23. Nudos apretados

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El sol brillaba con fuerza, sin más remedio que obligarnos a ambos a admitir que la noche se había acabado. Me incorporé, y el ayer me sabía raro, paseándose entre el filo de la ficción y la incomprensión no sabía hacia que lado desequilibrarme. Noto como ella se mueve quedando paralela a mí, y al mirarnos, aun desnudos y atrapados en lo momentos en los que este cuarto era oscuro nos quedamos callados. Me acerqué a Blake separando los labios y me respondió con un beso en la comisura de mi boca para después levantarse. Observé como se vestía y procedí a hacer lo mismo, el silencio en el que estabamos sumidos indicaba lo poco presentes que estabamos allí, tal era el nivel de ensoñamiento que esa cama era casi una prisión.

—Lo de ayer... —comencé a decir, tratando se escapar de los barrotes.

Blake me miró terminando de colocarse la ropa.

—Lo de ayer fue un "por si no nos vemos" que no significa nada y al mismo tiempo lo significa todo —zanja yéndose a la cocina.

La sigo, buscando su mirada mientras ella prepara café y yo alcanzo dos tazas. Frente a frente mientras uno sirve el humeante líquido oscuro de la cafetera junto con su leche vuelvo a insistir.

—Me dices que es un todo porque negar que anoche no hubo un ápice de sentimientos es imposible, y sin embargo, sueltas que no fue nada tratando de restarle importancia —objeto analítico.

—¿Y qué coño quieres que te diga? ¿Qué deberíamos ser novios? ¿Tener una relación? Parece que todo está bien, pero tengo las maletas a medio hacer y la peor de mis suertes llamando a la puerta —inquiere con desespero y le da un trago al café —. Justo por eso pasó lo que pasó ayer, porque me voy Tyler, y quien sabe si nos volveremos a ver —la porcelana del recipiente ahora vacío choca contra la encimera en un ruido seco, tanto como sus palabras.

Me gustaría restarle importancia, pero estoy demasiado enredado entre esas sábanas. Va de camino a su instancia cuando le corto el paso y me enfrento a sus ojos, dolido, anhelando respuestas en su mirada cristalina.

—¿Por qué? ¿Por qué siempre niegas tus sentimientos o los congelas? —dije desesperado —¿Por qué no te arriesgas a intentarlo?

Hace una mueca de dolor, de esos invisibles.

—No pienso consumirme más por algo así —murmura y se abre paso hasta su cuarto.

Sigo tras ella.

—¿Y si no es así? ¿Y si se convierte en un apoyo? —insisto en un tono de súplica.

Frunce el ceño con el resto del rostro relajado y la mirada ausente.

—Porque nos acostumbramos a esa sensación, y en el momento en el que ese apoyo desaparece te das cuenta de que ya no sabes mantenerte sin él —sus ojos me miran, adustos —eso te destroza, porque no sabrás levantarte de la caída nunca más, no sin ese apoyo, uno que se irá y que no va a estar siempre que lo necesites.

—¿Y qué hay de eso del presente? ¿Qué sentimiento puede más? —le cuestiono con el corazón ardiendo justo en la garganta.

—La magia, las mariposas, el amor ese del que hablas es solo un puto truco Tyler, es cuestión de tiempo que pierda la gracia —se había puesto de pie frente a mí y apretaba la mandíbula y los puños tratando de sujetarse los sentimientos y que no se cayeran donde yo los pudiera ver.

Mi mente era una batidora, picando sus palabras, cortando recuerdos y mezclandolo con diversos sentimientos. Mi corazón bombeaba miedo y cariño, uno que nutría las ganas que tenía de que me besara como la noche anterior en aquel destartalado tejado y que aunque las cosas fueran mal, quedaba el alivio de no estar en ello solos.

Tras el Humo de su Cigarro  [ Finalizada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora