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Sentado en una de las bancas de la plaza, Yuuri tomaba un café para entrar en calor.

Cuando el aire frío de San Petersburgo le golpeó el rostro, se acomodó lo mejor que pudo la bufanda que portaba para evitar que otra corriente de helado aire tocará la piel de su cuello, reconfortándose de paso porque la bufanda que usaba era de Yuri.

Sin embargo, el moreno sentía algo de pena por sus dedos debido a que se quitó los guantes para sostener mejor el vaso desechable de donde bebía su café, pensando que eso había sido una mala idea.

Con un suspiro se preguntó cuánto tiempo más tendría que esperar a que Viktor volviera con el café que fue a comprar cuando él se negó a compartir su bebida alegando una molestia en la garganta, pensando también que el escándalo que armó el platinado debía ser una trampa para que bajara la guardia y se volvieran a tratar como en el pasado.

Pero Yuuri no cedió por dos simples razones: estaba ahí para hablar con Viktor como un viejo amigo y para pedirle que no se entrometiera entre el rubio y él.

Observando a una pareja que paseaba por la plaza, Yuuri se preguntó cuál sería la mejor manera de aclarar todo con el alfa de azules ojos; no quería ser grosero ni herir sus sentimientos, pero cortar de tajo las posibles esperanzas del hombre de reanudar lo que tuvieron antes parecía ser la mejor forma de detener todos los coqueteos que recibía.

Con ironía pensó en lo mucho que le hubiera gustado, años atrás, ser el foco de la atención de Viktor y en lo mucho que sufrió cada vez que fue tomado a la ligera por éste.

También pensó que los celos de Viktor carecían de razón, pues buscaba acercarse a él para comprobar que el fuerte perfume de Yuri lo cubría cuando entre ellos no había -ni existiría- nada más.

Sonriendo, el japonés se dijo que al menos con Yuri todo estaba resuelto gracias a que ¡Por fin! -y después revolcarse en el departamento del chico varias veces más- hablaron con calma sobre su relación.

Yuri era sorprendentemente maduro para su edad y a pesar de su carácter, pues había aceptado sin quejas que se mantuviera en contacto con Viktor y que incluso lo viera un par de veces mientras aún estaba en Rusia aunque sin dudas aquello no le agradaba del todo.

Cuando Yuuri le preguntó si en verdad estaba bien con eso, el ruso le dijo que confiaba que él resolviera de manera adecuada su situación con el otro alfa, razón que sumó varios puntos a las cosas buenas que descubría del rubio. A cambio, Yuuri le prometió que les diría a todos en Hasetsu que eran pareja por lo que no aceptaría propuestas indecorosas de nadie.

Fue esa promesa la que los llevó a tocar el más grande obstáculo en su relación: la distancia.

Yuuri regresaría a pasar las fiestas de diciembre con su familia y amigos, por lo que tenían un par de semanas más para disfrutar el uno del otro y de despedirse por tiempo indefinido, hecho que entristeció al nipón.

Por suerte Yuri salvó la situación al decir que ni la estúpida diferencia horaria ni el echo de qué vivieran en diferentes países era un obstáculo para él porque se encargaría de ver al omega sin importarle lo demás. Fue por eso que no le mencionó que tenía cuatro semanas de vacaciones, deseaba sorprenderlo yendo con su abuelo a Hasetsu a pasar Año Nuevo, justo después de la final del Grand Prix; usaría sus demás días libres de acuerdo a las necesidades que se les presentaran en el camino.

Katsudon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora