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Esa mañana, felizmente, su ánimo y su cuerpo parecían intactos.

Para Yuuri fue tan agotador como horrible volver a soportar los efectos secundarios que los inducidores tenían sobre su cuerpo, pues después de tres años sin recurrir a ellos sufrió enormemente con las consecuencias que tenían como la fiebre, mareos y vómitos por los que atravesó apenas se acabó su celo.

El chico estuvo en calor cerca de ocho días, uno tan intenso que incluso lo asustó debido a la fuerte -y extraña- necesidad que lo llenó por saber de Yurio o escuchar su voz.

Gracias a eso estaba terriblemente avergonzado con su familia, pues todos, en especial Mari, fueron testigos de los ruegos, jadeos y gimoteos con los que llamó con desesperación al alfa ruso que era inalcanzable para él.

Claro que se disculpó con su familia apenas recuperó el control de sus acciones, pero eso no evitó que se sintiera totalmente expuesto a los suyos; por suerte los Katsuki eran compresivos, aunque eso no evitó que tuvieran una larga e incómoda charla sobre lo sucedido.

Toshiya y Hiroki Katsuki no pudieron evitar preocuparse por su hijo una vez que fueron testigos de su insólito comportamiento ya que nunca, desde que empezó a sufrir los celos propios de un omega, pareció necesitar tanto de un alfa que lo ayudará a calmar sus deseos.

Por eso mismo les preocupaba que Yuuri insistiera en viajar a Rusia para ver al rubio al que llamó con tanto desespero; ellos no creían que fuera prudente hacer algo así cuando era obvio que el chico sentía una fuerte atracción por el alfa, por lo que intentaron disuadirlo de viajar.

Sin embargo, y siendo consciente del temor de sus padres, Yuuri se mantuvo firme asegurando que nada malo le pasaría en San Petersburgo. Además, tenía plena confianza en Yuri.

Por desgracia los Katsuki no confiaban en los alfas desde que Yuuri les contó, de manera superficial, lo ocurrido con su ex-entrenador, así que intentaron por todos los medios hacerle ver al chico que corría peligro si se encontraba con el joven alfa, o al manos convencerlo de que se hospedara en un hotel.

—Confío en Yurio —les dijo Yuuri a sus padres con determinación—. Él ya me protegió antes, y sé que lo volverá a hacer en caso de ser necesario.

—Pero es un alfa... —había insistido Toshiya.

—Es mi amigo, papá.

Ante la respuesta de Yuuri los Katsuki no pudieron hacer nada, no cuando empezaba a ser obvio que el moreno había encontrado, finalmente, alguien en quien creer sin importar las circunstancias. Era una pena que él no se diera cuenta de ello.

Sin más que hacer Hiroko, Toshiya y Mari decidieron apoyar la decisión de Yuuri de pasar su cumpleaños lejos de casa, deseando de todo corazón que su muchacho estuviera bien en compañía del ruso y que regresara a salvo.

Así, sintiéndose totalmente bien, Yuuri decidió que ese día empezaría a prepararse para el viaje que haría en unos días y que estaba programado para el sábado 26 de noviembre.

Mari ayudó a su hermano en todo lo que consideró necesario porque encontraba refrescante verlo tan animado ante su viaje. Y también porque quería aprovechar la oportunidad de hablar un poco más con él sobre lo que esperaba en San Petersburgo.

Bromeando con Yuuri, Mari intentó averiguar más sobre los sentimientos del omega, en especial porque moría de curiosidad por saber qué razón llevó al chico a buscar llamar con tanta desesperación a Yurio.

Katsudon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora