Soy Su Sumisa

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Trabajar había sido una parte importante en mi vida. Literalmente trabajé desde escasos doce años, pues la señora que me cuidaba no dejó que yo hiciera algo hasta esa edad... Aunque yo quería ayudarla, ella estaba cansada todo el tiempo. Y no era de menos, ser parte de la servidumbre de una mansión enorme era sin duda algo dolorosamente cansado.

No trabajar de sirvienta era sin duda relajante y me hacía sentir descansada. Aunque realmente extrañaba ganar dinero, ser útil en algo. No como sirvienta. Nunca más como eso.

La oferta de Eugene de trabajar en aquel restaurante era más que bienvenida para mí.

De pronto me emocioné con la idea de comenzar a trabajar. Hacer algo en lugar de estar en casa simplemente haciendo tediosas tareas y... Esperar a que Jack llegara a casa.

Eso era algo que no me disgustaba para nada. En realidad, me estresaba esperarlo, no obstante, cuando aparecía por esas puertas me emocionaba de más. Me controlaba, claro. Me gustaba mucho desestresarlo. Abrazarlo, besarlo y preguntarle cómo había sido su día. Me importaba demasiado poco la diferencia de nuestra edad, ni siquiera eran diez años, eran solo nueve... De acuerdo, eso era mucho para algunas, pero aun así lo quería.

Querer... Realmente lo sentía. Maldita sea, mi corazón saltaba con el simple acto de escuchar su voz o incluso de pensarla. Era un sentimiento ciego al que brutalmente quitaron una venda y quedó expuesto a la cruel realidad.

Ya habían pasado tres días y solo nos comunicábamos en llamadas cortas y solo un poco incómodas... Bien, muy incómodas, pero solo al inicio. Él se las ingeniaba bien para arreglar eso... Siempre era bueno cuando se trataba de hacerme sentir bien.

Sacudí mi cabeza dándome cuenta que mis compañeros comenzaron a levantarse de sus asientos. La clase había terminado. Lo cual era algo que me tenía sin cuidado, ya que TIC era una materia que debía llevar y me parecía la más aburrida de todas.

— Elsa, no olvides que pasado mañana nos reunimos para trabajar en la página web que debemos hacer para la clase — me detuvo Jane, una chica inglesa estudiosa a la que se había autonombrado "Jefa de grupo" y nos obligaba a ser extra puntuales a las reuniones — En la tarde en el mismo piso de la biblioteca.

Asentí sin muchas ganas — De acuerdo, te veo allá.

Frunció su entrecejo un poco y caminó a mi lado — No quiero ser entrometida, pero ¿sucede algo contigo? Se te ve muy... Desanimada.

— Voy a estar bien — le sonreí de lado — Es solo que estoy algo cansada.

— Oh-oh, ¿problemas para dormir? Cuando eso me pasa, hago yoga, tu podrías intentarlo.

— Claro, tal vez lo haga — Era en serio, o quizá correr me haría bien de nuevo... Solo que esta vez sí avisaría.

— Bien, me tengo que ir — comenzó a alejarse de mí rápidamente, seguramente a otra clase — ¡Se puntual!

— Sí... — dudaba que me hubiera escuchado.

Seguí mi camino hacia el auto, ya no tenía otra clase y tampoco alguna tarea pendiente o por realizar. Solo una, pero era algo sencillo y rápido.

Paré mi caminar... ¿qué iba a hacer a casa, si no tenía nada que hacer? ¿estar aburrida? ¿simplemente existiendo?

Únicamente llegué donde Aster para decirle que caminaría, le tomó por sorpresa ya que, en mucho tiempo, era la primera vez que me negaba ir en el auto.

— Si quiere que la recoja en alguna parte, llámeme.

Asentí — Gracias.

— ¿Quiere dejar sus cosas aquí?