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- En la casa hay dos sirvientas, ellas se van a eso de las seis y media. Si yo estoy en casa a esa hora, para iniciar solo estarás en lencería.

Parpadee un par de veces perpleja - ¿Nada de ropa? - Volteé a verlo a los ojos - ¿Quiere que ande así, Señor? - sentí el calor apoderarse de mi rostro.

- Sí - respondió con simpleza - Si yo no estoy, obviamente, andarás con ropa, pero de lo contrario, por ahora te quiero de esa forma.

Tragué y mi color se intensificó.

- ¿Entendiste?

- S-sí señor, ya entendí... es solo que no me sentiría cómoda - respondí con nerviosismo.

- Te vas a acostumbrar, más adelante te pediré que andes sin siquiera la ropa interior - Mierda. Se calló por unos segundos hasta que siguió - Seguirás llamándome como: Señor. En presencia de otros dominantes: Amo - Suspiró - Contrariando todo esto, cuando estemos en público... eventos benéficos u otros lugares así, podrás llamarme por mi nombre...

Fruncí mi entrecejo sin poder entender - ¿Por qué, Señor?

- Cómo sabes, nadie sabe lo que practico y así quiero que se mantenga. Pero, no abuses, será solamente si hay demasiadas personas en el lugar donde nos encontremos, de lo contrario no quiero escuchar mi nombre.

- Está bien.

-Astrid Hofferson será tu entrenadora personal durante las horas en el gimnasio, es buena en lo que hace, pero limítate a hablar con ella solo para lo que le pago: tu entrenamiento.

- ¿Puedo preguntar por qué, señor?

- Ella es buena en lo que hace, por eso la contrato, pero es muy entrometida.

- Bien.

- ¿Recuerdas que te mencioné que tenía planes para ti?

- Ah... Sí, lo dijo cuándo estábamos en su despacho.

- Exacto... esto se lo ofrecí a dos de mis sumisas sin su educación superior, pero rechazaron la oferta.

- ¿De qué se trata?

- Quiero que vayas a la universidad.

Abrí mis ojos con total sorpresa - ¿Qué?

Sonrió con amabilidad - Mi madre me dijo que querías estudiar, voy a pagarte ese estudio, tus notas son bastante buenas, eres inteligente. Eso no puede echarse a perder, pero será solo si estás de acuerdo.

Aun no me lo podía creer. Como si nada estudiaría de nuevo y me encontraba sumamente feliz.

Sonreí de inmediato - Sí, claro, por supuesto, muchas gracias - respondí demasiado feliz.

- Excelente, por fin no una rubia tonta - sonrió con satisfacción - pero hablaremos eso luego y te explicaré mejor.

- Sí, señor - sonreía, estaba malditamente feliz.

- Okay, ahora quiero que me digas que fue exactamente lo que investigaste. Me dijiste que lo habías hecho, o, ¿fue solo sobre las prácticas sexuales? Voy a aclarar las dudas que tengas.

- No, no busqué solo eso en realidad - suspiré y me acomodé sobre el asiento - también sobre cómo debe ser una sumisa y...

- ¿Cómo debe ser una sumisa, Elsa?

- Yo creo que una sumisa debe ser una persona muy sensata, leal, sincera, atrevida - aunque a mí me costaba mucho ser atrevida -, sin miedo a intentar cosas nuevas. Y lo más importante para mí, debe ser muy atenta y respetuosa... ¿Está mal?

Soy Su SumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora