7:45 AM.
Sonó el despertador como cada mañana, sin embargo, esa mañana era mi peor pesadilla. Suelo despertarme bien, es decir, no me molestan las alarmas ni nada, pero hoy..hoy era un día que me aterraba. Me levanté perezosamente de la cama, dejando desperdigado el pijama por la habitación, mis ganas de recogerlo eran inexistentes. Una vez desvestido, me metí al baño, me dí una ducha y con una toalla anudada a la cintura salí a la habitación. Mientras buscaba por los cajones unos calzoncillos para ponerme, escuché un pequeño ruido detrás de mi. Soy una persona extremadamente asustadiza, por lo cual, por mi mente estaban pasando millones de imágenes terroríficas. Me giré y vi a mi hermano pequeño Ryan.
- Me cago en...- Antes de que terminara la frase, mi hermano me hizo un gesto para que me callara.
- ¡Shhh! Ethan no me puede ver. -Rodé los ojos y gruñí.
- ¿Te quieres ir? Quiero vestirme. -Le fulminé con la mirada, y le hice un gesto para que saliera de la habitación.
- Borde..-suspiró saliendo.
Su ''insulto'' no me afectó, por las mañanas supongo que todos lo somos, ¿no?. Continué con la tarea de vestirme, cuando miré el reloj y me di cuenta de que tendría que irme si no quería llegar tarde, así que cogí unos pitillos negros, una camiseta cualquiera y un gorro a juego y me vestí. Antes de salir de casa le lancé un beso a mi madre y me miré al espejo de arriba abajo, asegurándome de que iba bien. Mi imagen siempre me ha importado, siempre me gusta ir impecable por que pienso que las primeras impresiones siempre son las que quedan marcadas y me gusta causar buena impresión, sobre todo hoy, el primer día de clase.
8:30 AM.
Llegué al instituto algo nervioso, como siempre con los cascos a todo volumen, así podría evitar escuchar las críticas de la gente, aunque parecía que no, era algo que me importaba bastante. Busqué con la mirada la entrada y me dirijí a ella observando con disimulo a la gente a mi al rededor. Vaya, había muchos chicos guapos. Entré con timidez por la puerta del gran instituto, quedándome boquiabierto al ver tanta inmensidad. Era increíble, era enorme, lo cual me gustaba y a la vez me daba miedo, por que seguro que acabaría perdiéndome un día. Miré los papeles que indicaban por donde estaban las aulas hasta que, en una parte del pasillo donde solo había unos baños y una especie de aula, no había más, así que supuse que esa era mi clase.
Entré con decisión, mirando al frente, encontrándome con un chico de pelo negro, bastante guapo de ojos claritos. Decidí acercarme a él y preguntarle si esta era mi clase.
-Hmm..Disculpa, ¿esta es la clase de arte? -Le miré esbozando una pequeña sonrisa, a la cual el rió.
-No, es en la otra punta del pasillo. -Me miro con curiosidad, riendo levemente de nuevo
-Ah, gracias, perdón por molestar. -Le sonreí amablemente y me di la vuelta, saliendo del aula, buscando otra puerta que pudiera ser mi aula de verdad. Encontré una a la otra punta del pasillo, así que decidí ir hasta allí. Para mi sorpresa, no había nadie, lo cual no me disgustó. Me senté en la primera mesa que vi esperando que el timbre sonara
8:55 AM.
El timbre sonó, por lo cual, miles de personas empezaron a pasar por los pasillos, algunos con euforia y otros con pereza. Los minutos pasaban y nadie entraba en mi clase, lo cual me extrañaba, hasta que un señor mayor entró y me miró extrañado.
-Tú, ¿quién eres? -Dijo con una voz aguda, acercándose a mi mesa.
-S-so-soy Dylan, vengo a la clase de arte. -Le miré algo intimidado, y supongo que sonrojado.
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''They don't know about us''
Teen Fiction''Era un camino de rosas, pero no todas estaban libres de espinas.''