Confesiones.

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Alexia:
Desperté en un sillón en lo que parece una sala, fruncí el ceño sin saber que hacer, claramente esta no era mi casa ni de ningún familiar mio.

Estaba dispuesta a irme cuando veo a Sam entrar acelerado al salón, cuando nuestros ojos se cruzan él inmediatamente se tira a mis brazos y justo en ese momento recuerdo lo que pasó anteriormente.

Los recuerdos caían como si de una lluvia se tratara, entonces las lagrimas no tardaron en llegar.

—¿Donde estamos Samuel?- el me mira y piensa la respuesta. 

—En la casa de Mérida y..Erick.- me contesta muy despacio y mas al nombrar al ultimo.

Inmediatamente me puse de pie y lo agarre de un abrazo, estaba desesperada y tenia miedo que esos demonios le hagan algo a Sam, no lo puedo permitir.

—Vayámonos de aquí Sam, este lugar no es para nada seguro ¡Por favor!- el ponía fuerza, es que no entendía que eran, su ''noviecita'' podría alimentarse de él en cualquier momento o peor ¡matarlo!

Esos pensamientos me hicieron temblar.

—Por favor Sam, vamos, es que no entiendes ellos.. 

—No Lexi, escucha, ya se lo que son, escúchame sí..- suspiró y yo asentí asustada pero igualmente lo mire a los ojos.

Me hablaba pausado y tranquilo, no quería alterarme.

—Erick te eligió para que te cases con él para que pueda asumir al trono, tienes que hacerlo porque no se va a echar a atrás, yo prima lo siento.. no puedo hacer nada, quisiera que no fueras tú.. si no lo haces puede matarte, te ruego que lo hagas.- sus ojos estaban llenos de lagrimas, no quiero casarme, yo pensaba que cuando me iba a casar iba a ser por amor no por obligación, me estaba alterando.

Negué repetidas veces, lo mire y me puse pálida... Algo no entendía, ¿Por qué él está metido en todo esto? 

—Samuel, ¿Por qué estás metido en todo esto? ¿Por qué sabes qué es lo que son?- y su respuesta termino de alterarme por completo.

El desvió su mirada para otro lado, fijo y a la nada.

—Yo.. soy mitad vampiro.- el frunció sus cejas y se mordió todo el labio inferior.

—¿Que carajos te hicieron esos monstruos Samuel? ¡Los voy a matar!- Sentí como la rabia crecía poco a poco, con mis dos manos tapaba mi boca y mis ojos ya dolían de lo abierto que estaban.

Sus ojos demarraban lagrimas, me hizo sentar ya que seguía parada y me miro con tranquilidad, me abrazó y me susurró  "Esto no es culpa de ellos"

Me relaje y lo mire expectante para que me contara como fue todo.

—Prima.. hace un tiempo conocí a Meri, empezamos a salir, nos enamoramos y nos convertimos en novios, ella me contó que era y yo no sabia que hacer, estaba asustado, le deje de hablar por tres meses y luego entendí que para el amor no importa que eramos si no los sentimientos que compartiamos, pude reflexionar y lo hablamos, todo muy bien, nuestra familia poco a poco lo fueron sabiendo también eso incluye a tus padres, bueno eso es como acepte su naturaleza, me convertí porque un día tuve un accidente Alex, yo.. morí, ese auto me había arrastrado por la carretera unos cuantos metros, era un borracho que ni se entero que estaba allí, pero luego desperté, Mérida estaba conmigo el día del accidente y sin pensarlo, ella me convirtió, me dio otra oportunidad de vivir Lex.. Y estoy muy agradecido por que lo haya hecho, espero que no le guardes rencor, en serio nos amamos.- Así fue como termino su relato, pero en vez de que a él le salieran lagrimas era yo la que estaba destrozada, mi primo había muerto, el que me cuido por años, el que era un hermano mas que mi primo.

Me comenzó a secar todas las lagrimas pero yo le solté las manos para darle un gran abrazo, uno en silencio pero que decía todo.

Él estaba vivo y no podía odiar a Mérida por eso. 

—Cariño, Alex ya desper..-Mérida entro a la habitación pero al verme se quedo muda sin terminar su oración, ella no sabia como podría reaccionar al saber que eran, por eso me levante de mi asiento y la abrace para que sepa de que todo estaba bien.

"Gracias por salvar a mi primo" susurre, a lo que ella inmediatamente me corresponde el abrazo y me da una amplia sonrisa triste.

No pude corresponder su sonrisa, porque al ver la persona que estaba reposada en el marco de la puerta unos metros atrás me hizo congelar, me tense completamente, era él. 

Su risa inundó toda la habitación, sus ojos frios penetraban cada rincón y su sonrisa hacia temblar cualquier cosa que tenga ojos para observarla.

—Que ternura me da ver a mi hermanita y mi futura esposa abrazadas.- Su voz era tan fría y asquerosa.

—No le hagas nada Erick, es de la familia.- la que habló fue Mérida, yo no sabia que hacer, mi vista estaba puesta en la punta de mis zapatos y con las manos hecha puños a mis costado de mi cuerpo.

Me odia y yo no le hice nada.

—Eso ya lo veremos, hermanita.- su sonrisa podía derretir a cualquier mujer, pero sus ojos demostraban que era un monstruo, se notaba su ira allí.

Retrocedí, mire hacia un costado y sentí una mano presionando mi brazo, era mi primo.

—Vamos a llevar a Alexia a su dormitorio.-

Erick asintió mirandome con asco y se giro sin decir más nada, aunque no debería de importarme pero por como me miró, me hizo mierda.

Estábamos caminando por pasillo, pasillos, pasillos y más pasillos, este lugar es gigante y tan antiguo pero muy bien cuidado, tenia columnas color marfil, sos paredes son de color bordó oscuro y el piso de una madera color chocolate bien lustrado y brilloso, se veían arañas llenas de cristales que colgaban del techo y las puertas eran de madera de un color mas claro que el del piso.

Todo estaba muy bien cuidado y limpio, es alucinante, como si hubiera retrocedido en el tiempo.

Llegamos a una puerta que quedaba en el medio de uno de los tantos pasillos, al entrar mi mandíbula casi cae al suelo, la habitación era bastante mas moderna de lo que se podía imaginar, un gran ventanal al fondo, una cama de dos plazas de madera gris que combinaba con los mueble y las sabanas eran blancas con almohadas grises y rojas, el suelo era una alfombra color azúl y al frente de la cama se veía un plasma.

Al lado de éste, había dos puertas el que estaba más cerca de mi vista era un armario lleno de ropa tan cara con zapatos y joyas, la otra puerta era un baño privado, a la izquierda se veía un gran espejo con la pared llena de piedras color verde agua y a la derecha, había una tina color blanca.

Esoy soñando o estoy loca.

—¿Te gusta?

—¿Que si me gusta? ¡Es hermoso, Sam!- le sonrei, aunque sabia que todo esto aunque sea bueno no es perfecto.

Él asintió y me dejó bañarme, para luego poder descansar o eso creo.

Mi Bella Dama.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora