Capítulo 48

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LEXA

Había decidido pasar unos días en una casita junto al mar, propiedad de los Woods. Aquella casita siempre le había reconfortado, el trato directo con el mar le hacía sanarse por dentro. Disfrutaba de ese lugar. Le encantaba sentir la arena fría bajo sus pies, a tan sólo dos metros de la puerta de casa, sin carretera ni trafico por medio. El aroma del mar nada más abrir la ventana por la mañana inundaba su pecho y lo expandía llenándolo de una increíble paz y tranquilidad. Le encantaba pasar en ese lugar el tiempo necesario para recuperarse de algún duro bache. Para recuperarse de alguna dura situación, y claro estaba que los últimos acontecimientos merecían que se dedicara un tiempo para ella misma, donde poder desconectar y organizar todas sus ideas, pensamientos y sentimientos.

Después de comer se permitía el lujo de pasear un rato por la orilla, sintiendo el contacto directo del agua contra sus pies mientras se hundían sobre la arena, mientras el sol reflejaba sobre el mar y cubría su cuerpo proporcionándole una increíble sensación.

De regreso del paseo siempre se sentaba cerca de la orilla, justo bajo la casita, y desde ahí se limitaba solo a observar como las olas rompían en la orilla una tras otra mientras intentaba despejar su mente. Había días en los que sin darse cuenta el tiempo caía sobre ella, días en los que llegaba a contemplar como el sol comenzaba a desaparecer hasta un nuevo día.

Día tras día pensaba en todo lo que había estado viviendo. En todo lo que había estado sintiendo por Clarke. En cómo sus sentimientos fueron aflorando poco a poco, haciéndose grandes hasta expandirse por completo por todo su cuerpo. Sintiendo como en ocasiones ya ni se pertenecía, en cómo era Clarke la reina absoluta de todo su ser. Sintiendo como Clarke se había convertido en la dueña de sus pensamientos día sí y día también.

Pero también recordaba como esa rubia la había destrozado. Cayó en ella sin remedio. Sin nada que la frenase. Sin paracaídas para evitar darse de bruces contra el suelo. Sintiéndose el ser más estúpido y desdichado del mundo al abrir de nuevo su corazón y llevarse tremenda sorpresa. Había decidido entregarse en cuerpo y alma a la rubia, pero de nada había servido. ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Para qué dejarse llevar por los sentimientos cuando el resultado era algo así?

-Es precioso. –Dijo una voz tras ella, rompiendo su concentración por completo.

Giró levemente la cara para observar los ojos azules que tanto había echado de menos. ¿Era posible? ¿Clarke estaba ahí? Podría haber sido creada por su propio subconsciente y las ganas que tenía de volver a ver esos ojos. Esos ojos que no tenían nada que envidiar al color del mar que tanto había estado adorando durante esos días. Esos ojos que se moría por contemplar todos los días de su vida.

Volvió su mirada al mar sin decir una palabra, sintiendo como Clarke se sentaba a su lado, guardando las distancias, sin decir una palabra más. No podía negarse que la situación era demasiado incómoda, pero sentía que sobre todo para ella. ¿Qué demonios hacia Clarke ahora ahí? ¿Qué más quería de ella? Ya no podía entregarle nada más, se lo había dado todo.

La observó de reojo juguetear con un par de conchas en sus manos, parecía nerviosa y a la vez tan adorable. Una imagen que sin duda logró encogerle el corazón. Parecía tan vulnerable.

La escuchó suspirar antes de volver a escuchar su voz.

Era real. Demasiado real. La suave brisa hacia que el olor de Clarke embriagara ese espacio por completo y la embriagara por completo.

-Sé que estarás enfadada, muy enfadada a decir verdad. Pero tenemos que hablar, tengo que contártelo todo. Es lo mínimo que puedo hacer... -Decía Clarke intentando conectar su mirada, pero ella fue más rápida apartando sus ojos del alcance de la rubia.

90 escalones  (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora