró con ella a la casa. Eloísa miró en derredor. Efectivamente, no había niños llenando la sala o el jardín, ni tartas, ni música ni nada. Todo parecía muy normal, incluso Ángela, que lucía su cabello recogido a medio lado, y ropa casual como si se estuviera disponiendo a salir. Ni señales de una fiesta, ni visitantes. Tal vez el Jaguar de afuera era de la familia. Ciertamente, Ángela podía permitirse un auto así de lujoso—. Debimos hacer la fiesta, de todos modos —sonrió Ángela subiendo las escaleras con el perro de felpa. Eloísa la siguió sintiendo el corazón martillearle en el pecho. No había habido fiesta. ¿Y ahora?

Ángela entró a la habitación de Alex, donde había otras cajas de regalo, algunas ya abiertas—. Éstas las mandaron Ana y Carlos; Silvia, Paula y hasta Sebastián.

—Cuántos regalos —se admiró Eloísa mirando la cantidad de cajas.

—Es su primer año.

—¿Y por qué no le hiciste fiesta?

—Pensé que sería mejor dejarlo para el tercer año.

—Me lo imaginé.

—Ahora no será muy consciente de lo que pasa a su alrededor y no lo disfrutará.

—Eso no lo sabes.

—A Carolina le hicimos una fiesta en su primer año, y todos la disfrutaron menos ella. No hizo sino llorar, quejarse, asustarse de los desconocidos, y luego se quedó dormida dejándonos sin cumpleañera... Así que esta vez preferimos esperar una edad en que él esté un poco más grande y pueda de verdad divertirse en su fiesta de cumpleaños. Pero ahora me estoy arrepintiendo.

Mi Placer (No. 3 Saga Tu Silencio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora