46.

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Dakota respiró hondo, sin poder evitarlo sus lágrimas empezaron a salir. Últimamente lloraba demasiado, sobre todo por tristeza, pero estas lágrimas no sabía cómo catalogarlas, eran totalmente diferentes. Cada tristeza tenía su peculiaridad, esta nunca la había sentido, era como perder algo que nunca había tenido.

Se acercó a su hermano. —Tengo que irme —dijo con la voz en un hilo.

—Vamos, te llevaré a casa.

Ella negó. —No hace falta, está bien, tomaré un taxi.

—Yo puedo llevarte —se ofreció Richard.

—No —dijo rápidamente

Gustavo frunció el ceño. —¿Estás bien, Dakota? Te puedo llevar, es más, yo...

—¡No, maldita sea! —Exclamó enojada, y después de unos segundos, respiró hondo—. No necesito que me lleven a todos lados, no soy una niña, puedo llegar a casa por mi cuenta.

Respiró hondo, y llevó ambas manos a su cintura. Ni siquiera era capaz de controlar su maldito enojo, algo estaba mal con ella. Había llegado a un punto en el que ni siquiera se conocía. —Estoy bien —dijo fingiendo una sonrisa—. Solo quiero irme a casa sola.

Observó que Mike y Anabela se acercaban, así que prácticamente corrió hasta la salida. Tenía que hacer algo con su vida, pero no sabía qué, tenía a su madre como plan B, pero ahora ni siquiera quería estar con ella.

En las próximas semanas se mantuvo alejada del grupo, no quería estar cerca de nadie. Además, últimamente su vida se había reducido a estar en casa y salir los fines de semana a fiestas. Algunas personas podrían encontrar ese estilo de vida divertido, de hecho, conocía a muchas personas así, pero siendo honesta, ella se sentía atrapada.

Encontró llamadas perdidas de su madre, pero no fue capaz de contestarle de vuelta, se sentía demasiado desgraciada para ser hipócrita. Así que su vida se había vuelto minimalista, incluso estaba probando con el yoga. De alguna forma u otra debía encontrar su esencia nuevamente.

Al menos Mike le hacía más fácil la vida y había evitado ir muchas veces a casa, lo había hecho solo dos o tres veces, en las cuales ella nunca estuvo presente, y cuando él entraba y ella estaba con Gustavo, después de unos minutos, se inventaba una excusa creíble y se alejaba.

Bajó las escaleras y notó que su hermano estaba a punto de salir, pero se giró y la observó. Era sábado, era muy seguro que fuera a una fiesta. —Dakota —dijo mirándola fijamente—. Necesitamos hablar.

Ella asintió, respiró hondo y lo observó. —¿Qué sucede?

Él frunció el ceño. —Es justo lo que te quería preguntar.

Ella alzó las cejas, mas no dijo nada. No sabía responder a esa pregunta, de hecho, no sabía responder a ninguna pregunta sobre su estado de ánimo. Así que hizo lo que mejor sabía hacer, escapar de las cosas que no quería afrontar.

—¿Solo porque no quiero salir los fines de semana? —preguntó, evitando una respuesta sincera—. ¿Crees que solo salir a fiestas me interesa? Estoy...

—Dakota, no he dicho nunca...

—Estoy tratando de mantenerme a flote con todo lo que está pasando —dijo perdiendo el control, y dejando fluir las lágrimas—. He lidiado con el abandono de papá y con la indiferencia de mamá, sola. Y en ningún momento...

—Dakota...

—Y en ningún momento alguien ha tratado de comprenderme, he pasado por esto sola, a ni siquiera sé a dónde pertenezco, no sé quiénes realmente son mis padres, y no quiero saberlo, porque los odio a ambos —se quedó en silencio unos segundos, sintiendo asombro, por haber dicho en voz alta lo que realmente sentía en el interior—. He lidiado con esta desesperación por tener una maldita familia casi toda mi vida, y ver ese sueño romperse ha matado a una parte importante de mí.

—Dakota —la volvió a interrumpir Gustavo.

—Lo siento si tú has tenido tiempo para asimilarlo todo, yo no he podido hacerlo, así que, ¿Por qué no solo te largas y me dejas en paz? ¿por qué no solo me abandonas como lo han hecho todos? —Preguntó llorando.

Ella respiró hondo, él se quedó en silencio, solo la miraba como todos lo hacían, como la pequeña niña perdida que merecía que la compadecieran. —Te diré lo que debí decirles a todos hace muchos años, ¿Por qué no te vas al diablo?

Ella trató de correr a encerrarse en su habitación, pero Gustavo la haló y la apretó contra su pecho. Dakota lloró con rabia por todo lo que le había pasado. —No es justo —dijo lentamente.

Él acarició su cabello, pero no habló. Y en verdad no necesitaba que lo hiciera, solo estaba cansada de sentirse sola.

Después de unos minutos, ella se separó de sus brazos. —Iré a donde sea que vayas esta noche, porque no me creo capaz de quedarme en casa después de esta descarga de sufrimiento —dijo subiendo las escaleras.

Se vistió y con maquillaje trató de ocultar la tristeza tan inmensa que emanaba de su interior. Si escapar era la mejor cosa que sabía hacer, fingir que todo estaba bien, era la segunda cosa.

***

:'( 

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora