38. Puño y letra

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Me desperecé sin abrir los ojos, hacía sol y el mundo me sonreía por tan solo existir, flotaba en alegría y la energía que poseía esa mañana me daba muchas ideas. Tenía la motivación de llevarme a Blake a alguna parte, poder por fin arreglar las cosas y que todo esto acabe bien.

Noté el frío de su ausencia en el colchón y chasqueé la lengua tratando de comprender como era posible que madrugara tanto. Me revolví el pelo y me dirigí a la cocina en ropa interior, esbozando mi mejor sonrisa.

—¿Blake?

Miré a mi alrededor extrañado y la busqué en todas las estancias posibles dentro de mi casa que me confirmaban que no estaba. Hice una mueca, no esperaba que se fuera tan pronto, regresé a mi cuarto analizándolo en busca de alguna pista que pudiera indicarme su paradero o a qué se debía su ida tan temprana. Sentí desnudez, esa sensación que te da cuando te falta algo, y reparé en la ausencia de la pulsera de mi muñeca.

—No puedo haberla perdido —murmuré poniéndome a buscarla algo alterado.

Rebuscando por todos los muebles encontré sobre mi escritorio un papel doblado con un beso color rojo vino sellado en este, uno de sus cigarros al lado y el collar de la peliblanca. Tomé lo que resultaba ser una carta y me senté en el borde de la cama para poder leerla, al acercarla a mi nariz podía identificar ese olor que hacía que se me contrajera el pecho con un soplo helado en mi estómago, olía a Blake, presté atención a su caligrafía en boli negro y a qué me quería decir en aquel papel.

Ei, gato curioso:

Sé que te estarás preguntando qué mierda es esta. Te escribo porque a la cara no podría decírtelo, se me dan mal las emociones y como escribo lo que canto, contarte así las cosas es el método más sencillo.

Te estoy viendo dormir, es de madrugada y no te imaginas lo guapo y mono que te ves dormido, boqueas si me acerco mucho, y algún que otro beso te he robado cuando estabas en tu quinto sueño. No esperes que esto sea una carta romántica, si me pongo así de sentimental quizá no pueda hacer lo que debo y es el único modo. Tyler, tengo el corazón roto y no me quedan fuerzas ni para quererme a mí, me encantaría intentarlo, pero no aguantaría el dolor de otro fallo, ahora mismo soy incapaz y mereces a alguien que pueda aguantar lo que sea contigo y no que sea una carga emocional. Sé que te enfadarás y querrás chillar y maldecir diciéndole al mundo que podías con todo, que habría salido bien, pero no puedes desvivirte porque yo viva.

Eres toda una vida, el primero que me tendió una mano, el único que me enseñó que era la verdadera amistad. Te he odiado y amado tanto que el balance es imposible de describir, contigo he sentido todo, desde que te vi de pequeña despertando en mi una punzada de optimismo hasta ahora, resurgiendo del pasado, haciendo temblar mis cimientos. Maldecía cada vez que subías a la azotea con otra invención tuya para hablarme y ponerlo todo patas arriba. Siempre sonriente, siempre con esa mirada de la que nunca he dudado y gracias a la que sé que nadie va a sentir lo que sientes tú por mí. Dentro de todo lo gris, me enseñaste que había color, que podía cerrar los ojos y confiar, que si me derrumbaba entre lágrimas me ibas a sujetar, eras un salvavidas en medio de la tormenta y necesitaba algo más que saber nadar para sobrevivir, te necesitaba a ti, que me devolvieras las ganas y la ilusión de algo, gracias por reconciliarme con mi otro amor, mi guitarra, y espero que algún día te presentes en mi camerino y me restriegues que sabías que esto pasaría y que por ello tenía que hacerte caso.

Has estado en los peores momentos, y no has huido de toda la desgracia que dejo por donde paso. Yo también me he quedado con ganas de más momentos en la cama, de que me suspires así y me aprietes con tanta desmesura, me he quedado con el resquemor de hablarnos de todo un poco más, de mirarnos en silencio y que los relojes frenen, de quedarnos una eternidad aunque solo dure una bocanada de aire.

Tras el Humo de su Cigarro  [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora