13. Cristalino

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Era de noche, y creo que jamas había dudado tanto de lo que veía en el reflejo del espejo. Tragué saliva, lo tenía todo listo, solo esperaba que saliera bien. Habíamos quedado en el instituto, la peliblanca traía la moto como de costumbre e iba guapa a rabiar. No llevaba nada fuera de lo común pero no podía dejar de mirarla.

-¿Y bien? ¿A dónde vamos? -inquirió analizándome de arriba abajo.

Sonrío divertido.

-En nada lo sabrás.

Comienzo a caminar hacia el polideportivo que hay una calle más adelante del instituto. La peliblanca enarca una ceja al ver el sitio, pero se limita a terminarse el cigarro que se ha encendido en el trayecto. Llegamos al recinto y salto la valla sin vacile, Blake hace lo mismo sin dejar de mirarme intrigada, a pesar de que cuando me volteo finje mostrar desdén. Saco las llaves de la piscina cubierta, llaves que me ha proporcionado Harry de no sé quién que va al gimnasio allí. Con la linterna del móvil busco el interruptor y las luces del interior de la piscina se encienden. El aura que desprende es mágica y al estar vacía parece aun más grande. Blake camina cerca del borde hasta quedar ante la piscina con los brazos en jarras y de espaldas a mí. Menea la cabeza y suelta una carcajada.

-O yo soy una mal pensada o tú eres un pervertido -comenta mirándome de reojo con una sonrisa impregnada en los labios.

-Yo diría que ambas -me río metiendo las manos en mis bolsillos.

-Así que quieres que nos bañemos eh -enarca una ceja.

-Algo así, ¿acaso la mítica Blake Stone tiene vergüenza?

-¿Quieres un cabaret también? -sugiere con sorna.

-No te digo que no -le guiño un ojo bromeando.

Rueda los ojos y niega, en ese momento veo las manos en la cinturilla de sus vaqueros ajustados, los baja inclinándose hacia delante, dejando al descubierto sus esbeltas piernas esculpidas en mármol, brillantes y tersas. No puedo evitar repararme a observar el tanga negro de encaje terminando de dibujar su trasero. Se yergue y me mira:

-¿Qué te pasa? ¿Te gusta lo que ves? -inquiere con una sensual mirada de satisfacción.

Siento el calor en mis mejillas y como palpita mi cuerpo, ardiendo con lentitud. Se está divirtiendo con mi reacción. Avanza hacia a mí, a medida que sus ojos se aproximan el oxígeno empieza a desaparecer, sus pasos me causan vértigo y en sus pupilas puedo ver mi propia mirada hambrienta siendo analizada.

-Podría pasarme un buen rato mirando, sí -consigo pronunciar con seguridad.

Parezco no haberme quedado sin palabras y Blake se quita la camiseta frente a mí. Me muerdo el labio, recorro su abdomen con la mirada, y se me cae al suelo el sentido común con sus pechos, escondidos bajo un sujetador a juego con su tanga. Devoro con los ojos el borde de sus clavículas y su cuello. Me tiemblan las manos que sudan del calor, un hormigueo me pide tocarla y mi cabeza pellizcarme pensando que lo que está viendo no es real. Es realmente como una estatua de una diosa griega, pálida y con una piel tersa y suave incluso desde la distancia, no puedo dejar de mirarla, de dibujar cada curva de su cuerpo, de terminar de desnudarla en la cabeza sin querer, no puedo evitar perderme, colocarme de su mirada, embriagarme con sus pupilas dilatadas y entrar en un hechizo de magia negra con sus labios, es un trance alucinante, como ir a toda velocidad y esa adrenalina ser disparada, fluyendo por mis venas en todas partes, es un incendio quemándolo todo con rapidez. Libera su cabello dejándolo caer en cascada por su espalda, este brilla y yo siento que de la presión que tengo en el pecho voy a perder el conocimiento.

-¿Piensas quedarte mirándome embobado toda la noche? -inquiere con una sonrisa ladeada.

-Y todo el tiempo que me dejes -murmuro entre la Tierra y Omega.

Tras el Humo de su Cigarro  [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora