Capítulo 24: Pasado.

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¿Alguna vez escuchaste acerca de Kurusu Knema-kun? 

¡Sí, ese chico, por su culpa no quede en la lista de los nominados!

¿Cómo un niño de trece años es tan bueno? Seguro tiene las partituras en los anteojos.

¿Has visto a sus padres? ¡Son unas personas horribles! Lo tratan como una tragamonedas.

Una pequeña Aika de tan solo doce años, quien hasta hace un segundo comía un delicioso helado de manzana felizmente, alzó su mirada hacía aquellas personas que hablaban pestes de Knema. Hizo una mueca, la envidia de los universitarios podía percibirse en el aire. 

Pero ignoró por completo todos los insultos, y volteó a mirar a su compañero de taburete, un bajito chico de lindo cabello azabache, y un par de ojos color zafiro que no despegó de su cuaderno ni por un segundo al escuchar aquellos absurdos y desagradables comentarios. Aika lo miro con un poco de tristeza, y le jalo la manga, esté la miro, sobresaltado y confundido. La rubia le ofreció un poco de su helado, sonriente, el chico no tardo en corresponder su sonrisa y soltando un suspiro relajado tomo el cono divertido. 

-. ¿Estás bien?-. preguntó Aika al azabache, sonriendo. 

-. Sí, lo estoy-. le respondió, acariciándole la cabeza.

La relación de Aika y Knema era más que una relación de hermano mayor y hermana menor, Aika había llegado como arcoíris al día gris que Knema esperaba terminará. Pero Aika no era la única que había traído luz a su vida, Knema fue como un bote salvavidas para Aika de igual manera, ambos habían llegado a sus vidas para ayudar, Aika necesitaba a Knema y Knema necesitaba a Aika. 

Knema amaba escribir música para Aika, y Aika amaba tocar música para Knema. 

No estaban en las mismas clases, ya que sus edades eran diferentes, y aquel tiempo que estaban separados era un martirio que no podían soportar. Los comentarios desagradables a Knema eran algo que Aika no aguantaba, y se sentía inexplicablemente impotente al no estar ahí para levantarle el animo.

Ya que, aunque Knema se veía con una sonrisa en su rostro a ojos de Aika, sabía que por muy oídos sordos que hiciera, era doloroso. 

¡Y aunque ella no fuera la persona a la cual insultaban, seguía doliendo como fuego al rojo vivo!

Porque quería tanto a Knema, que todo lo que lo lastimaba, todo lo que le hacía fuerte, todo lo que le gustaba y disgustaba, era como un patrón al cual seguía por casi inercia. 

Pero eso no era bueno, siempre tratando de ser lo mejor para él, una máquina impresora a sus emociones. Quizá esa había sido la frágil fibra que comenzó a romperlo todo, la fantasía en la que había trabajado tantos años... por su propia culpa todo había resultado en nada más que un inmenso fracaso. 

Un día como cualquier otro, en que las lenguas saboreaban el delicioso sabor de la envidia, charlaban entre ellas como besos a tentáculos. Aika y Knema no hacían nada más que pasear por el centro comercial, disfrutando de un helado, y charlando acerca de las nuevas cuerdas que Knema había costado para la rubia, ya que las suyas aparecieron rotas cuando olvido su violín en el instituto el día anterior. 

Knema se sentía mal, pero no lo dijo en voz alta, no quería hacer creer a la menor que era del tipo que rompía sus promesas, al contrario, su tiempo con ella era un tesoro que no cualquier pirata podría encontrar en una lejana isla de Mariejoa(?*). Ella era como una pelota anti-estrés que estrujaba en sus ratos libres, esos en los que sus padres rara vez le concedían ya que pasaba largas horas tocando una estresante sonata que no quería tocar. 

¡Enamorate, Aika-chan! (Brothers Conflict) [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora