Capítulo 6

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LEXA

-¿Qué haces aquí? –Preguntó Anya cuando la vio aparecer.

-¿Qué pasa? ¿No puedo desayunar antes de entrar a trabajar? –Preguntó ella a la defensiva.

-Tú siempre entras con la hora pegada al culo o directamente tarde. –Le acusó Anya.

-Últimamente estoy...motivada. –Dijo finalmente.

-Oh mierda. Hoy tienes que ir a casa de Clarke. –Soltó Anya entendiendo la situación. –No vayas a jugar con la amiga de Raven. –Le advirtió.

-Vaya, sí que vas bien con la castaña. –Rió Lexa.

-Oh venga ya. Sólo fue un rollito. –Le advirtió Anya. –Pero enserio, Lexa. Para. No quiero malos rollos.

-Ya me has quitado todas las ganas de desayunar. –Contestó echándose contra la silla con los brazos cruzados.

-Sólo te estoy advirtiendo. –Sugirió Anya.

-¿Advirtiendo de qué? –Preguntó Lexa alzando una de sus cejas. – ¿Es que acaso no me conoces lo suficiente para saber que yo no soy de esa clase de tías? Por favor Anya. –Se quejó Lexa levantándose y largándose de la cafetería cercana del trabajo, sin dejar que su amiga volviese a intervenir.

Le daba rabia cuando Anya le advertía sobre algo, cómo si ella fuese una niña pequeña que no supiera qué hacer ni cómo actuar. Y más si esa persona era su amiga, quien la conocía perfectamente. Mucha rabia.

Y la verdad es que Clarke le había llamado la atención desde el primer momento, la chica era guapísima, su pelo le caía graciosamente sobre los hombros, y sus ojos azules eran realmente increíbles, además.... Vaya cuerpazo se gastaba la pijita de las narices. Menudas curvas y vaya pecho. Se moría de ganas por verla con algo de menos ropa.

Y aunque ella no era de las que iban buscando carne así cómo así, no pudo sentir un chispazo desde la primera vez que la vio. Le intrigaba esa chica. Quería conocer todo lo posible de ella. Le encantaba el hecho de provocarla y ver cómo salía a flote su carácter, le parecía muy sexy.

Además, ¿Para qué negarlo? No sabía por qué, pero Clarke le caía bien. Por alguna extraña razón tenía la necesidad de conocerla, de saber más de ella.

Tocó el telefonillo y esperó a que Clarke abriese cómo cada día que iba.

-Buenos días, jefa. –Dijo nada más verla.

Otro día más en que el gesto de la rubia permanecía impenetrable. Le ponía, le ponía muchísimo esa actitud y fuerte personalidad que traspiraba Clarke. Otra cosa que verdaderamente no entendía, era cómo solamente con eso la rubia podía llegar a provocar unos cuantos escalofríos por su cuerpo. Su indiferencia la estaba torturando un poquito. Ella no pedía mucho, tan sólo se conformaba con tener una conversación decente con ella.

Ni un buenos días ni nada. Sólo una inclinación de cabeza hacia el garaje.

Podría encapricharme de ella, se dijo para sí misma mientras andaba detrás de Clarke, observando su cuerpo detenidamente bajo un fresco vestidito de color blanco. No. No. Suficiente Lexa. Se repetía en su cabeza una y otra vez. Aquello no estaba bien. Sus mundos eran completamente diferentes, no encajarían ni a la de tres, ni forzándolo a golpes.

Hizo el paripé un rato en el garaje. Esos coches estaban perfectos, era una locura pagar a alguien que fuera dos días en semana a echarles un ojo, ni que fueran niños a los que atender, menudo enfermo mental el tal Finn. Pensando en cuidar de sus coches en lugar del bombón de novia que tenía. Cualquiera con dos ojos en la cara moriría por echarle el guante a la rubia, a esas caderas, a esas piernas, a ese pecho...

90 escalones  (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora