14

13.3K 525 101
                                    

Abrí lentamente mis ojos, sintiendo demasiada calma. La luz no entraba por la ventana gracias a unas elegantes cortinas oscuras. Me sentía completamente descansada y sin un poco de sueño.

Me removí en la cama y de inmediato me di cuenta que me encontraba sola. Me recosté sobre mis codos y alcancé a ver que el reloj de la mesita junto a la cama marcaba las doce del mediodía. Vaya, ¿Cuándo fue la última vez que dormí hasta muy tarde? No, nunca lo hice, fue por eso que me sentí realmente relajada... eso fue hasta que me senté en la cama.

Sentí una punzada de puro dolor en mi sexo, y ya que el colchón de la cama me presionaba me levante de inmediato. Las piernas y los brazos también me dolían. Maldita sea, dolía como si me hubiesen desgarrado... mierda, la noche anterior había sido sin duda una muy desgarradora, pero no en el mal sentido. De ninguna jodida manera en el mal sentido. Había sido perfectamente excitante y apasionado. Fue mucho sexo y de verdad doy gracias a lo más sagrado por haber estado virgen hasta ese momento. Así me ahorré la molestia de comparar eso con mal e insuficiente sexo vainilla. ¿Así había yo negociado esos días para mí? No, demonios no. Debía cambiar eso a la relación 24/7 que él había puesto en el contrato.

Me encaminé a la ducha y me relajé mucho más con el agua tibia que caía de la regadera. Hasta eso era lujoso, el agua caía directamente de un segundo techo sobre la cabeza, era como una muy relajante lluvia sobre el cuerpo. Me lavé el cuerpo con mi jabón líquido con olor a avellanas y el cabello con un shampoo con acondicionador con un delicioso aroma a lavanda.

Cuando salí de mi relajante ducha, me dirige al armario y mi boca cayó al notar que era más grande de lo que acostumbraba y que, tenía mucha más ropa de la que había traído. Entré y escogí un conjunto de lencería azul. También me puse unos shorts algo cortos, una camisa ajustada color azul y unas zapatillas negras. Por ultimo peiné mi abundante cabello y salí de la habitación.

Caminar a la sala fue un martirio. Mi vagina dolía al caminar. Cuando por fin llegué a la sala noté un delicioso olor en la cocina. Seducida por el olor creo que floté al lugar y me encontré con una escena que creí que era imposible. Era Jackson cocinando.

¿Cocinaba? Bien, al parecer sí, y al parecer no solo hacía sexo delicioso; sino comida deliciosa.

— Buenas tardes, bella durmiente — estaba de espaldas a mí, así que supuse que solo me escuchó llegar.

— Buenas tardes, señor — me acerqué babeando por ese exquisito olor a carne con algo más. Malditamente olía a gloria.

— ¿Cómo despertaste? — volteó a verme, tenía una media sonrisa en su rostro.

Suspiré — Estupenda, aunque dolorida. Me duele todo, especialmente la vagina — y sí, ahí estaba siendo yo, siendo yo. Hablando sin tapujos o coherencia.

Jackson se rió — Me lo imaginaba.

Me senté en el taburete de la isla de la cocina he hice una mueca de dolor, en serio dolía — No sabía que podías cocinar, señor.

— Sí, bueno, cuando estás solo es una forma de supervivencia.

Reí — Creí que siempre habías tenido servidumbre.

Negó con la cabeza — No, no siempre fue así.

Fruncí mi entrecejo — ¿No?

— No. Fue difícil estar donde estoy en este momento, y antes de tener todo lo que tengo, aprendí a sobrevivir.

— ¿Cómo? ¿Tu familia no te ayudó cuando llegaste?

— Solo al principio, luego no los dejé — se encogió de hombros — No quiero su dinero.

Soy Su SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora