Conociendote.

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Alexia:
Junto a Erick subimos a mi habitación, entramos y el se detuvo antes de llegar a mi cama, me observó fijamente y eso hizo ponerme nerviosa.

El cielo como la habitación estaban totalmente oscuros, y el cansancio nos envolvía a ambos.

Mordi mi labio inferior y subí mi rostro hasta clavar mi mirada con la suya.

—Erick, ¿Podrías girarte? necesito cambiarme- pregunté sonrojada

Sonrió burlonamente y se giró, rápidamente me acerqué al armario y tome el pijama, me saqué el vestido que llevaba, deslice el pantalón corto azul por mis piernas y luego me coloque la remera que va a juego.

Al girarme vi que Erick me observaba con los ojos oscuros por el deseo. ¿Me miró mientras me cambiaba? ¿Será imbécil?

—¿Me miraste?- pregunté enojada, él no cambió su semblante y asintió

—Eres hermosa- otra vez me sonroje. él no solía decirme esas cosas y cuando lo hacía me parecían las frases más hermosas del mundo.

Me derreti al instante y rápidamente sonreí.

—Tú eres hermoso- le contesté

Erick fruncio el ceño y rió.

—¿Qué?- pregunté con una sonrisa, ¿A caso no creía que le iba a contestar lo mismo?

—Por lo general las mujeres me dicen que soy sexy, no hermoso- me dice con burla pero a mí no me agradó para nada, simplemente me acordé de esa.

—Lo lamento por no ser como todas- respondí con frialdad, lo esquive para acostarme y me giré dandole la espalda.

Sin esperar que yo lo quisiera, las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente, había aguantado todo el día, el dolor de mi familia que ya no me quería en ella y el alma gemela de Erick me habían hecho mierda pero habia aguantado, hasta ahora.

Sentí su peso junto al mío pero sólo estaba cerca, sentía su respiración pero no en mi nuca así que supuse que estaba mirando el techo.

—Lo siento, no quise decir eso- su respiración era acelerada, se notaba a kilómetros que le estaba costando disculparse.

No era su culpa, solo habia hecho un simple chiste pero habia sido la última gota que rebalsó el vaso o mi paciencia.

—No te preocupes, lo necesitaba- sentí como su cuerpo se acomodaba bajo las sábanas y me abrazaba, ahora sí sentí su cálida respiración en mi nuca.

Al rato me sentí mas tranquila, me seque las lágrimas y me giré para observarlo.

Erick tenía el pecho desnudo, su rostro estaba calmado y sus ojos me miraban con paz.

Era ahora o nunca, necesitaba saber de él todavía no entendía como podía amar a alguien que no conocía completamente.

—Erick- susurre

¿Que anda pasando, mi dama?

Suspire al escuchar su voz, amaba cuando me trataba así aunque fuera muy formal.

—Quiero saber más de ti- coloqué mis manos sobre su pecho y me acurruque un poco en él.

Soltó una bocanada de aire y asintió

—¿Que quieres saber de mí?- preguntó apegandome más a él.

—Todo, tu infancia, tu primer amor, tu primer helado ¡no lo se!- hablé nerviosa.

Erick giró su rostro como si eso me hiciera cambiar de opinión, luego de unos minutos que parecieron eternos volvió su mirada a mí.

—De niño no fui criado de la mejor manera, como supiste la historia anterior para mi padre no era su hijo verdadero entonces crecí en un ambiente oscuro lleno de peleas y palabras ofensivas, nos despreciaba a los dos, Mérida no era su princesa era otra bastarda al igual que yo- comenzó a relatar mientras su voz se fue apagando de a poco y a mí me ponia cada vez más triste, —Mi madre no nos ayudaba mucho por temor, pudo ayudarnos pero decidió mirar hacia otro lado mientras nosotros sufriamos, aunque ella también se llevó una parte horrible. Ella no era el verdadero amor de mi padre y tuvo que vivir con ello- finalizó su relato con sus ojos vidriosos aunque aún así no cayó ninguna lágrima.

Abracé fuertemente a Erick diciendole con ese gesto que lo entendía, me sorprendió Elie, ella parece una mujer tan buena aunque sufrió no tenía que haber abandonado a sus hijos así, sentí enojo y tristeza.

—Lamento que hayas pasado tal mierda Erick pero es solo eso, pasado, ahora las cosas son diferentes- él suspiró y acarició mi espalda de arriba abajo.

—Lo sé- me contestó con voz ronca.

Quería saber más pero parecía haber sido demasiado para él así que me calle la boca.

—¿Que más quieres saber?- me preguntó con una débil sonrisa

Lo miré preocupada mientras mi respiración se hacía pesada.

—¿Estas seguro? Si no quieres seguir contestando no me molesta Erick- él negó entonces suspire pensando

—¿Cual es tu edad?- pregunté confundida

—226- me contestó con una sonrisa y yo lo mire con asombro ya que no imaginé que fueran tantos, esto de los vampiros me tenía bastante mareada

—Y si son inmortales, ¿como carajos pueden tener distintos físicos entre todos los vampiros? Es decir, algunos parecen más grandes que otros- pregunté desconcertada al acordarme de la imagen de Johann o de el padre de Erick.

Soltó una sonora carcajada y besó mi frente repetidas veces.

—Eso es difícil de explicar, los vampiros nos estancamos a una edad madura o los convertidos a la edad que fueron convertidos,  pero existe una vez en que nuestro cuerpo envejece un poco más y es cuando engendramos a un hijo- respondió a mi duda existencial, reí por la explicación y lo raro que podían ser estos seres.

—Digamos que entendí- reí

—Es un defecto o una "maldición" porque nosotros no deberíamos tener hijos, es antinatural- volvió a contestar y ahí se me aclaró un poco las cosas.

No iba a ir con el cuento de ¿Donde surgieron? ¿Existe la diosa la luna? Claro que no, eso no me parece importante con las millones de cosas inexplicables que hay.

—Gracias- le sonreí y besé sus labios, Erick se separó unos milímetros y me susurró al oído.

—¿Porqué?

Reí levemente por el gesto y susurre.

—Por dejarme conocerte.

No dijimos más nada y juntamos nuestros labios formando un compás suave que poco a poco subió de tono, Erick comenzaba a repartir caricias en mi cuerpo y yo suspiraba en medio del beso.

Hasta que me golpeó un recuerdo y me separé despacio fingiendo falta de aire.

—¿Vamos a dormir?- pregunté nerviosa, Erick me miró un tanto confundido pero asintió con calma.

Que descanses mi bella dama.

Mi Bella Dama.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora