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Jadeos y gemidos débilmente contenidos inundaban la habitación mientras las hormonas rápidamente tomaban el control de sus cuerpos excitados.

El joven de cristalinos ojos verdes levantó de las caderas a su mayor, acorralándolo contra la pared al mismo tiempo que se deshacía de la ropa que se interponía en su camino. Sus bocas y pieles pedían ardientes más de aquel contacto; más que besos y caricias desenfrenadas, querían el placer que unirse en uno solo les provocaría.

—Yuri... —gimió su nombre con desesperación.

Yuri no dudó más. Arrancó las pocas prendas que impedían el anhelado contacto piel a piel, lo tomó entre sus fuertes brazos y buscó su entrada; la encontró intensamente lubricada y palpitante, lista para recibirlo. Introdujo su dedo índice sólo por el placer de escucharlo gemir y sentir como se frotaba con desespero contra su abdomen. Maravillado, observó como cerraba los ojos mientras sus mejillas se encendían al tiempo que un segundo dedo se abría paso en su interior.

—Por favor... Ahora... —suplicó con suaves quejidos el omega.

—¿Me deseas? —cuestionó el alfa mientras introducía el tercer dedo en su interior húmedo y caliente—. Dime qué tanto me deseas.

—Te deseo, por favor... Hazlo ya, Yuri.

Yuri sonrió al tiempo que lo besaba y entraba en él con una fuerte estocada, sintiendo la increíble estrechez de su interior. Sus caderas arremetieron con fuerza mientas el omega se aferraba a su espalda, enterrando sus uñas en ella, gimiendo ante el placer que Yuri le provocaba.

—Joder, eres increíble —le dijo Yuri mientras besaba y lamía su cuello.

—Más, más profundo... —pidió el chico al tiempo que colocaba su cabeza en el cuello de Yuri. Éste salió de su interior y lo colocó a gatas sabedor de que esa posición les daría el placer que buscaban. Volvió a entrar con fuerza, contemplando el pequeño cuerpo bajo él retorcerse de excitación, meneando también las caderas para aumentar su placer.

—Yuri, más rápido...

El rubio obedeció nuevamente encantado de seguir tales órdenes. Se inclinó para poder besar su oreja al tiempo que sus embestidas se volvían más rápidas y profundas, más excitantes. Los gemidos aumentaban, así como el sudor bañando sus cuerpos.

Ambos jadeaban. Ambos gemían. Se fundían en uno entregándose al placer que recorría por completo sus cuerpos, amándose más allá de lo que dictaba la sociedad. Ellos lo hacían porque en verdad se querían, no por el hecho de ser un alfa y un omega dando rienda suelta a sus instintos. Yuri lo sabía, lo disfrutaba y aprovechaba cualquier ocasión para que su compañero lo supiera, sin importar el lugar o el momento, solo quería que su amado lo sintiera de la misma forma que él lo sentía, con aquella pasión desbordante que lo atrapaba al verlo.

—Yo... no aguanto ... más... Yuri... —gimió el moreno ante las fuertes e intensas embestidas.

—Hazlo, yo te ayudaré —respondió Yuri mientras lo tomaba con más fuerza de la cadera y masajeaba su húmeda y palpitante erección—. Termina para mí.

Su compañero gimió con más fuerza al tiempo que volteaba a verlo con el deseo plasmado en sus ojos castaños. El sudor cubría su rostro y hacía que su oscuro cabello se le pegara a la cara. Para Yuri aquella visión era la perfecta definición de todo lo que la palabra amor significaba para él. Amaba verlo sonreír gentilmente, como patinaba con gracia y determinación, su suave expresión mientras lo escuchaba hablar de sus planes a futuro... ¡Mierda! Incluso amaba sus peleas y lo obstinado que podía ser.

Katsudon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora