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Eloísa llegó a la casa de sus padres esperando ver ya a la policía y la prensa asediando en los alrededores, pero todo estaba tan tranquilo como siempre. Era extraño, pero tal vez sólo era cuestión de tiempo y ya no tardaban. Si Mateo le había dado a Diego las pruebas esa misma tarde, la policía ya debía estar enterada, y, por ende, la prensa.

Pero la entrada a su casa estaba completamente silenciosa.

No dentro, pensó entonces. Su mamá debía estar haciendo maletas, o comprando tiquetes, o dando órdenes al personal para que ellos pudieran salir lo más pronto posible a un lugar seguro.

Entró y tampoco encontró actividad alguna.

—¿Mamá? —llamó, pasando al lado de la chica que le había abierto la puerta y subiendo a la habitación de sus padres esperando verla, al menos, haciendo una maleta. Pero Beatriz estaba sentada en la cama mientras Julio simplemente hablaba por teléfono en voz queda—. ¿Qué está pasando aquí? —le preguntó, y Beatriz suspiró señalando a Julio.

—Se niega a salir de aquí.

—¿Qué? ¿Por qué? ¡La policía ya va a venir!

—¿Ya?

—No lo sé, pero Diego Aguilar tiene la dichosa prueba desde la tarde, no creo que le tome mucho tiempo llamar a sus amigotes de la policía y acelerar las cosas.

—De todos modos... él dice que no.

—Papá... —Julio elevó una mano pidiéndole a su hija silencio mientras seguía hablando por teléfono. Eloísa empezó a dar vueltas por la habitación.

—Discutiste con Mateo, ¿no es así? —le preguntó Beatriz en voz baja. Ella tragó saliva recordando la escena, y cerró sus ojos con fuerza agitando la cabeza como si quisiera espantarla—. Ay, Eli. No quiero que ustedes dos estén peleados.

—No se puede hacer nada.

—Él... él cree que está haciendo justicia.

—Sí, justicia. Seguro será feliz con eso.

—No lo juzgues tan rápido... Espero no le hayas dicho cosas que luego no puedas deshacer—. Eloísa frunció el ceño y miró a su madre, pero no dijo nada, pues en el momento Julio cortó su llamada y se les acercó.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó a Eloísa.

—¿Cómo que qué hago aquí? ¡Este es mi lugar en este momento! La policía ya debe venir en camino, ¿por qué no has hecho nada para ponerte a salvo? —Julio dejó salir el aire y se sentó en el borde del colchón al lado de Beatriz.

—No voy a huir, Eloísa.

—Papá, te están acusando de asesinato. Mínimo serían unos veinte años, y aunque tengas buenos abogados, piensa en que ellos también los tienen, ¡y hasta podrían ser capaces de comprar jueces y todo eso! ¡No es justo que estés preso cuando no eres culpable! —Julio hizo una mueca que desconcertó mucho a Eloísa.

—¿Por qué estás tan segura de eso? —le preguntó con una sonrisa triste, y Eloísa sintió que toda la sangre se le iba de la cabeza, un frío le recorrió la espina dorsal y dio unos pasos alejándose.

—Claro que estoy segura. Jamás dudaría de ti. Nunca harías algo tan horrible a propósito.

—A propósito o no, todo terminó en una muerte, la muerte de la madre de un niño pequeño.

—No. No. Tú eres inocente, papá.

—Yo mismo le dije a Mateo quién era Leonardo Cortés. Le di su ubicación para que fuera a entrevistarse con él. Mateo confió en mí y fue. Teníamos un trato; si la prueba salía positiva...

Mi Placer (No. 3 Saga Tu Silencio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora