68.-NOS ACERCAMOS AL FINAL.

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Cuando la puerta se cerró se derrumbó, sintió un vacío horrible en el pecho. Mike se había ido, y se había llevado su corazón con él.

No podía ni siquiera imaginar una vida sin él, pero aun así lo había dejado ir por el bien de ambos. Acarició su vientre lentamente. —Bebé —susurró llorando.

Se tiró en la cama, y después de unas horas simplemente su llanto cesó, no quería seguir llorando, no podía hacerlo. Era como si ya hubiera expulsado todas las lágrimas.

Escuchó que alguien entraba en su habitación, la voz provenía de su padre, le había deseado las buenas noches, pero ella solo estaba echa un ovillo en medio de la cama, debajo de las mantas.

Se fue sin respuesta, pero no era como si ella hubiera podido decir algo. Sacó la cabeza un momento de las mantas y notó que la habitación de Mike al otro lado de la calle estaba a oscuras. No sabía por qué aún seguía añorándolo, era obvio que no lo tendría. Tan solo cerró los ojos, deseando que el otro día fuera mejor que este.

Se paró de la cama después del mediodía, escuchaba la voz de su padre y de su hermano, ella quería pasar tiempo con su padre, pero al mismo tiempo no quería que la vieran hecha un desastre, como era seguro que se veía en ese justo momento.

Planeaba abortar, pero después de eso, no podría estar en esa casa, no con Mike cerca, no con todos los recuerdos atormentándola, así que había decidido mudarse definitivamente con su madre.

Había sido una decisión difícil, y el más afectado sería su hermano, ya que él sería el que viviría en carne propia el abandono. Su padre pocas veces estaba en casa, así que solo notaría su ausencia un par de días al mes.

Su madre estaría feliz, muy feliz. Las cosas iban a cambiar, pero no podía asegurar si serían buenos o malos cambios, solo serían cambios. Su hermano la iba a odiar, no podía mudarse con ellas, ya que él tenía una tienda cerca de casa, y toda su vida estaba en esta ciudad, no en casa de su madre, a dos horas de distancia.

Se dio un baño y bajó a comer algo, no había nadie alrededor, así que solo preparó un bocadillo rápido y se metió nuevamente en su habitación.

Todo en su mente estaba revuelto, pero dentro de todo el desorden seguía un plan, el cual no estaba muy segura de ser el correcto, pero que por alguna razón sentía que debía cumplir.

Cuando la noche cayó, bajó a cenar y vio a su padre y a su hermano reír mientras comentaban algo sobre el partido de béisbol. Dakota se sentó justo en frente de ellos, sentía dos pares de ojos encima de ella. Sabía que no podía ocultarlo por mucho tiempo antes que empezaran a hacer preguntas.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

—Me voy a vivir con mamá... Definitivamente —dijo sin alzar la vista.

—¿Qué? —Preguntó Gustavo, enfadado—. ¿De que va todo esto?

—No me odies —dijo en tono bajo.

—Solo tienes un día aquí y ya te quieres regresar, ¿Qué diablos está pasando? Dakota... —La llamó, tratando de hacer contacto visual—. Dakota, ¡mírame a la cara, maldita sea! —Gritó, haciendo que sus lágrimas brotaran.

Ella alzó la vista, y de repente sintió que no podía mentirles. Rompió a llorar, porque llevaba tiempo aguantando todo lo que sentía. —No quiero estar aquí —dijo parándose de la mesa.

—¿Por qué? —Preguntó su padre, preocupado.

Ella negó. No podía mentir. —No —dijo lentamente.

—¿Qué está pasando? —Presionó su hermano.

Ella respiró hondo y se preparó para lo peor. —Estoy embarazada —confesó.

Ambos hombres se pararon bruscamente de la mesa, haciendo que los vasos de cristal se cayeran. Ella sintió que su corazón iba a estallar. —Estoy embarazada y es de Mike. 

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OMGGGGGG :O

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora