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Cuando terminó el primer día de la participación masculina de la Grand Prix, dos hechos quedaron muy claros: el primero fue que la competencia sería muy reñida y emocionante el segundo día gracias a que Otabek Altin, JJ Leroy, Yuri Plisetsky y Viktor Nikiforov se disputaban los primeros puestos con sus brillantes participaciones, y la segunda que el rubio no parecía estar muy atento a sus adversarios cuando éstos salían de la pista.

También fue muy notaria la rivalidad de los rusos, pero aquel hecho quedó un tanto de lado gracias al comportamiento del rubio.

Desde que llegó al recinto donde se llevaría a cabo la final Yuri se negó a dar más entrevistas de las que consideró necesarias, acción que si bien se podía considerar normal en él, no dejó de llamar la atención debido a que pareció estar más atento a su móvil que los acontecimientos que lo rodeaban.

De igual forma llamó mucho la atención que el joven ruso decidiera llevar la melena suelta durante su presentación cuando en los últimos torneos la llevó muy bien peinada, sobre todo cuando, en un momento, se apreció que el chico parecía tener varias marcas oscuras en su cuello.

Aún así, y pese a los reclamos de Yakov, Yuri no le dio importancia a ninguno de esos hechos diciendo que tenía otras cosas de las que ocuparse.

Y no mentía, pues durante buena parte del día intercambió con Yuuri mensajes de texto, pero no sin descuidar su participación ni la de sus compañeros.

Eso fue lo que enfadó más al entrenador, pues no conforme con escuchar que el rubio se tomaría una semana de descanso al terminar el torneo, debió lidiar con el hecho que el chico llegara con el cuello lleno de los besos y pequeñas mordidas que cierto japonés dejó en él y con su negativa a dar más que pequeñas entrevistas.

Así, mientras sus compañeros -Mila y Georgi en especial-, lo acosaban con sus preguntas maliciosas sobre lo que pudo hacer en su descanso obligado, Viktor se mantuvo fuera del asunto pero mirándolo con demasiada atención.

A decir verdad era muy extraño que el alfa mayor estuviera tan calmado, al menos así le parecía al rubio. Sabía que Yuuri había hablado con él para evitar futuras peleas, pero Yuri no creía en la buena conducta de Viktor; tenía el desagradable presentimiento que buscaba algo, pero no podía decir qué.

Tal vez, se decía Yuri, sólo era su deseo de demostrarle que al menos dentro del hielo y a ojos del mundo seguía siendo mejor, quizás Viktor tenía la idea de que eso podía afectar su estado de ánimo.

Era una pena que no fuera así.

Yuri podía sentarse y ver con calma como el mundo se desmoronaba a su alrededor sin hacer nada para evitarlo, si tenía a un japonés apoyándolo porque, justo como el cerdo le había prometido, lo animaba desde la distancia y lo sabía porque lo primero que vio esa mañana al despertar fue en mensaje del omega deseándole suerte durante el día.

Ese pequeño e insignificante acto levantó bastante su moral; no era como si él estuviera deprimido ni nada, pero después del largo y fastidioso sermón que recibió de Yakov le agradó saber que había alguien que creía en su inocencia y lo animaba sin importar las cosas que habían ocurrido.

Así, después de un último regaño de Yakov, Yuri buscó algo de calma tras su participación en ese primer día de la Final: todo lo que quería era olvidar el interminable sermón de su entrenador y alejarse del alboroto causado por Viktor en la última entrevista que dio a los medios donde aseguró, con su típica sonrisa falsa, que ese año también se coronaría campeón pese al magnífico desempeño de sus compañeros.

Afortunadamente Yakov se vio muy ocupado junto a Viktor, por lo que Yuri pudo escabullirse al hotel donde se hospedaba sin muchos problemas, sólo firmó un par de autógrafos y posó para unas fotos con algunos admiradores que gritaron eufóricos gracias a su buena suerte.

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