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Había pasado los primeros días de vacaciones decidiendo a qué lugar ir. Jack iba a cumplir su promesa de llevarme al lugar que yo quisiera, pero en realidad no sabía a qué lugar ir.

— ¿Por qué no vas a Italia? — propuso Eugene — Dicen que es lindo.

— Estaba pensando algo más divertido que clásico — me senté a su lado mientras frotaba mi cuello un poco — Aunque me encantaría apreciar el arte de Italia, quiero ir a Latinoamérica.

Su rostro se contrajo con un gesto extraño — ¿En serio? Digo, no tiene nada de malo. Pero también tienes a Japón, París, Inglaterra e Italia frente tuyo.

— Sí, pero también tengo a Colombia, Paraguay, México y El salvador para visitar, ¿no crees?

— ¿El salva-qué cosa? ¿A quien salvó?

— El salvador, ya sabes, el país pequeño de Centro América — Obvié haciendo un ademan con mi mano.

Negó con la cabeza — Nop, no había escuchado de ese.

— Entonces, estudia geografía — bufé con diversión — Oye, si entiendo que hay países lindos de otro lado del globo, pero en Latinoamérica hay tanto color, sabores, tanta cultura e historia que enamora.

— Entiendo, entiendo — me lanzó una sonrisa — Entonces, ¿a cuál irás?

Lancé un suspiro profundo — Ese es el problema, no me decido.

Eugene se rió — No hay prisa, tienes mes y medio para decidir — se puso de pie. Sus labios comenzaron a formar una curva que no transmitía nada bueno — Debo irme ya.

— ¿Pasa algo?

— Me han obligado a salir con una chica... No sé nada de ella que no sea su nombre, no me emociona tanto pero ya la citaron por mí.

Me levanté sonriéndole alentadoramente, al menos eso quise tratar — Vas a estar bien, estoy segura que ella es linda.

— Su nombre es Anna, ni siquiera la he visto en foto.

— Anna es un lindo nombre, apuesto que ella lo es. Anímate — lo abracé, quise que fuera uno rápido y amistoso. Cuando iba a soltarlo, Eugene enlazó un poco más fuerte sus brazos a mi cintura, atrayendo mi cuerpo al suyo. Sin querer dejarme ir.

Mi corazón se estrujó por él, de cierta forma me hacía sentir mal. Lo abracé de igual manera, fuerte, pero con un sentimiento muy distinto — Lo siento Eugene. Lamento no poder corresponderte. Pero estoy segura que vas a encontrar a alguien que te amé con la intensidad que tú lo hagas. Lo apuesto.

Me soltó, sonriéndome de lado — Ojalá tengas razón, este rostro no debe desperdiciarse — bromeó señalando toda su cara.

— Exacto. Anda, conoce a esa chica y me cuentas todo.

— No creo que me vaya bien, pero de todos modos iré.

— De acuerdo. Mucha suerte — le sonreí mientras él se daba la vuelta para irse.

De verdad esperaba que le fuera bien, el merecía que alguien lo hiciera feliz. Él lo valía.

Casi después de él, Aster pasó por mí. Me pareció un poco extraño que él lo hiciera, Jack se había encargado de ellos sin falta.

— Jackson no pudo venir.

— Hola, As. Y bueno, es evidente que no pudo — me reí por la obviedad de su comentario — ¿Sigue en el trabajo?

— No en realidad. Está en la oficina de su casa, tuvo que hacer unas cosas de último minuto y me mando a recogerte — abrió la puerta y subí al auto. Luego él lo hizo y encendió el auto.

Soy Su SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora