Domingo.
Eran las diez y algo de la mañana cuando me despertó mi móvil sonando. Había llegado hace unas horas a casa, quería dormir, ¿quien coño molestaba? Sin ni si quiera abrir los ojos, alargué el brazo hasta el móvil, lo agarré y contesté la llamada, llevandolo a mi oreja.
-¿Sí?.- En mi voz se podía notar que me acaba de despertar.
-¿Estabas durmiendo?.- Dijo la voz al otro lado. En cuanto la escuché, me senté de golpe en la cama. Era Jeremy.
-No..No.. Estaba dibujando algo en el escritorio- Mentí.
-Dylan...sé que estabas durmiendo. Desde mi habitación puedo ver la ventana de la tuya y no estabas en el escritorio.- Dijo en un tono serio.
-Bueno, vale estaba durmiendo. -Bufé.- ¿Cómo estás?
-Eso no importa, lo que importa es que tengo que hablar contigo.- Afirmó serio.
-¿De qué?.- Pregunté intrigado.
-Aún no te lo diré, ven a mi casa en un rato.
-Oh vamos, Jeremy. Sabes que odio quedarme con la intriga.- Gruñí.
-Te jodes. Hasta ahora pequeño.- Se rió y colgó.
¿Qué quería? ¿A qué venía tanta amabilidad después de haberme tratado como a una mierda? Algo tramaba, o quizás quería arreglar las cosas. Tiré el móvil al final de la cama y desperezandome me levanté, duché y vestí. Antes de salir de casa me metí un par de rayas para poder aguantar en pie y tener más energía. Cada vez era más adicto, era una especie de autodestrucción que me encantaba y pensaba seguir ahí hasta mi último día. Una vez hecho, cogí el móvil, yendo hasta la de Jeremy; tocando el timbre seguidamente de llegar, Jeremy me abrió.
-Hey.- Miré a Jeremy fijamente.
Mi actitud con todo el mundo había cambiado. No era el mismo niño de antes que se preocupaba por todos; ya no me preocupaba por nadie, ni si quiera me preocupaba de mi, no me iba a preocupar los demás. No era el mismo niño feliz tampoco, bueno, era feliz si tenía para drogarme, si no era la persona más amargada de este mundo. Este cambio tan brusco me había perjudicado bastante, no solo en la salud, si no socialmente. A penas me relacionaba con gente que no se drogara, en clase iba y cuando no dormía en las clases o escondido en el baño estaba distraido contando las horas que quedaban para que tocara el timbre. Era una mierda sí, pero yo era feliz dentro de ella. O eso quería pensar.
-Hola, pasa.- Jeremy abrió más la puerta y me hizo un gesto para que pasara.
-¿Qué querías?.- Una vez entré, me volteé cara a él y alcé una ceja. No sabía para que me había despertado tan temprano, tenía sueño y una mala hostia encima que no podía con ella.
-Verás..me voy a ir de aquí.- Mis ojos y mi boca se abrieron tanto que llegaban al suelo seguro. Es cierto que mi actitud con él había cambiado, pero me seguía importando, por mucho que intentara aparentar que no.
-¿Qué..? ¿Estás de coña, verdad?.-Le miré serio mientras que Jeremy negó con la cabeza y cogió una mochila bastante grande y se la colgó.
-¿Te importaría acompañarme a la estación? Así puedes traer de nuevo el coche, mi madre lo necesitará y Wendy pronto se sacará el carnet. Por el camino te explico todo y nos despedimos.- Se acercó a mi y sonrió tranquilamente, después salió de su casa seguido de mi. No dije ni palabra hasta llegar al coche. No sabía que decir, ni qué hacer. ¿Y si solo era un truco para volver a jugar conmigo? ¿Y si quería verme débil otra vez para usarme de nuevo? No, esta vez no.
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''They don't know about us''
Teen Fiction''Era un camino de rosas, pero no todas estaban libres de espinas.''