El omega estaba acostado sobre su cama contemplando el techo mientras intentaba pensar con claridad.
Ese día tenía la tarde libre, y aunque podía ir a patinar o a pasear por la playa, había preferido quedarse en casa para poner en orden sus ideas.
O al menos lo intentaba, pero era difícil cuando Yurio contestaba con naturalidad los mensajes que le escribía.
Yurio no tocaba el tema de su confesión con Yuuri pese a que intercambiaban regularmente textos y una que otra llamada, lo que le daba al japonés la impresión de que nada de eso había ocurrido en realidad.
Pero Yuuri sabía que todo era real porque seguía pensando en el alfa y en sus palabras, no podía arrancarlas de su mente ni pretender que eran una broma del ruso, no cuando su voz se escuchó serena y firme, no cuando escuchó el suspiro del chico al admitir que le gustaba.
¿Qué podía ver Yurio en alguien tan simple como él? Se preguntaba Yuuri al compararse con el ruso.
A ojos del nipón, y de cualquiera que tuviera dos dedos de frente, Yuri Plisetsky era una persona asombrosa en más de un sentido: no solo era joven y atractivo, era tenaz, fuerte, seguro de sí mismo, poseía una gran determinación y una brillante carrera que seguía en ascenso, no dudaba en ser él mismo pese a la opinión que otros podían tener de su persona, no se dejaba pisotear por nada ni nadie, mantenía siempre la frente en alto y, sobre todo, era un alfa que tenía todo lo necesario para destacar y triunfar en el mundo.
Yuuri, según su propia opinión, no era nada al lado del chico que se le había confesado. ¿En realidad tenía alguna otra virtud que fuera digna de admiración además de ser biológicamente capaz de engendrar niños? Yuuri creía que no a pesar de haber llegado tan lejos dentro del mundo del patinaje artístico.
—Yurio... —murmuró Yuuri girándose boca abajo.
¿Por qué las cosas se habían vuelto a complicar entre ellos? Yuuri se lamentaba de que fuera así porque recordaba bastante bien lo extraño e incómodo que fue para él convivir con el ruso después de que se conocieron, sobre todo cuando se mudó a San Petersburgo.
El moreno jamás se lo había dicho a nadie, pero, algunas veces y en ese tiempo, se sintió totalmente maravillado por su joven compañero de pista.
Ser consciente de que un adolescente ocho años menor que él le gustaba -al menos lo suficiente como para perder la noción del tiempo observándolo- llenó a Yuuri de vergüenza y de un extraño sentimiento que le causó muchas veces una sensación de amargura.
Yuuri siempre creyó que lo que sentía por su compañero era el mismo tipo de admiración que tenía por Viktor, por eso ignoró muchas veces el cosquilleo que le producía estar cerca del chico o la absurda felicidad que le daba poder salir con Yurio por algún postre después de sus entrenamientos.
Con una sonrisa Yuuri se percató de que él también había notado a Yurio durante ese tiempo.
"... Pero tú estabas muy ocupado para darte cuenta" le había dicho el rubio cuando le confesó que se sentía atraído por él. ¿Era realmente posible ser tan despistado?
Sí, lo era, y Mari se lo decía con frecuencia a Yuuri.
Sentándose sobre la cama, el moreno de detuvo a pensar con más detenimiento lo que había ocurrido hacia unos cuatro años atrás, época en la que sus celos se volvieron más fuertes...
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Katsudon.
FanfictionTras dejar Rusia y el patinaje artístico, Yuuri recibe una inesperada llamada de un joven alfa ruso. Yuri sólo desea el amor del japonés, y será paciente hasta obtenerlo. YURIO×YUURI, VIKTOR. OMEGAVERSE. Ninguno de los personajes de Yuri!! On Ice m...