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—Ahora estoy con Yurio.

Sólo esas palabras bastaron para que Viktor sintiera cómo su corazón era estrujado sin piedad alguna por el chico que estaba sentado delante suyo.

¿Cómo era capaz Yuuri de ser tan cruel con él? ¿Acaso no sabía que sus palabras eran dagas que perforaban su alma? ¿O simplemente no le importaba que sufriera a causa suya?

El platinado observó al nipón que bebía tranquilamente una taza de café, tratando de convencerse que las palabras dichas por el chico eran una farsa, un engaño en que no podía ni debía caer porque de aceptarlo estaría poniéndole fin al cariño y amor que sintió por Yuuri durante años.

No, no debía rendirse pese a saber que Yuuri estaba con otro, en especial porque ése otro era un chiquillo veinteañero que le había arrebatado lo que le pertenecía en el instante en que bajó la guardia por un momento, aprovechándose del suave carácter del mismo, haciéndole creer que estaría mejor con él que en sus brazos.

—...Yuuri.

—¿Sí, Viktor?

Viktor, no Vitya, se dijo el ruso con dolor.

—¿Estás seguro de lo que haces?

Yuuri suspiró y dejó la taza del café que bebía sobre la mesa; después dirigió sus castaños ojos al hombre que lo miraba expectante.

—Viktor, ya hablamos de esto...

—No, Yuuri, hablaste por Yurio, no por tí —insistió el platinado que no podía tolerar que el moreno hubiera aceptado verlo sólo para hecharle en cara su relación con Yuri.

Oh, sí, Viktor estaba seguro de que todas esas marcas de besos que cubrían los hombros y cuello de Yuuri y que éste intentaba cubrir usando ropa que no le pertenecía, fueron hechos por el irritante rubio que se creía mejor que él y que tenía el descaro de tomar el amor de Yuuri como si en verdad fuera digno del mismo...

—Viktor, deja de insistir con eso —pidió Yuuri con cansancio después de escuchar las palabras del hombre.

—¿Por qué? ¿No te das cuenta de lo mal que te ves hablando en nombre de alguien que ni siquiera te acompañó? Eso deja mucho que desear de Yurio...

—Yurio no vino porque yo le aseguré que podíamos hablar tranquilamente y sin éste tipo de problemas —repuso el omega—, no me hagas pensar que me equivoqué.

Viktor no pudo evitar mirar con enfado a Yuuri porque las palabras del chico cada vez le gustaban menos, en especial cuando fue a esa cafetería a encontrarse con el moreno, totalmente ilusionado gracias a que se dijo que tendría una oportunidad de recuperarlo.

Sin embargo, todo lo que escuchó fue que Yuuri tenía una relación formal -y horriblemente real- con el único alfa que consideraba un rival, que era muy feliz con él y que esperaba que supiera respetar su decisión.

¡Cómo si eso fuera posible!

¿En verdad Yuuri creía que él era el tipo de hombre que aceptaba fácilmente que alguien más, alguien que jugó sucio y a sus espaldas, le arrebatará el amor que nadie más que él podía disfrutar? ¿En serio no se daba cuenta de lo mucho que le costaba intentar siquiera comprender la razón por la que lo cambiaba por un mocoso?

¿De verdad le pedía que se rindiera?

—... Eso no tiene nada que ver, Yuuri — se defendió Viktor.

—Viktor, por favor —pidió el japonés—, no volvamos a discutir sobre lo mismo...

—¿Por qué? Si en verdad le preocuparas habría venido a dar la cara, no tendría por qué permitir que estés tú solo aquí.

Katsudon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora