Capítulo 23: Devoción.

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Algo que todos los hermanos admiraban de Aika sin objeción, era su gran devoción hacia cierta persona, el ser sólo y para ella, sin tener ojos para nada más que no fuese el par de ojos castaños en su punto de visión. De aquello puso a prueba Iori, cuando Aika antes de que ocurriese cualquier cosa de la cual se arrepentiría, tomo al chico de ojos aceituna del pecho, deteniéndolo justo a un par de centímetros de su rostro. 

Sintiendo su suave respiración chocar contra el puente de su nariz, y es que, incluso para mirarla a los ojos directamente, tenía que agachar un poco su torso para poder lograr su cometido, y en ese momento, cuando sus miradas estuvieron conectadas durante un par de segundos, Aika se había quedado sin aliento, sin darse cuenta, quizás por el lindo color de sus ojos, o porque el la miraba tan serio que se sentía algo intimidada. 

Y para lograr aquello, era un duro trabajo para quien fuera, incluso para Ema.

Inclusive ignoro por completo un golpe sordo proveniente de las escaleras, poco le había importado en ese instante, ya que estaba tan tensa que los músculos de su cuello le impedían girarse a revisar de que no hubiese un sólo expectante ante tal descarada escena en pleno pasillo. 

Cuando se dio cuenta de que el chico volvía a acercarse peligrosamente, hablo finalmente. 

-. Um, Iori-san...-. la miro expectante-. ¿No debería ir a su habitación? Ya es muy tarde, verá, no querría que, eso, pues, que retrasase su hora de dormir por mi culpa-. titubeó, un tanto nerviosa y con un leve sonrojo casi perceptible a la luz que entraba por el gran ventanal al final del pasillo.

Aunque se sentía un poco mal por aceptarlo, aquel signo de nerviosismo le hizo un poco feliz, tanto, que una pequeña, casi invisible sonrisa apareció marcando un leve hoyuelo en su mejía derecha.

-. Supongo que Aika-san tiene razón-. admitió, un par de segundos después en que su persistente mirada sólo provocaba que el leve tic nervioso bajo su ojo, se tensara y se moviera con el ritmo de un bombo. 

Se separo de ella, provocando un suspiro casi audible de su parte, Iori sonrió y le tomo el hombro, sobresaltándola. 

-. Buenas noches, y que descanse-. dijo, para luego, girar y caminar hasta la puerta de su habitación, entró en ella y cerró la puesta tras de sí.

Aika imitó su acción y entró a su habitación. 

Una vez cerrado el trozo de madera de caoba, se recargó en el con la mirada perdida al suelo, con una expresión indiferente. Los colores habían bajado y ahora sólo estaba un tanto pálida, se miro a las manos, con una había tocado su pecho para detenerlo, y con la otra, una leve descarga de electricidad imaginaria le provocaba escalofríos. 

Se tomó el rostro entre ambas, y se deslizo hasta llegar al suelo soltando un golpe sordo, apretó su cara contra sus rodillas abrazándolas, podía sentir su corazón casi salirse del pecho. Temía armar alguna especie de escándalo vomitándolo como en la película de la familia cucaracha.

-. Esto esta yendo mal...-. susurró, antes de ser engullida por la oscuridad de la habitación.

Al día siguiente ni Iori ni Aika hablaron del tema, siguieron charlando como es normal. Nada había pasado, sólo para Aika.

Cuando el desayuno estuvo listo la rubia entró a la cocina, siendo tercera después de Ema y Yusuke, quienes charlaban animadamente sobre ciertos temas que ella, o no estaba interesada, o simplemente su bajo coeficiente intelectual le impedía comprenderlos... aunque, aquella descripción fácilmente estaba a la par del pelirrojo, no de Aika.

-. ¿De qué hablan?-. preguntó, bastante interesada acercándose por detrás de la castaña, asustándole al instante y provocando una risa disimulada del abogado, el cual se encontraba en el comedor colocando la mesa. 

¡Enamorate, Aika-chan! (Brothers Conflict) [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora