Katsudon.

23

—¡Feliz cumpleaños, Yuuri! —la potente voz de Pichit lastimó un poco el oído derecho del moreno.

—Gracias, Pichit —Yuuri sonreía complacido ante la divertida mirada de Nikolai.

Todo el día el móvil del japonés había sonado gracias a las llamadas que sus familiares y amigos hacían para felicitarlo, dejándole poco tiempo para charlar con el viejo sin ser interrumpido.

—¿Cómo te la estas pasando por allá? ¿Hace mucho frío? ¿Ya lo hicieron? ¡Dime que ya lo hicieron!

El omega se carcajeó ante la ansiedad del tailandés preguntándose si acaso todos sus amigos creían que estaba en San Petersburgo sólo para tener sexo con el alto rubio que era su anfitrión.

Yuuri pudo asegurar que así era gracias a las insistentes preguntas de Pichit, mismas que cambiaron a reproches y quejas cuando le dijo con calma lo que venía repitiendo desde que Minako lo llamó: no tenía intenciones de involucrarse sexualmente con Yuri ni planeaba cómo llevarse al chico de vuelta a Hasetsu, ni estaba dentro de sus ideas embarazarse de él para obtener una marca en su cuello.

—Eres un aguafiestas, Yuuri —se quejó Pichit—, no puedo creer que no aproveches tu oportunidad...

—Pichit, estoy de vacaciones, no buscando alguien con quien acostarme —repuso el omega.

A su lado caminaba Nikolai quien entendía más o menos la conversación del omega gracias a que Yuri se había empecinado en enseñarle algo de inglés.

—¡Pero ni siquiera tienes que buscar! Sólo debes acercarte a Yurio y decirle "Oye, ¿No te gustaría que juguemos en tu cama?" ¡Y listo! Seguro que Yurio no desaprovechará la oferta.

Yuuri rió. En serio, ¿Bajo qué concepto lo tenía su amigo?

—... Creo que es por aquí, abuelo —dijo Yuuri en ruso señalándole al alfa el camino a seguir—. Pichit, eso no es algo para tomar a la ligera...

—No lo sabrás hasta que no le intentes... ¡Dime que al menos ya se besaron!

—¿Qué? No.

—¡Ajá! ¡Ya lo hicieron! —gritó el tailandés emocionado.

—Te digo que no.

—¡No me engañas, Yuuri! Dudaste por un segundo antes de contestar —insistió Pichit—. Dime, ¿Qué tal besa? ¿Te excitaste?

—¡Pichit! ¿Cómo puedes decir eso? —ahora era el turno de Yuuri para quejarse.

—Porque he estado en la misma pista que él y sé que es muy ardiente...

—¡Pichit!

—¡Ay, Yuuri, por Dios! ¡No te atrevas a decirme que no encuentras a Yurio sexy y ardiente!

Nikolai reía bastante divertido a causa del enorme sonrojo que cubría el rostro del omega, suponiendo también que la conversación que sostenía por el móvil estaba subiendo de tono... Otra vez.

El viejo había sido testigo ya en varias ocasiones a lo largo de ese día, de los sonrojos y la vergüenza por la que atravesó Yuuri cada vez que alguien lo interrogaba sobre su estadía en San Petersburgo, riendo también cuando el chico confesó que sus amigos en verdad creían que no hacía otra cosa que tener sexo con Yuri.