Eloísa salió con su abrigo puesto y el bolso colgando del hombro y caminó al lado de Diego Aguilar hasta llegar a un auto donde aguardaba un hombre que imaginó era su chofer o guardaespaldas. Ciertamente, alguien como él necesitaría uno. Se preguntó entonces por qué Mateo no lo usaba.
Le abrieron la puerta y ella entró, Diego lo hizo por el otro lado, y luego de dar la orden para salir, suspiró y se recostó al asiento como si le esperara una tarea dura. Eloísa apretó un poco sus labios esperando a que hablara.
—No es muy agradable lo que tengo que decirte —empezó a decir Diego, y Eloísa sonrió.
—No. Me lo imagino.
—¿Te lo imaginas? —sonrió Diego, y Eloísa vio que no había diversión en esa sonrisa. Pestañeó mirando al asiento de enfrente imaginándose lo peor, preparándose para lo peor—. Entonces ya sabes que Mateo está comprometido con Lineth Casablanca—. Eloísa se giró a mirarlo tan rápido que casi se causa una lesión en el cuello.
Definitivamente, no se había preparado para esto.
—¿Qué?
—Oh, todavía no es formal —siguió diciendo Diego—, pero ya hemos hecho el arreglo entre el padre de ella y yo.
—Ah.
—Es por eso que, penosamente, tengo que decirte que lo de ustedes dos no va a poder ser—. Eloísa frunció levemente su ceño. Sentía su corazón golpear en su pecho y casi le dolía, pero era el mero susto. Diego tenía una segunda intención, era más que evidente.
—Imagino que... esa mujer es muy rica.
—Lo es.
—Lo hará a usted aún más rico.
—Y a Mateo.
—Y muy miserable, también —Diego la miró a los ojos, y Eloísa sonrió con la mayor dulzura que pudo fingir—. ¿Quién le dijo que él y yo tenemos algo, señor Aguilar?
—Bueno...
—¿Los medios? Pero si en los periódicos sale cada chisme... No debería fiarse de todo lo que sale allí.
—Él mismo...
—Ah, ¿él mismo le dijo que de vez en cuando salimos, y que tenemos un acuerdo entre los dos? No me lo esperaba de Mateo.
—No. Dijo que posiblemente tú serías... —Diego se quedó en silencio, confundido.
—Oh, ¿le dijo que está enamorado de mí? ¿Eso le dijo? —la miró. ¿Qué pasaba con esta mujer? Creyó que se encontraría con alguien diferente. Imaginó que ella también diría que estaba enamorada de él y lucharía por su amor; esperó incluso que lloriqueara, que se aferrara y suplicara un poco. Él, entonces, le habría pedido que aterrizara, porque a pesar de que sus padres tenían dinero y buena posición, su hijo simplemente era de otra esfera.
Pero para nada, para nada Eloísa Vega se estaba portando según el libreto que había llevado en su cabeza y ahora no sabía qué decir.
—Si Mateo tiene una novia y se va a casar —dijo Eloísa con voz firme—, él y yo tenemos un acuerdo que dice que en ese preciso instante lo nuestro acabaría. Sin dramas ni llantos. Me parece un poco indigno de usted tomar el lugar de su hijo y no permitirle que sea él mismo quien me notificara de lo que está sucediendo. Realmente, esperé más de él y de usted. O... ¿fue él quien lo envió y acaso soy yo la que está siendo injusta acusándolo de este modo? —Diego seguía en silencio, con los labios entreabiertos sin saber qué decir—. No se preocupe por mí, señor Aguilar —siguió Eloísa—. Mis sentimientos están donde deben estar. Siempre he sabido que ustedes los ricos adoran arruinarse la vida imponiéndose matrimonios que más parecen un castigo, y luego se consuelan a sí mismos gastando dinero. Es la vida que les encanta. Pensé que Mateo era de otra mentalidad, pero tampoco es que esté muy decepcionada.
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Mi Placer (No. 3 Saga Tu Silencio)
Romance"Acuéstate conmigo" no es, ni de lejos, la declaración más romántica que Eloísa haya escuchado en su vida. Además, escuchar que está hecha para el placer de un niño rico tampoco es muy cautivador; sin embargo, ella misma tiene que aceptar que parece...