Me senté detrás suya, manteniendo algunas distancias y sujetándome a los manillares que había a mi espalada, pues era impredecible su reacción si osaba de estrecharme contra ella sujetando su cintura. El insólito rujido de la moto convertía mi sangre en efervescente que me hacía temblar de emoción y entonces salimos disparados por la carretera, dando bandazos sobre el asfalto. El viento me despeinaba y chocaba contra mi rostro, los paisajes cambiaban a toda velocidad. Sentía ganas de chillar, de alzar las manos y un vacío en el estómago cuando haciamos esquina, lo acompañaba un cosquilleo que ascendía por mi pecho. Esto era a lo que ella llamaba «vivir», creo, por no decir que tengo la certeza, de estar levitando por encima del suelo. Aunque al mirarla, me contagió su estado taciturno, la sentía a kilómetros y como si realmente de una muñeca se tratara, no sentía la adrenalina que a mi me volvía loco. El tiempo se pausó durante un segundo, y me arrollaron mil preguntas, no obstante, con un acelerón me sacó de órbita y los pensamientos quedaron lejos de mi cabeza. Si ella podía hacer que me sintiera así siempre, quería quedarme con ella toda la vida.
—¿Piensas bajarte de la moto hoy? —preguntó mirándome con una ceja enarcada al lado del vehículo.
—Yo... Wow ¡es increíble! Toda esta adrenalina —empecé a decir maravillado —aunque tú... —me quedé mirando esos dos mares de alquitrán, del que te impregnabas para siempre —no pareces sentirlo —susurré.
—Ya está bien por hoy ¿no crees? —inquirió molesta —y ahora como buen niñato que eres, te bajarás y te largarás, ya has conseguido lo que querías.
—Como niñato que soy me quedaré un rato más —me crucé de brazos y bajé de la moto antes de que se le ocurriera tirarme.
—¿Por qué? ¿Qué es lo que te mantiene aquí? —parecía desquiciada.
—Pues supongo que tú.
—¿Yo? ¿Estás de coña? —dijo incrédula —. Que tu nuevo hobby sea molestarme es una pesadez.
—Tan solo quiero saber más de ti, eres misteriosa y... Me das curiosidad —confesé.
—No tengo nada de interesante —el tono de su voz fue insólito, no había rastro de la frialdad que llevaba empleando hasta ahora.
—Creo que te equivocas —algo me decía que Blake era distinta a las demás.
Por alguna razón dí un paso hacia delante, ella estaba a un metro de mí pero la sentía tan lejos, distante, incapaz de saber que sentía. En mi pecho crecieron las ganas de averiguar que proximidad era necesaria para sentirla cerca.
—¿Por qué te acercas y me miras así? —preguntó tensa, sosteniéndome la mirada.
Fue a retroceder pero se quedo a medio camino. Empujado por mis impulsos quise acortar aun más la distancia que nos separaba.
—Para —pareció leerme la mente.
Terminó de dar ese paso hacia atrás y se fue hacia la moto. En ese instante quise subirme otra vez, como el drogadicto que necesita de su dosis si no quiere acabar sufriendo un ataque de ansiedad. Mi subconciente me avisaba, pero yo ya estaba ejecutando la acción.
—Tyler basta, ya hemos hablado, ahora déjame.
—¿No podria subir una vez más...?
—NO —me empujó haciendose hueco para arrancar e irse, irse lejos.
Una vez más observaba como se alejaba, haciendose más y más pequeña hasta desaparer. Era capaz de joder mis pensamientos creando un grave atasco que acababa en accidente, y todos chocaban convirtiéndose en una bola de chatarra sin sentido. Estaba embobado con lo ocurrido, y me sentía como un pequeño pájaro que sale de su jaula por primera vez, libre. Me aterraba que esa sensación solo se pudiera experimentar una vez en la vida, pues ella, ave rapaz acostumbrada al mundo exterior no parecia inmutarse con nada de eso, mientras que yo sentía a cada rato el viento cortándose y el ruido sordo de la moto pasando como una ráfaga por mis timpanos. Pero había más, esa chica insensible y solitaria, que ha dejado de temerle a la muerte paseando una cola de humo proviniente de sus cigarros y luciendo una peculiar melena al son de sus rock'n'rolles tristes guardaba más, y en esos ojos sin brillo que impedían saber que pensaba o sentía, guardaba secretos más allá de mi entendimiento.
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Tras el Humo de su Cigarro [ Finalizada ]
RomanceEl impacto de una mirada puede ser el acto más violento y enganchar a cualquiera a dicha sensación. Tyler no era inmune a ello, y mientras se hundía en asuntos turbulentos pendientes de pago y se desengañaba de la vida, iría detrás de dos ojos gris...