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Llamó a su madre y le contó sus planes, no pudo evitar derramar más lágrimas al escuchar su llanto. No podía creer que su padre las hubiera dividido así, quería estar con su madre, pero también quería estar con su padre. Era algo lógico, pero en su caso, sería una bomba de tiempo juntarlos a ambos en una misma habitación.

Esa noche hizo un recuento de todo lo que empacaría, pero aparte de eso, le indicó a su padre donde estaba cada cosa en la cocina, y a su hermano también, lo que era bastante estúpido, ya que ellos sabían cocinar perfectamente, es más, atendían mejor que ella la casa, pero de igual forma, sentía que tenía que orientarlos.

Empacó sus cosas y no pudo evitar sentir algo de tristeza al ver a su padre tomar su maleta y subirla al auto de Gustavo. —Estaré bien —dijo dándole un abraso.

Él asintió. —Estarás bien —repitió brindándole una sonrisa.

Ella se alejó y cuando estuvo a medio camino dijo. — ¿Quieres que le dé a mamá tus saludos? —Lo escuchó gruñir y eso la hizo reír a carcajadas—. Está bien, está bien, lo siento. Adiós, papá.

Cuando giró, no pudo evitar rodar los ojos al ver a Mike conversando con Gustavo. Su hermano se alejó un momento, ella subió al asiento delantero, y no le dirigió la palabra, lo conocía, le encantaba hacerle bromas, cosa que ella odiaba.

—Así que te vas, Castor —dijo abriendo la puerta y apoyándose en ella—. ¿Sabes que es lo mejor de que no estés aquí? Vamos a meter chicas en tu casa cuando se vaya tu padre, será como una orgía.

—Qué asco —dijo con disgusto.

Mike sonrió. —Así que si encuentras un condón o alguna sustancia viscosa en tu cama...

— ¡Mike! —Gruñó—. No te atrevas a entrar a mi habitación —le dijo firme—. No lo hagas.

Él alzó ambas manos en señal de rendición. —Procura no meterte en problemas —dijo mirándola fijamente—. Gustavo no tiene dinero para sacarte de la cárcel, y entonces tendría que prestarle de mi dinero, y no quiero prestar mi dinero.

Ella resopló. Estar con su madre tenía una gran ventaja: Estaría lejos de Mike. ¡Genial! No tendría que escucharlo todo el tiempo, o esperar que se burlara de ella, estaría totalmente libre de él, y eso la hacía inmensamente feliz.

Miró hacia atrás, buscando a su hermano con la mirada, y notó que un chico estaba a su lado pasándole unos documentos para que lo firmara. Cuando el chico se giró, sonrió al ver que se trataba de Richard.

Richard era uno de los tres socios de la tienda de electrónica en donde trabajaba su hermano. Admiraba su amistad, tres chicos de la escuela, totalmente obsesionados con los aparatos electrónicos decidieron abrir su propia tienda, y aunque su padre afirmaba que Gustavo no ganaba dinero, sabía que muy en el fondo su padre se negaba a aceptar que su hermano era un emprendedor que iba por buen camino.

Por supuesto que el negocio era rentable, a decir verdad, ellos eran casi un monopolio, personas de diferentes lugares iban a la tienda para reparar sus objetos electrónicos, era difícil que el lugar estuviera vacío.

Richard era el menor de los tres, tenía apenas veintidós, era dulce y algo torpe. Se acercó a ella y le brindó una brillante sonrisa. —Hola Dakota, me enteré que te vas de vacaciones a casa de tu madre, ten un buen viaje.

—Gracias, Richard —dijo tirándole un beso.

Él se quedó mirándola unos segundos, pero desvió su mirada cuando Mike tosió de forma exagerada. —Hola, Hum, te llamas Mike ¿No?

Dakota miró a Mike, el cual había dejado de sonreír, eso la hizo estallar en carcajadas. Richard siempre olvidaba el nombre de Mike, no sabía si lo hacía a propósito o si realmente el nombre se escapaba de su memoria, pero por el motivo que fuera, Mike siempre ponía cara de disgusto. Y verlo disgustado la divertía.

—Por cierto, tengo estos para ti —dijo Richard sacando de su bolsillo una caja pequeña.

Mike maldijo en voz baja, Richard no lo escuchó, pero ella sí. Abrió la caja y dentro había un par de audífonos, eran color rosa fucsia. —Gracias —dijo dándole la mano.

—Siempre a la orden —dijo él, antes de alejarse.

—Es un idiota —dijo Mike, negando—. Un total idiota.

—Para ti todos son idiotas —dijo rodando los ojos. Al ver que Gustavo se acercaba a ellos, tomó la mano de Mike—. Por favor, no hagas un desastre en mi habitación— le rogó.

Él le sonrió. —No haría eso, Dakota.

Y sabía que cuando la llamaba por su nombre hablaba en serio.

—No te expongas mucho al sol, a no ser que quieras participar para Miss Zanahoria —dijo él haciendo una mueca en la que mostraba exageradamente sus dientes, trató de golpearlo, pero él se alejó.

Elaño pasado se había bronceado tanto que su piel había tomado un coloranaranjado, se veía horrible, y Mike aparte de que le tomó varias fotos, también se pasó el resto de los meses burlándose de ella. — ¡Vete a diablo, Mike! —Gritó, cuando su hermano empezó a conducir.     

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora