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Los azotes me habían dejado completamente sensible. Cuando sus dedos bajaban y subían en un viaje lento sobre mi sexo, se sentía mucho más diferente de como lo había hecho en casa. No había hecho nada más que acariciarme de esa manera y sentía una presión, algo que me avecinaba y que seguramente me barrería.

— No te corras — ordeno.

— ¿Qué? — gemí aturdida. Quería hacerlo, no, más bien, necesitaba hacerlo.

— Shh... No te corras. Controla tu respiración.

Sí claro, pero él no dejaba de tocarme de esa forma tan... Placentera. Aunque, no quería que dejara de hacerlo.

— Respira lento. Inhala, luego deja salir el aire muy lento.

Comencé a hacerlo. Respiré y solté el aire despacio. Lo hice de nuevo y sentía como mis sentidos y lo que sentía se alejaba, pero, al mismo tiempo, se prolongaba el placer.

— Buena chica.

Deslizó su mano izquierda por debajo de mi vientre hasta llegar a mi hinchado botón y lo frotó.

— Maldición — susurré mordiendo mi labio inferior. Fue entonces, cuando sentí un fuerte azote — ¡Au!

Su mano derecha se deslizó por mi nalga y me dio otro azote igual que fuerte que el anterior. Sentí el picor que dejaba la marca de su mano, sus dedos estaban juntos y su mano caía fuerte justo en la cima de mis glúteos. Luego de esos dos, acarició la zona y dejo de frotar mi clítoris.

— Mantén tu respiración así, ¿Entendido?

— Aja — jadee. Él impactó su mano más fuerte en mis glúteos — ¡Si, señor!

— Así me gusta.

Cuatro veces seguidas su mano chocó contra mi piel... Y mi respiración y yo nos fuimos al garete. Mordía mi labio y agarraba la tela de sus jeans para no emitir un sonido fuerte. Jadeaba y mi respiración se había acelerado un poco. Los azotes que estaba dándome, los daba seguidos y fuertes, pero había algo en cada uno que me encantaba. Las caricias después de cada cuatro o cinco azotes seguidos se sentían como el cielo. Sentía aquel picor que se extendía de forma extrañamente deliciosa por mi cuerpo.

Él me hizo normalizar mi respiración a una más calmada, y ya entendía por qué. Las sensaciones de extendían, todo se prolongaba se sentía mucho mejor.

Me retorcía en su regazo, sentía, literalmente, que iba a explotar en cualquier momento.

— Tu culo esta rojo, me gusta como se ve — enterró sus dedos en mi piel.

— Por favor.

— ¿Por favor, qué? — preguntó dándome una suave palmada a mi sexo, luego froto su dedos por encima de mis pliegues.

— Oh... Por Dios — jadee-gemí. Mis mejillas se tiñeron de rojo, tanto de vergüenza como excitación. Me removí en su regazo al estremecerme. Pude sentir su erección cuando lo hice, estaba duro y probablemente más excitado que yo.

El separó mis piernas un poco más y comenzó una muy bien recibida caricia en mi sexo. ¡Maldición! Mi cuerpo se estremeció y sacudió violentamente, mis piernas se tensaron en cuestión de segundos y ahogué un grito mordiendo con fuerza mi labio inferior, pero no pude evitar que lo quejidos salieran de mí.

Joder... Definitivamente esa había sido la sensación más fuerte que había recibido en mi vida. Ni siquiera podía respirar con normalidad. Era todo superficial y me costaba encontrarle sentido a lo que había experimentado.

— ¿Te sientes bien? — preguntó amablemente masajeando mis piernas y mi sensible trasero.

— S-sí — jadee tragando el mundo de sensaciones que aun invadían mi cuerpo.

Soy Su SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora