3

12.8K 652 164
                                    

Abrió la puerta y cuando entramos la cerró. Se giró a verme y se acercó, tomo mi mano y me guio a la cama. Él se sentó en ella y me haló bruscamente, caí sobre sus rodillas, puse mis manos en el suelo para sostenerme. Sentí como el subía la tela de mi falda y rápidamente me sonrojé avergonzada.

— ¿Por qué hago esto, Elsa? — preguntó pasando su mano sobre mi trasero. El tacto áspero de su mano grande y pesada, me estremeció por completo y jadee en silencio.

— Yo... — titubeé — P-por qué lo abofetee — respondí nerviosa.

— ¿y?

¿Y?

— ¿Por mirar al suelo mientras camino?

— Bien, después de esto aprenderás a no volver hacerlo, nunca — dijo sonando realmente enojado, pero, también pude escuchar otras emociones, las cuales no las supe descifrar.

Entonces, sentí la tela de mis bragas siendo apartada. Su mano no dejo de hacer círculos en mi piel, hasta que alejó su mano, pero en cuestión de segundos, sentí un fuerte azote en esa zona. Chillé y me removí en el lugar.

— Quieta — ordenó.

Jadee cerrando mis ojos sintiendo su mano chocar bruscamente contra mi piel. Sentí mi piel arder, luego otro azote me tomó desprevenida y cada vez más mi piel se sensibilizaba a su tacto. Y otro, y luego más y cada vez se hacían más fuertes. Acarició lentamente la zona afectada antes de dar otro golpe, gemí y me quejé de dolor. Escuché su respiración agitarse mientras me daba otro azote.

Me sentía totalmente expuesta y vulnerable mientras su mano chocaba contra mi piel ardiente, gemía de vez en cuando sin evitar el ardor que dejaba aquel hormigueo con cada golpe. Me sentía totalmente a su merced en ese momento.

Su mano dio un último azote, fuerte. Me quejé entrecortadamente sintiendo mi piel arder... Había sido azotada como a una sumisa. Dolía, mi piel ardía... Lo analicé por los segundos que había estado ahí, con mi respiración queda y aun emitiendo suaves quejidos mientras él acariciaba mi piel ardida y caliente... ¿Me había gustado? Pues no sabría decirlo. Estaba confundida. Mi mente se había hecho una maraña de pensamientos sobre lo sucedido. Lo único que podía pensar era en su mano golpeando mi piel.

Subió la tela de mis bragas, arregló mi falda y me ayudó a ponerme de píe. Se levantó conmigo mirándome con severidad, pero su enojo ya se hacía sentir menos, como sí con solo azotarme su enojo y frustración hubieran desaparecido.

Tomó mi barbilla y me hizo mirarlo a los ojos. Sus ojos azules estaban mucho más oscuros y sus pupilas dilatadas.

— Jamás, en tu vida, vuelvas a ponerme una mano encima de aquella manera, Nunca. — enfatizó advirtiendo, pero también sonó más como una orden. Su voz era algo que me erizaba la piel, imponente, fuerte y muy profunda.

Tragué, asentí ligeramente y bajé mi vista, estaba muy avergonzada — Sí, señor. Lamento lo que paso.

Estaba avergonzada y esperaba de verdad que no me quitara el empleo. De verdad no tenía a donde ir.

— Vete a tu habitación — ordenó señalando la puerta con su mentón.

Me di la vuelta y casi corrí hasta la puerta. Salí y corrí hasta mi habitación tan rápido como mis piernas me lo permitían. Cuando llegué a mi habitación pegué mi espalda a la puerta y me arrastré por ella hasta llegar al suelo. Hice una mueca de dolor, aún sentía mi piel hormiguear por aquellos golpes.

Mi pecho subía y bajaba tratando de normalizar mi respiración. Me encontraba abatida y muy... No sabía que era lo otro, pero sentía un cosquilleo en mi vientre y me confundía, porque era una sensación agradable ¿Debía sentirme así después de eso? No lo sé. Jack me había tratado como una sumisa y eso era todo lo que abarcaba mi mente... ¿Podía hacerlo?, ¿Podía tratarme de aquella manera sin yo serlo? No lo sé, pero tampoco se lo impedí y eso es algo que yo sí podía hacer. ¿Por qué no lo impedí?, eso es para lo único que tenía respuesta. Desde hace mucho tenía aquella curiosidad y esa noche había saciado parte de ella. Aquellos azotes hicieron que me diera cuenta de lo que implica aquella vida... ¿Aun así me llamaba la atención? Sí, aun lo hacía.

Soy Su SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora