Llegó un punto en el que estaba tan absorto que comencé a dar cabezadas. Así que con cuidado me incorporé y cargué a Blake junto con todo su peso muerto sobre mis brazos, la llevé a mi cuarto y la tendí sobre mi cama donde hice hueco para los dos y soñé con cientos de posibilidades remotas y miles de arrepentimientos.
Me desvelé de madrugada, trataba de descansar mi cuerpo pero era incapaz de hacerlo mi mente, avisté meditabundo y somnoliento a Blake en la ventana junto a una estela de humo, fumando y con el destello de una lágrima en la mejilla. Avancé en la penumbra de mi habitación y me apoyé frente a ella.
-¿Estás bien? -seseé.
La luz atravesó sus pupilas, reflejando cicatrices y heridas.
-No -susurró y se acabó el cigarro mandando lejos la colilla por la ventana -. Aun así... Gracias, en serio.
Hice una mueca a modo de sonrisa.
-No tienes que dármelas.
Se encogió de hombros y bajó la cabeza.
-¿Y si intentas dormir? -sugerí.
Nos volvimos a la cama y nos tumbamos mirándonos, uno frente al otro. Le pasé una mano por la mejilla con los ojos entrecerrados y ella tomó mi rostro y se acercó para darme un beso, muy suave, apenas un roce de labios, para saborear esa miel de cariño. No pude resistir seguirlo, pausado, con cautela, agradeciendo que estaba ahí, disfrutando de cada suspiro y de cada encuentro húmedo con su lengua. Nos incorporamos entrelazando besos y caricias lentas, quitándonos la ropa, mirándonos el uno al otro como si todo aquello fuera algo nuevo, casi avergonzados, con las mejillas sonrojadas, interrogándonos en silencio, buscando el permiso para continuar. La miré, sus dos orbes brillaban, dolían y abrasaban, su boca entreabierta me quería cerca y lo que me pedía su piel era contacto y calma. Le lancé una mirada dubitativa, haciendo caso omiso a aquella marca en su pecho que me torturaba. Abrió las piernas apoyada en sus brazos tras su espalda, erguiéndose, volví a acercarme para besarla casi sobre ella, deslizando una mano por su cintura bajando más allá de sus caderas y entonces pegó su frente a la mía prácticamente en un golpe.
-Si vas a hacerlo... -, miró dentro de mis ojos, a milímetros, era un salto desde una catarata a la mejor de las aguas, cristalinas, peligrosas y cautivantes, tanto que no te lo pensabas, el paisaje más espectacular que se pueda observar, con la misma adrenalina del salto y paz envolvedora que te da cuando te hundes en el agua burbujeante aun con el pecho desbocado, victorioso del salto y maravillado cuando sales a la superficie en busca de aire fresco -. Si vas a hacerlo, bórralo todo.
Eso fue lo que me hizo prometerle. Le dije que sí en un beso y llevó sus brazos a mi nuca haciéndonos quedar totalmente tumbados en un giro hacia lo hipnótico, el uno pegado del otro, moviéndonos despacio. Había tanto dolor que olvidar en aquellas sábanas, tanta rabia, que había jadeos que parecían gruñidos, gemidos que podías confundir con llantos, palabras a media voz hechas de sílabas temblorosas reafirmando que era un placer estar ahí, así; había besos tan pasionales, bocas robándose oxígeno respirando casi dentro de la otra; miradas desbocadas, depravadas, perdidas, destrozadas, anheladas y también enamoradas; lenguas barriendo caos, escribiendo romances imposibles con tinta invisible, saboreando complejos hasta deshacerlos, dejando una huella perenne o por lo menos intentándolo. Había tantos sentimientos en aquel encuentro, tantas cosas que decir y que expresar con dos cuerpos, era tal la inmensidad de la fuerza de nuestros latidos, que la lujuria era una vana sensación a su lado, el placer no le hacía justicia a aquello, la palabra follar era un término demasiado pequeño, y hacer el amor uno muy mal usado. No sé qué hicimos esa noche, pero fue tan intenso, nos arrolló un clímax tan grande, que en un último empuje fui consciente de la humedad de mis ojos. Me abrazó, noté la película de sudor que nos envolvía y que en aquella noche, esta era la parte que Blake quería recordar, para que a pesar de tener miedo de dormirse por si se encuentra en alguna pesadilla, lo ansíe con tal de soñar alguna fantasía o solo rememorar este momento grabado en el somier de mi cama, como dos niños de primaria grabando sus iniciales en un tronco con una navaja, plasmado en las cuatro paredes de mi dormitorio, como la tinta permanente de una fecha sobre un candado cerrado en un puente con una promesa de "para siempre", hundida en el fondo del océano junto con la única llave que puede romperla.
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Tras el Humo de su Cigarro [ Finalizada ]
RomanceEl impacto de una mirada puede ser el acto más violento y enganchar a cualquiera a dicha sensación. Tyler no era inmune a ello, y mientras se hundía en asuntos turbulentos pendientes de pago y se desengañaba de la vida, iría detrás de dos ojos gris...