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Yuuri esperaba un tanto nervioso a que Yurio se conectara para iniciar su video llamada.

Desde que ambos chicos hablaron y decidieron intentar ser algo más que amigos a distancia, se volvió un hábito que hablaran por ese medio al menos una vez a la semana. Esto hacía a Yuuri muy feliz porque, siendo sincero, le agradaba mucho ver al rubio a través de la pantalla del monitor de su computadora.

El chico también estaba sorprendido de que el alfa hubiera aceptado -sin muchas quejas- ser algo más que amigos, porque estaba convencido de que alguien con el fuerte temperamento de Yuri no aceptaría menos de lo que en verdad quería, pero aceptó la informal relación que él ofrecía.

Sin embargo, el japonés entendía que la buena disposición del rubio podía deberse a los beneficios que conllevaba ser amigos más íntimos: además de hablar con más frecuencia y bromear libremente, el intercambio de fotografías aumentó considerablemente.

Fue a petición del ruso -más bien fue una exigencia desde el punto de vista de Yuuri- que las fotos subidas de tono, y que por lo general eran enviadas por iniciativa de Yurio, podían usarse como material "recreativo" cada vez que el ánimo lo permitiera.

Pensando en eso y con una sonrisa, Yuuri se dijo que su amigo alfa era muy astuto y pervertido, pues éste solía admitir -sin ninguna vergüenza- que se masturbaba cada vez que le enviaba alguna foto nueva y lo hacía de la misma forma en la que le coquetaba cuando hablaban o se escribían mensajes.

Para el hermético chico de castaños ojos, era nuevo, refrescante y estimulante saber que la nueva promesa del patinaje artístico ruso, tenía su mirada puesta sobre él sin importarle la enorme distancia que los separaba.

Además, el que Yurio no negará que sus intenciones no eran del todo buenas lo excitaba.

Pero no todo lo que descubría sobre el ruso era de carácter sexual, también empezaba a percatarse de que el chico era en verdad amable y atento cuando se lo proponía, y para prueba de ese hecho bastaba con ver la forma en la que el chico se comportaba con su abuelo.

Yuuri lo sabía porque, en una de sus video llamadas recientes, pudo enterarse de que el abuelo de Yurio pasaba unas pequeñas vacaciones con él.

Todo ocurrió cuando notó que Yurio evitaba -sólo un poco- molestarlo con sus habituales comentarios sobre las horribles pijamas que usaba. Por lo general el rubio le decía que dormir desnudo o con poca ropa era más práctico por muchas razones, entre las cuales estaba el poder follar con más comodidad, pero en esa ocasión se había limitado a decirle que en verdad tenía pésimo gusto para la ropa.

Fue antes de que pudiera decirle al chico que solo era algo que usaba para dormir, que una una voz gruesa le dijo a Yurio que se sentara a la mesa a comer algo más decente que sus insípidas ensaladas a las que estaba acostumbrado.

Con sorpresa Yuuri se disculpó diciéndole a Yurio que no tenía idea de que estaba con alguien más e intentó terminar la llamada. Como respuesta, y con una una gran sonrisa, Yurio le dijo que todo estaba bien y le presentó a su abuelo, Nikolai Plisetsky.

El moreno saludó con nerviosismo al viejo hombre de duro gesto que lo observaba con sus orbes color miel, sorprendiéndose por la amabilidad del hombre al conocerlo. Yuuri quedó tan sorprendido por la actitud de Nikolai, que le pareció increíble que alguien tan sereno y amable pudiera ser familia del rubio de fuerte temperamento.

Katsudon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora