Katsudon.

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Yuri había escuchado en varias ocasiones, que los omegas solían perder el control de sus acciones durante sus celos, dejándose llevar totalmente por sus instintos.

También otros alfas -principalmente JJ- aseguraban que coger con un omega en celo era increíblemente placentero, pues gracias a sus hormonas se volvían lascivas máquinas de sexo.

Aún así, Yuri nunca había estado interesado en comprobarlo. No tenía nada que ver con falta de experiencia, estaba muy lejos de ser virgen, era sólo que no conocía a ningún omega que le llamara la atención.

O al menos fue así hasta que se enamoró de Yuuri hacía casi tres años.

El joven e inexperto Yuri de 16 años no entendió en ese momento porqué el perfume de Yuuri le gustaba tanto o porque lo seguía cada vez que el chico lo invitaba a comer después de un entrenamiento, para él simplemente fue natural ir junto a Yuuri a todos lados si eso significaba llenarse de su dulce aroma y acaparar su atención.

Sin embargo, fue por esa misma época que Yuri empezó a tener otro tipo de sentimientos respecto al japonés: verlo cambiarse en los vestidores de la pista, sudando o agitado después de prácticar alguna de sus rutinas, empezó a gustarle demasiado.

El rubio se excitaba aún más cuando notaba pequeños cambios en las feromonas de Yuuri, tanto que empezó a masturbarse usando al omega como referencia.

Desde entonces fantaseaba con cogerse a Yuuri en todos los lugares posibles -y en todas las posiciones también-, pero nunca se preguntó cómo sería hacerlo con Yuuri durante su celo. En sus sueños lo hacían por el mero placer de conectarse el uno con el otro, nada tenía que ver con sus instintos.

Bueno, eso no era del todo cierto. Cada vez que Yuuri faltó a los entrenamientos debido a su celo, el alfa rubio se preguntó qué tipo de expresiones tenía cuando estaba excitado, o si su olor se volvía más fuerte y dulce.

Pero, para mala suerte de Yuri, durante años debió conformarse con imaginar cómo sería tener sexo con Yuuri, en sus sueños.

Inesperadamente, todo cambio ese martes durante su descanso.

Ese día parecía ser como cualquier otro. Por la mañana, después de calentar, Yuri practicó sus saltos porque quería pulirlos lo suficiente para no cometer ningún error durante el torneo europeo, así que después de practicar tanto, quedó exhausto. Por lo tanto, Yuri decidió tomarse un bien merecido descanso.

Cuando Yuri salió de la pista se preparó para tomar su almuerzo, así que no le prestó atención a nada más.

A decir verdad, no esperaba que Yuuri se comunicará con él tan  temprano -el chico estaba muy ocupado en las mañanas, pues había más movimiento en el onsen- por lo que se encontraba sentado en las gradas observando a algunos de sus compañeros jugar un rato, cuando la llamada de Yuuri lo sorprendión.

—Cerdo —fue su habitual saludo.

—Yu-Yuri… —un jadeo.

Un muy inusual jadeo.

—¿Estás bien, cerdo? —era extraño que Yuuri lo llamara durante el día, pensó Yuri, y más aún el tono con el que hablaba.

—Yo… yo… pensé... pensé… llamarte… —Yuuri estaba jadeando. Se oía un tanto desesperado.

Yuuri parecía... Excitado.