Apreté la mandíbula y aguanté, soporté esa presión insoportable hasta asegurarme de que estaba en mi cuarto, a solas. Me derrumbé, las lágrimas salían solas, no podía dejar de pensar en ella, siempre tan perfecta, tan brillante y verla así, con otro, era como una patada en el estómago de esas que te dejan sin aire y cin náuseas. Creí romperme los dientes de lo tanto que apretaba la boca, y exprimí mis ojos que me ardían como si me hubieran echado lejía en ellos. Recordé a Blake diciéndome que era un perro, quise no escuchar su voz martirizándome con lo insignificante que era, y Cameron cuando decía que Rebecca se la chupaba al de rugby, todo el mundo lo sabría menos yo, que habría sido el último, el imbécil que todavía no se ha enterado. Me ardía el esófago, el carbón de la tristeza se prendió, la ira colmaba cada fibra de mi cuerpo, sentía el impulso de destrozarlo todo. La víctima fue mi mochila, la cual pateé y azoté mascullando todo tipo de insultos preso del odio. Los libros salieron esparramándose por todos lados, y una pequeña nota bailó con el viento por unos instantes. La atrapé.
Blake Stone, ese es mi nombre y ahora gato curioso, muérete.
Me tranquilicé, y volví a sollozar agarrando ese papel con fuerza. Pensé en sus ojos grises calmados, eran como un desierto en la noche, fríos y solitarios, con dunas infinitas que eran simplemente arena. Blake. Mi madre abrió la puerta y se asomó.
—¿Quieres un colacao o algo?
Respiré hondo, para sonar sereno, despreocupado, alegre y me limpié las lágrimas.
—No mamá, estoy bien.
Su mirada me lo decía todo, ella sabía que estaba mal, sexto sentido de una madre, no se le escapa ni una. Me vibró el móvil.
Rebecca:
Iba a decírtelo, siento mucho que tuvieras que encontrarnos en esa situación. Tyler para mi siempre has sido un chico muy importante, sin embargo, las cosas no sucedieron como quismos. Lo siento mucho, espero que algun día puedas perdonarme.
Yo:
¿Por qué? ¿Desde cuándo?
Rebecca:
Son cosas que suceden... Llevamos 2 años...
Sí, todas las videollamadas, los mensajes, durante dos años no tuvo el valor de mencionarlo, me mordí la lengua para no chillar. Le pegué a la pared, estaba tan cabreado que no me dolió mucho el impacto. Me tiré de los pelos, empujé muebles, rompí hojas, borré las conversaciones, las fotos, y al verlas brotaban más lágrimas de mis ojos que masticaba como si fueran cristales rotos incrustandose en mi piel. Me quedé en una esquina, como un ser inerte. Bajó la cama brilló una botella, era de alcohol, sobró de un botellón y al estar entera decidí llevármela. La saqué de ahí y sin pensarlo bebí un trago, amargaba, me pareció beber alcohol sanitario de lo fuerte que estaba, bebí otra vez por si acaso, me ardía la lengua y el esófago, fue como arrojar lava a mi estómago, uno más, arcadas. No vomité y al beber de nuevo, me pesó un poco la cabeza, otro trago más, me acostumbré al sabor, y poco a poco di un trago de tras de otro. A la mañana siguiente me había bebido la botella entera. Eso me hizo sentir peor, estúpido, al fondo no se encontraban las respuestas ni por asomo.
No podía con el dolor de cabeza, y me había tomado un número de pastillas poco saludable. Fui al instituto solo, me daba igual todo, hoy no hablé con nadie, prefería estar en mi burbuja. Me dolía como si me levantaran la piel ver a Rebecca, y tales fueron mis ganas de desaparecer que no fui siquiera a ver a la peliblanca.
***
Cuando dieron las 8 el cielo se había cerrado aún mas, volviendose negro a la par que caía la noche. Me hice el valiente y me presenté allí, había gente, demasiada, no creí que se le informada a todo el mundo de esto. Todos chillaban "¡pelea!" embebidos por el morbo mientras los flashes me cegaban indicando que se habían puesto a grabar. Apretaba y relajaba las manos hecho un manojo de nervios, esperando a que Jacob apareciera, aunque estaba tardando.
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Tras el Humo de su Cigarro [ Finalizada ]
RomanceEl impacto de una mirada puede ser el acto más violento y enganchar a cualquiera a dicha sensación. Tyler no era inmune a ello, y mientras se hundía en asuntos turbulentos pendientes de pago y se desengañaba de la vida, iría detrás de dos ojos gris...