19. Crudo

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—¡Ni se te ocurra llamarme así!
—bramó.

—Blake escúchame...

—¡Quiero que te vayas de mi casa no escucharte!

—He cambiado...

Ella se ríe sarcástica.

—¡¿Qué has cambiado?! ¡Tuviste que haberlo hecho mucho antes, ahora no sirve de nada! ¡Deja de mentirme porque tú y yo sabemos que por muy buen mentiroso que seas a mí no me la cuelas!

—Cariño, es cierto.

—Vuelve a llamarme así y te juro que voy a la cocina y hago de esto un matadero —le contestó amenazante con una de sus manos temblando a causa del enfado.

Su mirada estaba llena de coraje, eran dos depredadores luchando por el poder de una manera sanguinaria y bestia, ninguno iba a ceder ante el otro.

—Mira, sé que no te hace ni pizca de gracia que esté aquí, pero ya estuviste mucho tiempo desaparecida y es hora de que asumas tus responsabilidades.

—¡¿Mis responsabilidades!? ¡Deberías de asumir las tuyas primero! —le grita.

—¡Eso intento! —el padre de Blake alza la voz.

—Pues vas tarde... —masculla.

Ese hombre avanza hacia la peliblanca que se mantiene estática, en el fondo, teme que le estrangule el miedo, él pasa una mano por su mejilla a lo que responde con un manotazo ocultando la sorpresa del gesto.

—No me toques —impone con semblante serio.

—Has crecido mucho —objeta con aire nostálgico.

—No me vengas con eso ahora.

—Blake... —suspira —lo siento.

— ¿¡Te piensas que lo vas a arreglar todo disculpándote!? ¡venga ya!

—Eres incorregible eh...

— ¡Y tu un puto borracho, un fracasado que se la pasa pegando a su hija hundido en la miseria porque la gilipollas de su mujer no le quiere!

—¡No llames gilipollas a tu madre Blake Stone! —vocifera.

Ella golpea la pared con los dientes apretados y sus ojos reflejan impotencia.

—Y-y qué más da si está muerta... —baja la cabeza

Otra vez ese dolor, esta vez no me dejaba ni respirar, formaba parte de su melancolía, era culpable de aquello en cierto modo.

—De eso ha pasado mucho tiempo —murmura.

— ¡¿Y qué?! ¡Eras tú el que en los tribunales le echaste toda la culpa a ella! ¡Fuiste tú el que me utilizaba como método de desahogo! ¡¿Piensas decirme que te dolía más a ti que a mí!? ¡Pues que sepas que eso es mentira! ¡La única que se cortaba con los cristales de las botellas era yo! ¡Quien tenía que barrerlos era yo! ¡¿Qué tenía hambre?! ¡Pues me tenía que aguantar porque la escoria que tengo como padre está en un bar gastándose el dinero! ¡Porque era yo la única que tenía que ver como mi supuesta madre era una cobarde y prefirió perder la vida que asumir los hechos! ¡Era yo quién se llevaba las ostias! ¡Quien tenía que aguantarte a ti y a la otra discutiendo por gilipolleces! ¡Aquí la única persona que ha asumido alguna responsabilidad he sido yo! —le grita con los puños apretados.

Acaba de verter su alma en aquellas palabras, de recordar con crudeza lo que fue su infancia dándose de bruces con los recuerdos, luchando contra ellos con una fuerza impresionante.

Tras el Humo de su Cigarro  [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora