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Mateo se encaminó hacia su oficina intentando parecer normal; temía que el exceso de felicidad se fuera a hacer muy evidente en su rostro, por lo que procuraba no sonreír demasiado, así que, respirando profundo y relajando el rostro se dispuso a empezar un día laboral que estaría bastante cargado de trabajo.

Este fin de semana había sido de ensueño junto a Eloísa. Había pasado todo el tiempo junto a ella en su apartamento, comprobando que la idea de casarse no era para nada descabellada, si no lo más inteligente que alguna vez pensara hacer.

Suspiró cuando, al pasar por el escritorio de Esther, la secretaria de su padre, ésta lo llamó.

—El señor Aguilar lo necesita unos minutos en su oficina —dijo ella como siempre, acomodando la montura de sus lentes sobre su nariz. Mateo asintió y llamó un par de veces a la puerta antes de entrar a la oficina. Diego lo recibió con una sonrisa.

—Buenos días —le dijo. Mateo apretó los labios y asintió dando una cabezada.

—Buenos días.

—Quería felicitarte. Parece que al fin has caído en cuenta de que mi idea de unirte con Lineth Casablanca era la mejor, después de todo. Y te veo bastante satisfecho con el resultado—. Rayos, se dijo Mateo. No había podido disimular su felicidad después de todo.

—No tengo mucho que decir al respecto —Diego soltó una risita.

—Claro que no. Eres un caballero, mi hijo.

—Quisiera aprovechar este momento para avisarte que tomaré las vacaciones de dos años juntas. Tal vez me ausente un tiempo.

—Me imagino.

—Estarás solo esas semanas. Sé que estoy encargado de muchas cosas, pero no quiero aplazar esto más—. Diego movió su mano quitándole importancia.

—No es nada. Si tú, siendo mi hijo no tienes derecho a unas vacaciones, no las tiene nadie, así que tómate tu tiempo y disfruta. A dónde irás. ¿Europa? Obvio, a dónde más querrías ir...

—Me estaré comunicando contigo cuando esté ausente.

—Claro que sí—. Mateo suspiró, sintiéndose momentáneamente un poco villano por engañar así a su padre, pero no había otra salida.

Cruzó un par de palabras más con su padre y luego salió de la oficina.

Diego Aguilar juraba que esas semanas de vacaciones por Europa las tomaría junto a Lineth Casablanca, pero no, sería su luna de miel con Eloísa, y no a Europa; el caribe tenía islas maravillosas y quería ver a su futura esposa en bikini y con la piel bronceada. Casi babeaba con sólo imaginarlo.

Era una suerte que la misma Lineth lo ayudara en toda esta locura. Lo único que lamentaba un poco era haberle mentido a Eloísa, pero ya le contaría la verdad.

En la noche de la presentación teatral, luego de hablar con Eloísa a la salida de ese baño, había fingido dormirse durante el resto de la presentación. Lineth se había mostrado sumamente molesta cuando tuvo que sacudirlo para llamarlo. Y cuando la dejó en su hermosa casa a las afueras, lo confrontó. Sabía que era un momento decisivo, sabía que todo lo que dijera debía ser milimétricamente calculado, pero ella le ganó en astucia esta vez.

—Luego de que papá me dijera que posiblemente serías mi esposo —le había dicho esa noche, —investigué un poco. Busqué gente especializada en eso y lo que encontré es que no eres para nada el hombre que has fingido ser todo este tiempo. No eres un devoto del silencio y la quietud, no odias trasnochar, ni las fiestas con ruido. Por el contrario, eres tanto o más mundano que yo, parte de un trío de casanovas muy reconocido donde también están Juan José Soler y Fabián Magliani—. Ante esas palabras, Mateo se había quedado un poco lívido. Ella no había sido tan idiota como para creerse su actuación.

Mi Placer (No. 3 Saga Tu Silencio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora