Katsudon.

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Yuuri se deslizaba con gracia y suavidad mientras practicaba sus saltos motivado por la curiosidad que le daba saber si aún era capaz de hacerlos sin ningún fallo. Con satisfacción sonreía al percatarse de que tenía más de dos años sin tomarse en serio sus pequeños entrenamientos.

Cada vez que Yuuri patinaba se perdía totalmente en lo que hacía, dando la impresión de que para él no existía nada más en esos momentos que la música con la cual se deslizaba sobre la pista, la secuencia de sus pasos y el saltos que aún era capaz de clavar. Además, parecía ser otro cuando estaba tan concentrado.

Era el conjunto de todas esas reacciones, más la sonrisa que mantenía en su rostro y la perfecta sincronía que existía entre sus pasos y la música sonando de fondo, la que resultaba tan perfecta que uno se preguntaba la razón por la cual Yuuri abandonó su carrera justo en su punto más alto.

Ese día el chico volvía a practicar el programa libre con el cual participó en la Final de hacía casi tres años, misma donde ganó la que sería su última medalla de plata.

Yuuri aún recordaba toda la alegría y emoción que compartió con sus compañeros en esa competencia, recordaba los abrazos y felicitaciones de sus amigos y el inesperado abrazo que recibió de Yakov gracias a su magnífica presentación.

Pero toda esa alegría había sido opacada gracias a que no fue capaz de conseguir lo que en verdad añoró en ese tiempo: los ojos de Viktor atentos solamente a él.

Yuuri no dejó que la tristeza que sintió al saber que de nueva cuenta Viktor no le pertenecía por completo aunque él jurará que así era, gracias a que Yurio lo había invitado a bailar casi toda la noche en la cena de que se celebró después de la final, haciendo que se divirtiera enormemente.

Yurio siempre lo había hecho reír cuando más la necesitaba, y ese pensamiento aún permanecía con él.

Cuando la música terminó y con ella su rutina, Yuuri guío su mirada hacia Yuuko quien le sonreía animadamente al mismo tiempo que le aplaudía con emoción.

Yuuri se dirigió a la omega totalmente satisfecho por haber realizado su rutina sin fatigarse demasiado.

—¡Yuuri! ¡Eso fue asombroso! No pude dejar de mirarte ni un momento... ¡En verdad debió ser maravilloso verte en esa final! —Yuuko estaba muy emocionada.

—Me alegra que pienses eso, Yuuko —Yuri le dedico una amplia sonrisa a su amiga mientras aceptaba el agua que ella le ofrecía.

—De verdad me apena nunca haber ido a verte competir... —la mujer mantenía un puchero al hablar—. ¡Oh, Yuuri! ¡De verdad lo lamento! ¡Yo te hubiera apoyado más que nadie!

—No pasa nada, Yuuko —repuso Yuuri divertido por la actitud de la omega—. Algunas veces simplemente no se puede hacer todo lo que uno desea.

—Sí, creo que tienes razón... Recuerdo bien que esa temporada estuvo llena de sorpresas, como el que Viktor decidiera concentrarse en entrenarte... ¿Fue muy raro, verdad?

Yuuri suspiró antes de contestar.

—Supongo que sí... De cualquier forma él siempre actuó siguiendo sus impulsos, así que no fue tan extraño después de todo... Pero me hubiera gustado competir con Viktor una vez más.

Yuuko notó que de nuevo Yuuri parecía incómodo hablando sobre los días en los que compitió y vivió en San Petersburgo, lo que la llenaba de curiosidad y de un mal presentimiento que le decía que algo malo le había ocurrido a su amigo en aquel distante país.