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Y mientras los demás aplaudían emocionados, Dakota solo pudo mirar a Mike. Él la miró sin mostrar ningún sentimiento, ella mantuvo la mirada unos segundos, pero cuando una lágrima corrió por su mejilla, no pudo soportarlo más.

Caminó hasta la salida, pero justo cuando pretendía salir, su hermano la tomó de la mano y la invitó a bailar, ella sonrió y aceptó. La idea era alejarse sin que lo notaran, pero ya que su hermano la había vito, no se podría deshacer de él tan fácil.

Él la hizo girar y le sonrió. —¿Te estás divirtiendo? —le preguntó.

Ella se encogió de hombros. —Me siento extraña estando en esta casa.

Gustavo asintió, y justo cuando pretendía decir algo la música se acabó, sin embargo no soltó su mano. Mike apareció frente a ellos, y Gustavo lo abrasó con fuerza. —¡Hermano, te vas a casar! —exclamó sonriente—. No puedo creer que sientes cabeza, Mike. Pero me siento feliz porque Anabela es una gran chica, felicidades.

—Felicidades —dijo Dakota, mirándolo un segundo y desviando la mirada hacia otro lugar.

—¿Me prestas a castor para bailar?

—¡Por supuesto! —dijo Gustavo dejándolos solos.

Él la tomó de la mano, pero ella encontró la forma de soltarse. —No quiero bailar, Mike. Estoy bien así —dijo lentamente.

Él metió las manos en sus bolsillos. —Lo siento, no quería que las cosas pasaran así, de hecho, estoy tan sorprendido como tú.

Dakota asintió. —No tienes que disculparte, Mike.

Él se quedó mirándola unos segundos de arriba abajo. —Quiero quitarte ese vestido, ¿Por qué no nos vamos de aquí?

Y eso fue demasiado para ella, sus lágrimas empezaron a salir, y simplemente no podía controlarlas. Mike trató de tocarla pero ella retrocedió. Quería gritarle que no se casara, que era una mala idea, pero eso sería ser una puta egoísta, si él quería casarse, si él amaba a Anabela, entonces lo que correspondía era estar juntos. Ellos lo merecían.

—Dime algo —le susurró con ojos tristes—. Lo que sea.

Dakota miró al techo y secó sus lágrimas, no quería que los demás la vieran así. —No puedo —dijo con la voz entrecortada—. Solo deseo que seas muy feliz, lo mereces —trató de irse, pero él tomó su mano, ella miró hacia atrás—. No hagas esto, Mike, por favor.

Y con eso, se alejó de su toque para siempre. Ya no volvería a estar tan cerca, ya no podría estar entre sus brazos, ya no podría besarlo nunca más. Y eso, le rompió el corazón.

La madre de Mike apareció justo en la puerta, tragó forzado, quiso retroceder pero ella ya la había visto, si lo hacía, revelaría que le había afectado lo de Mike y no lo soportaría.

—¿Ya te vas? —preguntó sonriente.

Dakota fingió una sonrisa. —Mi madre necesita ayuda en su pastelería —dijo rápidamente.

Claudia asintió. —Por supuesto, es excelente que te involucres en el negocio de tu madre, siempre es bueno tener a los hijos cerca, estar con ella sería mejor que vivir prácticamente sola aquí —le ofreció una copa de vino pero ella no la tomó.

—Me tengo que ir...

—¿Sabes? —dijo atrayendo su atención nuevamente—. ¿Sabes que es lo mejor de todo esto? Mike está con la chica adecuada.

No entendía qué le había hecho a esa mujer para que la odiara tanto, y si bien era cierto que lo decía para herirla, no le iba a dar el gusto de que la viera triste. —En eso estamos de acuerdo —dijo y pudo ver la sorpresa en su rostro —sonrió—. Feliz cumpleaños, Claudia.

Entró a su habitación, miró todo a su alrededor con melancolía, tocó el portarretrato en donde había una foto de Gustavo, Mike y ella, se la había tomado su madre y los tres se veían felices, no evitó reír, ese día Mike la había hecho caer, por eso llevaba toda la ropa sucia, no pretendía reír, pero Gustavo lo había empujado también y al tomar la foto en ese momento, todos rieron.

Sonrió con lágrimas en los ojos y respiró hondo. 

Ya sabía lo que tenía que hacer.

***

Gustavo maldijo mientras lavaba su coche, la manguera se había trabado. Alzó la vista y vio a Mike. —Hace días que no te veo —le dijo.

Mike asintió. —He estado ocupado... ¿Está castor en casa?

Gustavo frunció el ceño, sin entender. —¿No te lo dije? Se fue a vivir con mamá.

Mike parpadeó varias veces, asombrado. —¿Por qué?

Gustavo logró arreglar la manguera, le dio la espalda a Mike y siguió lavando el coche. Se encogió de hombros. —Ella solo se fue. 

****

OMGGGGGGG

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora